Son personas que pasaron por este mundo y que ya no están pero sus hechos son dignos de ser contados y tenidos en cuenta para que futuras generaciones tomen nota
Por Fran Martín
Haciendo un receso en el tema de la deportación, nuestro invitado de esta semana también ha colaborado durante más de tres décadas con la revista cultural Abuxarra, “imaginando” cada año un pueblo de la comarca de La Alpujarra, en las provincias de Almería y Granada. Fruto de esas “imaginaciones”, nació la obra “Imagínate La Alpujarra. Otro mundo. Mil y una historias alpujarreñas”. ¿Qué se encuentra el lector en esta fascinante obra?
En 1989 se celebró en Berja el VIII Festival de Música Tradicional de La Alpujarra (el pasado día 14 de agosto de 2022 se celebró, en la cercana localidad de Dalías –a 8 km. de Berja-, el XXXIX Festival), que reúne a grupos de música tradicional de la mayoría de los pueblos que conforman esta comarca natural que se extiende, a caballo, entre las provincias de Granada y Almería. Recuperando canciones y bailes de épocas pasadas para que se mantenga esa tradición tan extendida entre estos pueblos a lo largo de muchas centurias; también se incluye, en este festival, el trovo. Se saca un tema de actualidad al azar y hay una pugna entre dos troveros. Uno pregunta y acto seguido el otro contesta. Pero lo hacen cantando en quintillas, mientras que –por ejemplo-, los repentistas cubanos lo hacen en décimas espinelas.
Terminado el festival de Berja me uní a la Asociación Cultural Abuxarra de La Alpujarra que se encargaba de la organización del Festival –entre otras cosas-, junto con el ayuntamiento anfitrión, los ayuntamientos de la comarca, las Diputaciones de Almería y Granada y con posterioridad igualmente se unió la Junta de Andalucía. Sin el soporte de estas administraciones sería inviable celebrar dicho festival. L
La Asociación edita una revista que lleva por nombre el de la asociación, es decir, “Abuxarra”. El editor de la misma, miembro de la asociación, me invitó a que escribiera algo en la misma para el próximo festival que tendría lugar en la localidad granadina de Laroles (hoy pertenece a la Mancomunidad de Municipios de Nevada). Acepté y, llegado el momento, escribí alrededor de dos páginas (lo que se me dijo) imaginándome las tropas de Aben Humeya por el puerto de la Ragua, camino a Granada y yo, como un personaje de “Caballo de Troya” (de J.J. Benítez), viéndoles y observándoles, desde cerca, pero sin poder intervenir puesto que la Historia es la que es y se puede variar. Lo titulé genéricamente Imagínate, y de subtítulo el correspondiente a esa localidad: “A los cuatro luceros de Laroles” (haciendo alusión al pueblo y a sus anejos, a saber: Laroles, Júbar, Picena y Mairena), jugando con los nombres de los cuatro caballos blancos de la cuadriga de Ben Judá, de la casa de Hur, en lucha contra los de Mesala en aquella carrera a muerte que hemos visto tantas veces en pantalla (Laroles sería Aldebarán, Mairena Altair, Picena sería Antáres y Júbar Rigel).
