Pepe Viyuela: “Hoy en día, ser fascista, o ser ultraderechista, en muchos casos, tiene que ver con la ignorancia”

Entrevistamos al actor Pepe Viyuela, protagonista en “Un viaje hacia nosotros”, un documental que narra la investigación tras el rastro de su abuelo Gervasio, integrante del ejército republicano durante la guerra civil española. 

Por Angelo Nero

Pepe Viyuela es realmente una de esas personas inquietas, que están buscando constantemente su lugar en el mundo, haciendo preguntas al viento, arriesgándose a mirar al abismo, sin importarle si delante tiene un teatro abarrotado de risas o el silencio de un desierto, tiene, más que una cara simpática, que también, cara de buena gente, de aquellos que no ocultan sus heridas, si no que las muestran para que descubras que las tuyas son idénticas, no le importa viajar hacia el pasado para encontrarse con nosotros, pero su mirada mira hacia el futuro, hacia la esperanza de un horizonte mejor, como el que soñaba su abuelo Gervasio.

Hace unos meses comenzaba así una pequeña reseña sobre una de esas películas que nos mira a los ojos y nos hace preguntas, “Un viaje hacia nosotros”, un viaje hacia nuestra memoria, hacia la particular, hacia la que bucea en busca de nuestras raíces, pero también hacia la colectiva, hacia esa historia que nos conforma como pueblo, y que necesitamos conocer para escribir los capítulos del presente. Mirar hacia atrás, para saber por donde caminamos y hacia que horizonte queremos dirigirnos.

Hoy hablamos con Pepe Viyuela, el protagonista de ese viaje, en el que en la búsqueda de su abuelo Gervasio va tejiendo los hilos del pasado y del presente, desde las trincheras de Belchite hasta los campos de refugiados de Tinduf. Cuéntanos Pepe, ¿Cómo comienza ese viaje hacia nosotros? ¿Cuál es el punto de partida de un proyecto tan ambicioso como este, que cruza varias fronteras, no solo físicas, sino temporales?

El origen está en la curiosidad, en el deseo de saber cosas de mi abuelo, que murió once años antes de nacer yo, con lo cual no tuve ningún contacto directo con él, pero de quién me seguían llegando informaciones a través de la familia, referencias, comentarios, acerca de lo que había supuesto para ellos como para otra gente que lo conocía menos, pero que siempre me hablaban muy bien de él. Y esa curiosidad, me llevó a querer saber, y tanto desde el punto de vista familiar, del personal, como desde el punto de vista de su actividad más relacionada con la política, con su participación en la guerra, pues también me interesaba mucho.

De eso no se sabía prácticamente nada, porque él, después de volver del exilio, en Francia, no contó nada, supongo que tendría que ver en el aspecto traumático de la derrota, y el miedo a la represión, a poder ser descubierto en su vuelta, o de que su familia sufriera algún tipo de represalia.

Había un silencio enorme, un manto de silencio muy grande en torno a él, y hace unos cuantos años empecé a buscar, a rastrear, y gracias a la labor de asociaciones de la recuperación de la memoria, y a archivos, he podido reconstruir su periplo, sobretodo lo que tiene que ver con la guerra, que es lo que está recogido en esos archivos y en los estudios de estas asociaciones, y ahí tuve una información que guardaba para mí, y para mi familia, porque era un asunto muy privado y personal, que no creíamos que pudiera interesar a nadie.

Pero tengo unos amigos y unas amigas, con los que trabajo en producciones audiovisuales, y me propusieron hacer un documental sobre mi abuelo, y yo les dije que creía que no tenía mucho interés hablar de alguien que no era muy conocido, más bien completamente anónimo, pero luego me di cuenta de que sus circunstancias eran extrapolables a las de muchas personas.

El fue refugiado, estuvo en Francia en un campo de refugiados, y dado que la situación de los refugiados en el momento actual no dista mucho de la que pasaron y sufrieron aquellas personas que tuvieron que escapar de la guerra civil española, pues me pareció que se podía establecer un paralelismo, a través del tiempo, un viaje, que es así como se titula el documental, que denomine hacia nosotros, precisamente, porque creo que los refugiados, los migrantes, viajan hacia nosotros, y yo viajé, en su día, hacia mi abuelo, que era como viajar hacia mi mismo. Entonces, en ese título he intentado recoger ese viaje, que por una parte hago yo, pero por otra parte están haciendo muchísimas personas que necesitan ayuda, que necesitan refugio, y a los que estamos dando, la mayor parte de las veces, con la puerta en las narices, dejando mucho que desear el trato que les damos.

