Por Angelo Nero
A pesar de que siempre fue una apasionada del dibujo, Teresa Valero se diplomó en Administración de Empresas, y fue desempeñando trabajos administrativos como comenzó en el mundo de la animación, para pasar desde ahí a la preproducción, comenzando en estudios como Lápiz Azul, participando en series como Tintín y Rupert, y siguiendo en estudios Milímetros, en series de animación como Pink Panther Show, Babar o Madeline, y en largometrajes como Astérix en América.
Después de pasar por varios estudios, en 1996 formas Tridente Animación, junto a tu pareja Juan Díaz Canales, trabajando para series cómo Corto Maltés o Cédric, o largos como Astérix y los vikingos o Becassine. ¿Cómo ves la evolución de la animación en estos años en España, a nivel profesional? ¿Crees que está tan valorada como debiera, y, suficientemente incentivada económicamente?
Yo hace ya bastante, como unos diez años, veinte en total, desde que empecé a tener niños, me dediqué a criarlos, que me desconecté un poquito de la animación, es verdad que nunca del todo. Ahora ya si, ahora ya estoy intentando dedicarme exclusivamente a hacer comic. Pero sí que estoy un poco másdesconectada de la animación profesional.
Como doy clase todavía en la universidad, y por amigos que tengo, mi impresión es que ha mejorado, que profesionalmente hay más, que la gente está más formada, y que hay mejores oportunidades, también económicamente. Siempre ha sido interesante poder trabajar a nivel internacional, porque podías trabajar no solo en España, si no en cualquier sitio, porque somos profesionales que puedes ir a cualquier parte y vas a trabajar igual. No es un trabajo específico que tiene que desarrollar en España, o en español, si no que eres muy polivalente, y puedes viajar a todas partes, y eso es un privilegio.
Creo que eso, esa es mi impresión, de que ha ido a mejor, aunque todavía sigue siendo en nuestro país muy difícil a veces financiar las producciones, cuando haces una, enganchar y hacer dos o tres, es realmente muy complicado, aunque con la primera tengas éxito. Entonces, en eso creo que todavía hay un poco de terreno por ganar. Si, que es verdad que hay enormes profesionales, como pasa con el comic, y se está haciendo mucho también en animación para adultos, que es otro mundo por explorar, que poco a poco está llegando y que va a traer mucho trabajo y muchas cosas buenas por ver.
En 2008 debutas en el mundo del comic, a través de tus propias historias, con dibujos de Juanjo Guarnido, el ilustrador del afamado “Blacksad”, con una trilogía destinada al público infantil y juvenil, “Brujeando”, que fue editado en Francia por Dargaud, y en España por Norma. ¿Esperabas la buena acogida que tuvo esta serie de libros, entre los lectores más jóvenes? ¿Qué claves tienes que lograr para llegar a este público, al que parece imposible de atraer si no media una pantalla?
Sí que es verdad que cuando estás haciendo cualquier libro, no sabes muy bien cómo se va a acoger. A mí, siempre me ha sorprendido cuando la gente viene a las firmas, y me dice lo mucho que se ha divertido con “Brujeando” que es muy parecido a como nos divertimos Juanjo y yo, cuando lo estuvimos haciendo, que nos lo pasamos genial, yo escribiendo y él dibujándolo, y creo que, al final, es lo que la gente puede percibir. Si tu tratas de ser honesto, de escribir aquello que te gustaba leer cuando eras pequeño, yo creo que “Brujeando” debe mucho a Asterix y a ese tipo de historias, que tiene varias lecturas, la parte más divertida para los niños, y luego un poco de crítica social si lo estás leyendo con un adulto, para que te deje algo también a ti. Y al final replicas un poco lo que a ti te ha hecho vibrar, el mundo del cartoon, la sátira. Pues lo mejor para conectar es hacer las cosas con un poco de honestidad, y aquello que a ti te gusta, pues vas a encontrar a mucha gente que está en tu código, que le va a gustar también.
Con tu siguiente trabajo, “Curiosity Shop”, en 2011, das el salto al cómic de temática histórica, esta vez con la dibujante Montserrat Martín, y editada por Glenat. ¿Cómo fue ese trabajo de documentación para situar la historia de esta trilogía ambientada en los principios del siglo XX?
A mí me gusta mucho la historia. Cuando tengo que escribir mis historias, casi siempre me tiro por la historia de España, que es una necesidad de entender como es este país, y porque siempre vuelve a posturas que parece que no consigue pasar por encima de ellas. Y entonces, lo que hago para documentar, es leer mucho. En “Curiosity Shop” fue Montse Martín la que tuvo la idea de hacerlo en los años veinte, y luego lo llevamos un poquito más atrás, para hacer que Curiosity fuera con el siglo, que hubiera nacido en el año uno, y así en el catorce, que era la guerra europea, tendría catorce años.
Y además era muy interesante esa época, en España, la de la Primera Guerra Mundial, porque se había mantenido neutral, pero fue un momento en el que se hicieron muchos negocios, muchísimas fortunas, y siempre me interesa mucho eso, que parece que es muy del carácter español, el sacar siempre provecho de las cosas. Y leyendo, como he hecho con “Contrapaso”, leyendo historia, leyendo ensayo, leyendo a los novelistas de la época, que son un poco los que marcan ese pulso emotivo, de que pasaba entonces, de cómo se sentía entonces, de que preocupaciones filosóficas había entonces, y eso ya te da un panorama bastante acertado de cómo van las cosas y después tú vas a poder hablar de ello con honestidad.