Ese fue el primer artículo. Así, todos los años que siguieron a ese fui publicando un relato que estaba inspirado en cualquier acontecimiento histórico que hubiese pasado en esa localidad, o cualquier relato que hubiese sido transmitido en dicha localidad a través de la tradición oral; siempre en alusión al pueblo donde se celebraba el festival ese año. He estado, ininterrumpidamente publicando desde el año 1990 hasta el año 2020. Por eso un día se me ocurrió hacer una recopilación de todos los artículos que se habían publicado en la revista “Abxarra”, más otros “Imagínate” que estaban inéditos de otros pueblos que no habían sido sedes de festival pero tenía una historia sobre ellos y los escribí, o bien, como el caso del de Berja que lo escribí en el año 1991 y se publicó dicho año en el programa de la Feria de ese mismo año. Muchos asiduos al festival, que no faltan ningún año, siempre han ido en busca de un ejemplar de la revista; incluso en una ocasión una señora de Granada me dijo que iba al festival, entre otras, a coger un ejemplar de la revista porque se había enganchado al “Imagínate” –cosa que le agradecí, como es natural-. Pensando en ella me dije: puede que haya más gente que, por lo que sea, no haya podido ir a algún festival de los que se han celebrado y no tiene la revista de ese año. Esa fue la idea principal de hacer una recopilación y juntar todos los relatos que se habían publicado hasta ahora y añadirle los que estaban inéditos. Con su lectura el lector que no haya estado nunca en ningún pueblo de esta comarca, o solo en unos pocos, se puede imaginar a otros que aparecen en el libro y descubre historias o hechos que desconocía, al tiempo que se le invita a que visiten esa localidad y degusten su excelente gastronomía y sus famosos caldos. En definitiva, ha resultado un gran libro en el que se retratan hechos desconocidos, la mayor de las veces, que unos son imaginados y otros tienen base histórica. Ha tenido gran aceptación.
Continuamos conociendo la extensa obra de Pepe Sedano, llega el turno para una biografía muy especial, “Bajo la sombra de cuatro banderas. Francisco Más Pérez, un virgitano en la tormenta”. ¿Cómo es posible que un hombre defendiese durante la guerra de España y la II Guerra Mundial cuatro banderas diferentes?
Puede parecer imposible pero… así fue en realidad. Mi paisano Francisco Más Pérez, alarife de profesión, había hecho su servicio militar como todo joven de la época. Al poco de volver de cumplir con su deber se casó. La vida, el destino o lo que sea, les privó de tener descendencia. No obstante, al poco de su casamiento estalló la contienda que llevó a España a ese conflicto cainita que sembró de muerte, dolor y destrucción la España de final de los años 30. El fallido golpe de estado llevado a cabo por un grupo de militares no cuajó en todo el territorio nacional y, como sabemos, la guerra fue inevitable.
Francisco es llamado a filas en una de las llamadas “quintas del saco” y marcha con su unidad, bajo la bandera de la República, a las proximidades de Madrid. Después de una serie de desplazamientos con su unidad por diferentes provincias recala en la batalla de Teruel, la llamada “batalla del frío”. Estando en la misma veía que disparaban más los enemigos que ellos mismos y pensó: una de esas balas lleva mi nombre escrito. Antes de que lo matara una bala perdida pensó pasarse al enemigo porque se lo llevarían preso a una cárcel, a un campo de prisioneros, a algún sitio pero… vivo. Si me quedo en la trinchera, voy a morir –pensó-. Y lo hizo, se pasó al enemigo, o sea, bajo la sombra de la bandera “nacional”. Fue llevado de un campo de trabajo a otro. Se paseó, de esta manera, por media España recalando, por último, en un pequeño pueblo al norte de Navarra muy próximo a la frontera francesa.
Una tarde se escondió, junto con otro compañero, en una vaguada lejos de la mirada de sus guardianes y cuando se hizo de noche cruzaron la frontera francesa. Los gendarmes, al amanecer, los descubrieron y tras darles el alto les dijeron: a España o a la Legión Extranjera. Lo tuvieron muy claro. A la Legión Extranjera. De este modo Francisco se cubría ya con la tercera bandera. El 4º Regimiento de Infantería de la Legión Extranjera, con sede en Sidi-Bel-Abbes (Argelia) le estaba esperando. Era febrero de 1940. No participó en ninguna acción bélica en aquellas tierras. Tuvo la fortuna que en septiembre de ese mismo año, el Alto Mando de la Legión estimó que esa unidad la iban a deshacer para formar una unidad nueva más potente. Francisco, que había firmado “hasta que dure la guerra” vio el cielo abierto. No firmó ningún papel y quedó exento de la Legión.
