Entrevista a Tere Rivas López: “Colaborar en una exhumación engancha, trabajar en Derechos Humanos es muy gratificante”

Mi desconocimiento sobre lo que había ocurrido durante y después de la guerra era prácticamente nulo, lo que nos contaban en casa era sobre todo referente a la escasez de recursos, al hambre, a las cartillas de racionamiento

Por Sol Gómez Arteaga

Tere Rivas López es secretaria de la ARMH y voluntaria de la misma desde su fundación en el año 2000. Lleva 22 años colaborando en trabajos administrativos, exhumaciones, presentación de actos y, en suma, como ella misma verbaliza donde se le requiere y le piden. En la entrevista que concede a NR nos cuenta cómo surgió su compromiso con la ARMH, su trayectoria a lo largo de todos estos años, para poner de relieve que su mayor gratificación es haber compartido momentos con gente inolvidable que guarda en su memoria.

¿Cuándo empiezas a colaborar con la ARMH? ¿Cuál fue la causa, el detonante de que se produjera dicha colaboración?

La Asociación surge en el Bierzo en el año 2000 a raíz de la primera exhumación en España de una fosa común con métodos científicos, la fosa situada en una cuneta de Priaranza contenía los cuerpos de 13 personas, una de ellas era el abuelo de Emilio Silva, uno de los fundadores y Presidente de la Asociación.

Creo que esa exhumación provocó una mezcla de expectación y esperanza para muchos familiares con historias muy parecidas, uno de ellos Aníbal, mi compañero y nieto también de desaparecido, que siempre había tenido el empeño de poder encontrar a su abuelo, asesinado en Toreno. Al enterarse de que un nieto, Emilio, venía a recuperar a su abuelo, no lo dudo.

Nos decía “él tiene que estar ahí”, “esta es la gente que estaba esperando”, “esta es mi gente”. Y así lo hizo. Fue una de tantas personas que se acercaron hasta Priaranza. Ese fue el detonante de que empezara mi colaboración con la Asociación. Aunque apoyaba a mi pareja en su búsqueda todavía me surgían dudas, mi implicación personal vendría al año siguiente cuando conocí a Vicente Moreira y su historia, buscaba a su madre, Isabel Picorel, asesinada junto a 3 hombres. Ahí ya no hubo marcha atrás.

A Vicente Moreira, lo recuerdo nervioso caminando de un lado para otro y con la necesidad de contar su historia. Yo había ido junto con Aníbal a colaborar en los trabajos de búsqueda que se estaban llevando a cabo en Fresnedo. Me había sentado en una pradera cercana viendo como trabajaba la pala y en un momento, cansada de estar quieta, me levanté a dar una vuelta, y allí estaba Vicente relatando su historia. Puedo decirte que me cautivo su manera de expresarse, que me emocionó su historia de búsqueda para encontrar a su madre y llevarla dónde él quería, suelo decir literalmente que me «enamoro». 

En el reportaje que hizo Natalia Junquera en el País, 14 de mayo de 2009 se explica muy bien como dedicó una buena parte de su niñez a huir de la guerra y 30 años de su vida a buscar a su madre, fusilada por los falangistas. La última vez que la vio Vicente tenía 11 años, era el 26 de agosto de 1936 y su madre trataba de abarcar con sus brazos a sus tres hijos. Los cuatro estaban huidos y agazapados en el bosque pues los perseguían al haberse unido su esposo, Ramón Moreira, a las fuerzas republicanas en Asturias. Al amanecer Isabel decidió volver al pueblo, (Langre, León), acompañada del hijo mayor para recoger algunas pertenencias y dinero. Pero sería detenida, metida en un camión y asesinada en una curva en el municipio de Fresnedo junto a tres personas más. El hijo mayor, por fortuna, logró escapar. Los tres hijos de Isabel, de 16, 13 y 11 años de edad cruzaron el frente en busca de su padre que los llevó a una casa de acogida y les habló de Rusia, un lugar donde tendrían comida y los iría a buscar cuando la guerra hubiera acabado. No pudo hacerlo al ser detenido. Murió en 1946 sin volver a verlos.

Toda la vida Vicente tuvo el deseo de encontrar a su madre, como muy bien se expresa en el final de la carta que escribió: “A lo largo de mi vida en los tiempos más difíciles, he pensado que algún día podría recuperar los restos de mi madre. Para sentir calor con su presencia, como en aquella noche de agosto de 1936, en este mundo tan injusto”.

Finalmente lo logró en 2001, gracias a una persona que había participado en el enterramiento de los cuerpos. El compromiso y la colaboración con la Asociación de Vicente fue siempre incondicional.

¿Cambió tu vida, tu forma de pensar y de ver el mundo tu vinculación estrecha con la ARMH?

Sí claro, mi vida hizo un cambio. Aprendí a través de los testimonios de los familiares directos de las víctimas lo que les habían arrebatado, lo que les había ocurrido con la desaparición de un padre, una madre, etc. Hasta entonces mi desconocimiento sobre lo que había ocurrido durante y después de la guerra era prácticamente nulo, lo que nos contaban en casa era sobre todo referente a la escasez de recursos, al hambre, a las cartillas de racionamiento. No había oído hablar de fosas comunes, de campos de concentración, de niños robados, de tantas y tantas injusticias.