Tras ocuparte de la parte gráfica en “We are Family: Il était deux petits hommes”, que publicó Delcourt en Francia, en 2013, vuelves por todo lo grande a los guiones, escribiendo a cuatro manos con Juan Díaz Canales, la novela gráfica “Gentlemind”, dibujada por Antonio Lapone. La acción trascurre en una revista masculina dirigida por una mujer, en la que se muestra la evolución de la prensa americana, en la segunda mitad del siglo XX, y la lucha laboral de las mujeres. Publicada en Francia, EEUU y España, fue nominada a los premios Eisner. ¿Cómo surgió esta historia de derrotas y superación que tienen como protagonistas a Arch Parker y Navit?
Esto fue un encargo de Dargaud. Dargaud llamó a Juan, porque querían hacer algo con Antonio Lapone, que estaba buscando guionista, y estaban buscando algo que tuviera un aire parecido a “Mad Men”, que fuera algo neoyorkino, alrededor de los años cincuenta, y quizás en el mundo de la publicidad o en el mundo de la prensa, y nuestro editor que es François Le Bescond, nosotros cuando vamos de feria, habíamos tenido algunas conversaciones, y tanto él, como yo, Juan también, éramos muy fans de la serie de “Mad Men” y Le Bescond y yo habíamos hablado bastante de lo que nos parecía, habíamos comentado guiones y esas cosas, y entonces le dijo a Juan, nos interesaría que Teresa también pudiera colaborar, porque le parecía que tenía una buena visión.
El caso es que propuso que yo entrara en el equipo también, yo acepté encantada, desde luego, y Juan y yo nos pusimos a colaborar y a escribir a cuatro manos, que fue un poco divertido y diferente, porque empezamos haciendo un brainstorming, nos sentamos los dos, a tener un montón de ideas, fue surgiendo lo de la revista masculina, que fuera una cosa así tipo Playboy, pero que acabe en las manos de una mujer y como eso puede ir evolucionando. Además ella es una mujer que todo su poder está en su atractivo, y a ella eso no le gusta mucho, sufre, porque cree que no sabe hacer nada, y al final lo que tiene es un gran talento para descubrir y darle valor al talento de todos los demás, y volcarlo en su revista.
Al final nos fue quedando un personaje que yo creo que es muy interesante y que crece mucho, junto con esa revista que va creando y que van llevando todos adelante, que evoluciona al ritmo de la historia del siglo XX, en América, y nos emocionó un montón, lo pasamos muy bien, nos íbamos dando el guión el uno al otro para reescribir, a lo mejor el empezaba escribiendo las acciones, luego yo iba escribiendo los diálogos, luego lo cambiábamos y cotejábamos las correcciones, y fue una manera diferente de trabajar y enriquecedora, porque, a veces, trabajar solo es más cómodo, porque no discutes con nadie, pero creo que aquí nos ha quedado uno de los mejores guiones que hemos escrito.
Llegamos a la, hasta ahora, tu última obra “Contrapaso”, publicada el año pasado, donde ya te pones al frente del guión y del dibujo, con una historia ambientada en la España de los años cincuenta, y en la que, entre otros temas, se habla de la censura en la prensa, la eugenesia, el robo de niños y la disidencia estudiantil. He leído que, en un principio, querías hacer la historia del semanario de sucesos El Caso, pero, ¿Qué te animó a embarcarte en la inquietante historia de la redacción de un periódico en la España franquista?
Pues sí. Yo, al principio, con “Contrapaso” quería hacer, tal cual, la historia del periódico El Caso. Ya me estaba documentando mucho, y quería hacerla con los mismos reporteros, con Margarita Landi, con el director, exactamente como era. Pero, justamente cuando yo lo estaba desarrollando, salió la serie de televisión “El Caso. Crónica de sucesos”, y ya me parecía que no tenía mucho sentido volver a lo mismo, cuando ellos lo habían exprimido bastante, le había sacado mucho jugo.
Entonces, decidí, para no tirar con todo el trabajo, y, además, porque me gustaba mucho la época de los años cincuenta en España, con la censura en la prensa, decidí darle una vuelta para ver cómo podía montar una historia con todo eso, sin dejar los sucesos de lado, y poner un poco más el foco en lo que era la censura de la prensa. Entonces di, por casualidad, con lo de los periódicos clandestinos, tanto los que se hacían en libertad, como los que se hacían en las cárceles. Y la verdad es que me gustó mucho como idea vertebradora de todo el álbum, y tiré un poco por ahí. También quería hablar de las teorías de Vallejo-Nájera, de que la izquierda que estaba formada por tarados y por personas poco formadas y que por eso acababan siendo izquierdistas. Al final te pones a investigar un poco todo, a darle forma, a intentar conectar unos temas con otros, y va cogiendo forma y se va creando un poco el puzle, y así fue como salió para adelante.
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