De ahí viene toda esta historia, y el porqué de está película, que tiene que ver con el hecho de intentar relacionar el pasado con el presente, y hechos concretos, individuales, con generalidades muy extendidas hoy en el mundo. Hay que tener en cuenta que en el mundo hoy existen más de cien millones de personas que viven en aquella situación, y es algo que no deberíamos obviar, y que debería preocuparnos, y de lo que deberíamos ocuparnos, más de lo que lo hacemos.

La memoria se construye”, has afirmado en alguna ocasión, pero también estamos hechos de los silencios que heredamos. ¿Cómo ha sido el viaje de Pepe Viyuela para cubrir esos silencios, para construir su memoria?

Ha sido un viaje muy emocionante, y lleno de sorpresas agradables. Me ha permitido, no solamente ir recabando información acerca de mi abuelo, sino conocer gente muy interesante que, por derivación, me han ido llevando a otros temas, y que han enriquecido mi vida.

Cuando se habla que la memoria de la guerra civil y del exilio español puede ser un motivo para levantar ampollas, y recuperar odios, yo pienso que todo lo contrario, que tranquiliza bastante saber más de las cosas, el rencor se va apagando y va surgiendo una calma interesante, porque te sitúa delante de la realidad de una manera diferente, mucho más abierta, me atrevería a decir, más sabia, a la hora de mirar de frente a los problemas y de intentar atajarlos y solucionarlos. Creo que la historia, la memoria, debería ser un referente, un lugar al que deberíamos estar mirando permanentemente, porque saber de donde vienes te ayuda bastante a saber donde estás, a analizar lo que está pasando, y por lo tanto a intentar que el futuro sea un poco mejor, no solo para uno, sino para todos.

En la película vas siguiendo los pasos, como un detective de la memoria, de tu abuelo, recorriendo los escenarios de la guerra en la que combatió, atravesando el paso a Francia en la derrota, ya convertido en refugiado, hasta llegar a los campos de concentración de Argelès y Gurs. “Me asomé donde rompe la memoria, y adiviné tu aliento y tu sonrisa, ahora hablo contigo cada día”, dices en un momento del film. ¿En ese largo camino descubriste realmente quién había sido Gervasio Viyuela?

He descubierto muchas cosas de su personalidad, de su figura, de la estampa que tiene que ver con la de un miliciano anarquista, que en un momento determinado, al inicio de la guerra, nada más producirse el golpe de estado, decide salir de su casa, y enrolarse en la tarea de luchar por la legalidad vigente, en ese momento, que era la República Española. Primero porque uno se da cuenta que un hombre de 35 años, que tenía en aquel momento, no estaba en la primera línea de los que tenían que ser alistados, podía haberse librado de acudir al frente, y lejos de ello se implica profundamente en ello. Luego, por otra parte, una vez que cae el frente norte, probablemente podría haber vuelto a su casa, y haber recuperado una relativa calma, o al menos no seguir complicándose la vida demasiado. Pero decide insistir, pasa a Francia, vuelve a entrar por Cataluña, se alista en una brigada mixta, donde combate el resto de la guerra, en el Frente de Aragón. Todo eso habla mucho de la personalidad que debía tener mi abuelo, alguien que seguramente era capaz de luchar por sus ideas hasta el final, que creo que es lo que hizo. Luego, por otra parte, están los temas más familiares, que esos ya son más fáciles de recabar, el testimonio de mi padre, que era su hijo, de mis tías, y de la gente que lo conoció.

Pero todo lo que tiene que ver con ese momento, con esa situación excepcionalísima, de tener que combatir en una guerra y no arrendarse si no implicarse, mojarse, y sufrir las consecuencias de vivir tres años de contienda, pues si me han ayudado mucho a entender como debía de ser, incluso te diría que a establecer un dialogo con él, porque me plantea hacerme preguntas: ¿yo que hubiera hecho? ¿que haría yo ahora si estuviera en las mismas circunstancias?. Se me ocurren también preguntas que le hubiera podido haber hecho, y que lamentablemente no he podido hacerle, pero, cuando las formulo, me puedo imaginar que me respondería. Me ha ayudado mucho a conocer a mi abuelo. Y, a través de él, a todos aquellos hombres y mujeres que se decidieron a dar el paso a empuñar las armas para defender la República Española.