Presenciar una exhumación, además de ser una auténtica clase de pedagogía, te pone frente a la historia y el pasado de una forma muy directa, ¿cómo vives, en tu caso, las exhumaciones?

A los nuevos colaboradores/as siempre les digo lo mismo, colaborar en una exhumación “engancha”, trabajar en Derechos Humanos es muy gratificante.

Recuerdo la primera vez que participé en una exhumación (en la de Priaranza apenas toqué un poco la criba). Fue al año siguiente, en el año 2001 en Fresnedo, allí tuve la oportunidad de colaborar de lleno. Mis recuerdos van desde la historia que, como señalé ya al principio, nos contaba Vicente sobre los últimos momentos que estuvo con su madre, cómo los había dejado una noche, cómo todavía recordaba el último abrazo, hasta su olor. Recuerdo cuando alguien gritó que se había encontrado algo y que sentí una mezcla de alegría y de tristeza, por alguna razón sin lógica esperaba que no estuviera allí, que aun estuviera viva. Recuerdo el momento en que me dijeron que podía ayudar, el temor y el respeto que tenía a que pudiera “arañar un hueso”, recuerdo como seguía las indicaciones que me daban tanto Mari Luz como María Encina, arqueólogas encargadas, junto con Julio Vidal, de la exhumación. Recuerdo también ya terminada la exhumación que pensé que por fin Vicente iba a poder cumplir con su deseo de llevar a su madre al sitio dónde tendría que haber estado, dónde él quería.

Han pasado 22 años y cuando salgo con mis compañeros a una exhumación, vuelvo a tener las mismas sensaciones.

Llevas una larga trayectoria dentro de la Asociación con lo que ello implica de asistencia a actos, homenajes, exhumaciones, entrega de restos, reivindicaciones, ¿podrías decirnos para NR qué testimonios o trabajos en los que has participado te han impactado/conmovido de una forma más intensa?

No podría destacar uno, todos y cada uno de ellos han sido y son únicos. Me conmueven las historias de los familiares a los que hemos ayudado, siento mucha impotencia cuando no podemos hacer más o cuando no hemos llegado a tiempo. Me viene a la cabeza el caso de un familiar que nos escribió para decirnos que su padre había fallecido, que ya no hacía falta que buscáramos más. Cómo explicar que no tenemos todas las respuestas.

¿A qué crees que puede deberse que siga habiendo en nuestra sociedad reparo a admitir los hechos del pasado y condenar los crímenes del franquismo?

La verdad es que a día de hoy me cuesta entenderlo, quizás tenga que ver con la impunidad del franquismo y el hecho de que en una democracia no se haya reparado a las víctimas. Es incomprensible esa diferencia entre las víctimas del franquismo y otras como las del terrorismo. Por otro lado, siguen escaseando los contenidos educativos en las aulas que hablen sobre la Segunda República, Guerra Civil y Franquismo, eso lleva a que parte de los jóvenes no conozcan su propia historia, la más reciente.

Desde tus inicios en la ARMH hasta el momento actual ¿crees que se han producido cambios en la mentalidad de la sociedad en materia de memoria histórica?

Sí, de las primeras exhumaciones a las actuales se nota un cambio, no percibes tanto el miedo como al principio. Hace 22 años a la gente le costaba hablar, se acercaban con cierto temor a las exhumaciones, hoy quizás ya lo hacen con más naturalidad. Tengo muy presente en una entrevista que hicimos a dos mujeres en una casa de planta baja como ellas no dejaban de mirar de reojo al pasillo, o de pedirle una a la otra que hablara bajo por miedo a que alguien pasará por la calle y las oyera.

¿Cómo valoras la Ley de Memoria Democrática aprobada el 14 de julio de 2022?

En este punto me remito a lo que venimos reivindicando desde hace años en la Asociación, esto es, que sea el Estado el que atienda los derechos de las víctimas y sus familiares que a día de hoy siguen sin saber dónde se encuentran sus familias.

En ese sentido estos días hemos registrado en el Senado una petición para que las víctimas sean escuchadas dentro del proceso de tramitación del Proyecto de Ley de Memoria Democrática. Esperemos que la respuesta sea positiva y se escuche lo que tengan que aportar los familiares.

Es esencial que las generaciones jóvenes no pierdan el testigo de la memoria para que los hechos del pasado y las reivindicaciones de las víctimas del franquismo no caigan en el olvido, ¿qué les dirías a los más jóvenes, el futuro de nuestro país, en materia de memoria histórica?

Les diría que sí tienen oportunidad se acerquen a una exhumación, pues tendrán la oportunidad de presenciar una lección de historia que seguramente no olvidaran. Les diría que tengan curiosidad, que contrasten, que empaticen, que hablen con sus abuelos o con la gente mayor que conozcan y que les pregunten.

No quisiera terminar esta entrevista sin agradecer a mis compañeros/as y tener un recuerdo para todas las personas con las que he caminado a lo largo de estos años. Gracias.

Se el primero en comentar

Dejar un Comentario

Tu dirección de correo no será publicada.




 

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.