Como el “Áfrika Korps” ya estaba en Túnez, muy próximo a Argelia, Francisco pensó que después los alemanes irían a por este último país. Y puso tierra por medio. Se marchó a Marruecos. Casablanca le estaba esperando. Se entera que habían reflotado un barco con bandera de conveniencia y se enroló en el mismo ya que iba dirección a Cardiff, en el País de Gales. El barco, con el nombre de “Storaa” (había pasado anteriormente por varias manos y cada una le había bautizado como les dio la gana), marchó hacia Cardiff pero hizo escala en Gibraltar. Francisco no lo pensó dos veces. Se bajó y se quedó en la roca. Pensó que estaba más cerca de Berja, de su esposa, aunque no sabía cuándo podría volver a casa. Mientras tanto, el “Storaa” que había continuado hacia el norte, al llegar al canal de la Mancha es hundido por tres torpederas alemanas causando 21 muertes entre su tripulación, al igual que hunde dos barcos más en aquella acción. Francisco había vuelto a salvarse de, al menos, ese hundimiento. En Gibraltar pasa cerca de un año sobreviviendo de lo que sabía, de albañilería. Allí va a embarcar en el SS “Alex”, un barco con bandera inglesa (ya estamos bajo la sombra de la cuarta) que también hace la ruta hacia Cardiff. Las siglas SS corresponden a las palabras “Steam ship”, es decir “barco de vapor”.
Con el SS “Alex”, que habían artillado para que formara parte de convoyes con suministros bélicos con dirección a la isla de Malta –que inexplicablemente permanecía en manos de los aliados como un portaviones en medio del Mediterráneo-, Francisco está recorriendo la ruta Cardiff-Malta-Cardiff-Malta… hasta el final de la II Guerra Mundial en Europa, puesto que la última nómina de Francisco la firma el 29 de junio de 1945, precisamente en Malta. No pudo llegar a tiempo de ver morir a su esposa. La vida es así de caprichosa y le privó a Francisco de poder darle su último adiós, su último beso. Se puede decir que Francisco siempre huyó de aquella bala que, según él, “llevaba escrito su nombre”. Al final de su vida esa “bala” le llegó en una pequeña habitación del Hospital de Torrecárdenas (Almería capital) en 1995, con ochenta y cinco años. Su vida, desde luego, fue de película.
El más reciente título es “Boceto en gris sobre fondo azul. Emilio Cañadas Rendón, de Roquetas, muerto en Mauthausen con 21 años”. Una historia más del exterminio nazi durante la II Guerra Mundial. ¿Qué mensaje quieres transmitir con este tipo de obras de investigación histórica a las nuevas generaciones?
Es una triste historia de un muchacho, natural de Roquetas de Mar (Almería), que marchó con un amigo hacia Barcelona durante la guerra de España (1936-1939) porque querían ser Carabineros, y lo consiguieron pero por poco tiempo. En Barcelona coincide con su hermano Federico que había sido un dirigente de izquierdas en su localidad y marchó hacia Cataluña temiendo las represalias. Cuando la batalla del Ebro se pierde, Emilio y su hermano Federico pasan, como tantas centenas de miles de españoles, la frontera gala. Un campo de refugiados los acoge; en el caso de Emilio es el de Septfonds. Se alista voluntario a una CTE (Compañía de Trabajadores Extranjeros, la 101ª, eran civiles bajo mando militar francés), y es enviado hacia la frontera de Francia con Alemania para reforzar la Línea Maginot construida tras la Primera Guerra Mundial.
Alemania invade Francia y todas las CC.TT.EE. que estaban a lo largo y ancho de esa frontera son hechos prisioneros. Emilio también. Es enviado a varios stalag (stadt lager, campo de prisioneros de guerra con rango inferior al de suboficiles) antes de recalar en el campo de concentración nazi de Buchenwald. Estuvo muy poco tiempo en este campo porque es transferido a un nuevo stalag (en este caso el XVIII-A, próximo a la ciudad de Klagenfurt, en Austria). Al poco es enviado en un convoy desde Klagenfurt hasta Mauthausen, al norte de Austria, próximo a la ciudad de Linz. Es enviado, al poco tiempo de llegar al campo principal, al kommando de trabajo de Gusen. A los pocos meses de su llegada falleció.