Durante muchos años nos han dicho que no había que volver a abrir heridas, que había que dejar a los muertos en paz, aunque estuvieran enterrados en las cunetas, que había que olvidar, y, de algún modo, ese pacto de silencio que se fraguó en la Transición, nos ha llevado a tener al fascismo otra vez ocupando nuestras calles y nuestras instituciones. ¿Todavía la sociedad española tiene que hacer ese viaje hacia nosotros, para que no se vuelvan a repetir los capítulos más oscuros de nuestra historia?

Si. Estoy convencido, no tengo ninguna duda de que tenemos que estar mirando constantemente a lo que han vivido los que nos precedieron, no nos diferenciamos, en absoluto, de ellos, estamos hechos de la misma materia, de hecho somos sus descendientes, tenemos sus mismos genes, y podríamos llegar a cometer sus mismos errores. Como tu comentas, ahora mismos, esta reproducción, a escala global, de estos renacimientos de ideologías fascistas, de ideologías ultraderechistas, excesivamente reaccionarias, se debe quizás a ese hecho, a que no hemos estado suficientemente conectados con los momentos de la historia en los que esto empezó a surgir, de la misma manera que está surgiendo ahora.

Creo que, hoy en día, ser fascista, o ser ultraderechista, en muchos casos, tiene que ver con la ignorancia, tiene que ver con la falta de conocimiento mínimo de lo que han sido este tipo de ideologías muy recientemente, porque hace muy poquito tiempo que han pasado por aquí y parecían, en un momento determinado, haber pasado a la historia, para siempre, pero ahora mismo ya ocupan escaños en los parlamentos, y empiezan a ser muy amenazantes para la convivencia, y para el sentimiento democrático que yo creo que es el que realmente nos ayuda a construir sociedades. Este tipo de ideología lo único que hace es destruirlas, y destruir la convivencia, estimular el odio irracional, absoluto, y por eso digo que la ceguera, o la ignorancia, de aquellos que hoy en día se califican, o no les importa ser calificados, de ultraderechistas, tiene mucho que ver con eso, con una falta de conocimiento, y yo diría que con una estupidez supina. Prefiero pensar que son ignorantes a que son perversos, pero habría que verlo también.

El documental es también una llamada de atención sobre otro tema que no deja, desgraciadamente, de estar de actualidad, el drama de millones de refugiados que, en todo el mundo, huyen de las guerras y del hambre. ¿Qué relación puede tener la historia de tu abuelo Gervasio con la de los que huyen de la guerra de Siria o de Etiopía, o con los saharauis que llevan casi 50 refugiados en la hamada argelina?

Yo creo que la película nace precisamente de ahí, de sentir esa conexión. Porque cuando se plantea, en un principio, la posibilidad de contar la historia de mi abuelo, yo no lo considero de interés general, más que el que pueda tener para nuestra familia. Pero, al tomar conciencia, al denominar a mi abuelo como lo que fue, al terminar la guerra, como refugiado, me doy cuenta de que su condición, y de que jamás nadie le hubiera hecho creer a lo largo de su vida que acabaría siéndolo. El no habría pensado nunca que acabaría siendo un refugiado, y eso es, creo, lo que le ocurre a muchos de los millones de refugiados del planeta, que han tenido una vida tranquila, hasta un determinado momento, y por algo que no esperaban, y que no se merecen de ninguna manera, han terminado buscando refugio en otro lugar, para escapar y salvar su vida.

Luego hay otro tipo de circunstancias, hay gente que ya nace siendo refugiada, lo cual convierte ya el problema en algo muy más endémico y enquistado, como por ejemplo el caso muchos refugiados saharauís, que tu mencionabas hace un momento, en los campamentos de Tinduf, y tanto por guerras sobrevenidas, como por campamentos en los que han nacido, y han muerto siendo refugiados, como muchos palestinos y algún saharaui, hasta los refugiados climáticos que son cada vez más, y de los cuales probablemente alguno de nosotros o de nuestros descendientes acabará por formar parte. Creo que ese es el motivo por el que la película está hecha, y por lo que uno entiende que nadie se lo merece, pero cualquiera está expuesto a acabar siendo. Quien te dice a ti, o a mi, o a cualquiera de los vecinos que nos rodean, que no va a haber una circunstancia en unos años, y sobretodo con el mundo tan cambiante y tan convulso que estamos viviendo, que no vamos a vivir esa situación.

Y yéndonos al propio Kant, y aplicando el valor ético de “no hacer lo que no quisiéramos que nos hagan”, pues yo le daría la vuelta y diría como debemos tratar a esta gente que viene, pensando en como sería si nosotros estuviésemos en su lugar, que no nos gustaría nada en la forma en que los solemos recibir.

Habría que cambiar eso radicalmente, y dejarse de discursos facilones, acerca de si son o no delincuentes. Creo que hace poco un jefe de comisaría decía en Valencia una barbaridad de estas, en un acto de VOX, que los emigrantes eran todos delincuentes. Eso es falso, de entrada, y luego está cargado de maldad, ahí si que detecto maldad, porque él sabe que no es cierto, está mintiendo, con unos fines muy claros de poner a la gente en contra de cualquier persona que venga buscando ayuda a nuestro país.

Está directamente conectado lo de mi abuelo con lo que estamos viviendo ahora, y por eso es por lo que hemos hecho el documental y por lo que intento implicarme en todo lo que puedo en una llamada de atención sobre esta situación.

Ponerse en la piel del otro es el primer paso para entender una realidad tan dura como la de los refugiados, sin que deba importarnos si estos son saharauis o ucranianos. ¿Es esta también una buena vacuna contra la xenofobia y el fascismo que ya se ha propagado por amplios sectores de la sociedad europea?

Si, pero quizás es que vivimos tan lejos de esa situación, o creemos que estamos lejos, que hay gente que piensa que eso no le va a pasar nunca, con lo que no tiene que hacer el ejercicio de ponerse en el lugar del otro, simplemente cosifica a la persona que viene de fuera, que viene pidiendo refugio, y lo considera un enemigo, porque supuestamente es alguien que le va a arrebatar privilegios y derechos suyos, cuando más que pensar en lo que nos quitan las personas que vienen, hay que pensar en lo que aportan a las sociedades en las que se insertan. Si somos capaces de integrarlos, van a ser personas que van a tener un trabajo, que van a cotizar, que, en el caso de muchos de ellos, son gente muy preparada, es gente que tiene una formación ya sea profesional o académica, que nos vendría muy bien.

Es una contradicción estar hablando del envejecimiento de nuestro país, y no darnos cuenta de que nos vendría muy bien a toda esta España que denominamos vacía, o vaciada, la presencia de estas personas que revitalizarían esas economías, que harían que nuestra demografía dejara de ser negativa, y que fuéramos un país más poderoso. Creo que recibir a gente con los brazos abiertos nos va a reportar más beneficios, si es que pensamos, en términos económicos, que perdidas. Y luego, desde el punto de vista humano, o humanitario, como somos capaces de negarle algo a alguien que lo necesita, si está pasando hambre, o frío, o miedo por la represión, es tan inhumano que cae por su propio peso, pienso que no debería haber otra respuesta que la de acoger.

1 Comment

  1. Magnífico! Muchas ganas de verlo entero. Pepe, soy Victorino, de Salamanca; profesor y amigo de Miguel Cubero.
    Ya sabes que coincidimos también en esto: tener abuelos antifascistas, pero mi abuelo no pudo luchar contra el fascismo, no le dio tiempo. En Salamanca el fascismo en el 36 fue inmediato y el 10 de agosto de ese año los falangistas fueron a buscar a mi abuelo y al hermano de mi abuela para llevarlos a la cárcel de la ciudad; a 4 kilómetros del pueblo los asesinaron y los tiraron en un sitio desconocido (Muñoz?) hasta hoy.
    Lo hablamos en un bar- restaurante después de una función tuya en el teatro Liceo de la ciudad.
    Por eso tengo muchas ganas de ver tu documental que tiene una pinta increíble, lleno de equilibrio y serenidad.
    Un fortísimo abrazo.

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