El título del libro hace alusión, precisamente y como si de una metáfora se tratase, a la poca edad con la que murió. Boceto es el inicio para hacer un trabajo, sea un retrato de pintura (como sería el caso), o también para la realización de cualquier proyecto. En el caso de Emilio sería inacabado porque no dio tiempo a finalizarlo, ocurrió tan rápido… en gris, jugando con el color de la ceniza –que era en lo que se convertían después de pasar por el crematorio y salir por la chimenea-, y también con el color del dolor y del sufrimiento. Sobre fondo azul… Azul era el color que llevaron los españoles en el triángulo que debían llevar cosido en la chaqueta a rayas, justo sobre el corazón. Era el color de los apátridas, de los sin patria.
Emilio, a pesar de su juventud, dio muestras de ser una persona decidida, sabía lo que quería y lo realizó. Alcanzó lo que quería. Lo que pasa que las circunstancias le jugaron una mala pasada. Estoy seguro que allá por donde pasara lo hizo con la cabeza alta, luchando hasta el final. Lo había vivido en casa y tenía las ideas muy claras pero… Lo primero que pretendo con mis obras es que se conozcan pequeñas historias individuales, que son tan importantes o más que una historia general. Incluso la unión de muchas microhistorias pueden completar una historia general. Son personas que pasaron por este mundo y que ya no están pero sus hechos son dignos de ser contados y tenidos en cuenta para que futuras generaciones tomen nota y puedan, llegado el momento, estar a la altura de lo que estuvieron mis personajes o cualquiera otros que puedan aparecer en otros títulos en los que se cuenten otras historias parecidas o paralelas a estas que yo he pretendido que se conozcan. No sé si lo habré conseguido. Al menos intención no me ha faltado y en eso estoy, en eso continúo.
Nos consta que está a punto de publicarse tu octavo libro que llevará por título “De la Axarquía a Mauthausen. El largo viaje de Juan Gutiérrez Perea”, ¿puedes adelantarnos un poquito sobre esta inminente publicación?
Solo puedo decir que es otro libro que trata de un varón que muere con 35 años en Gusen, subcampo de Mauthausen; que huyó de su Benamargosa (Málaga) tras la toma de Málaga por las tropas de Franco uniéndose a la mal llamada “Desbandá” –así se le llama a una huida precipitada de animales. Ellos eran personas que huían para poner sus vidas a salvo, desde Málaga hacia Almería. Más bien hubiera sido mejor llamarle “la retirá”, porque eso fue, una retirada-. Llegó a Almería pero permaneció poco tiempo porque él quería llegar a Castellón donde estaba el Instituto de Carabineros y él quería ser uno de ellos. Lo consigue. Tiene que huir, como tantos miles de españoles hacia el país vecino, tras los Pirineos. Es recluido en un campo de refugiados. Se alista a una CTE, lo hacen prisionero los alemanes tras la invasión y después de pasar por tres stalags llega a Mauthausen. Al poco tiempo fallece.
La historia de Juan es importante pero, más importante aún es la historia de su esposa: Mariana. Mariana se queda sola en casa con un hijo pequeño y, por si no era bastante embarazada de la que será una niña que Juan no conocerá jamás. Para colmo de males, Mariana tiene que aceptar el fusilamiento de su padre y de un hermano y, por si no fuera suficiente todo ese cúmulo de circunstancias que se le fueron acumulando a Mariana, tuvo que enfrentarse a la ira de todo un pueblo: Benamargosa, en la Axarquía malagueña, que la represalió por ser su marido un desafecto al régimen. Corte de pelo al cero, toma de aceite de ricino, paseada medio desnuda por su pueblo, insultada, vilipendiada, escupida, zarandeada…y encinta. Al poco tiempo Mariana abandonó su Benamargosa para desplazarse a Vélez-Málaga donde murió pensando que Juan no había muerto, quizá se había juntado con una francesa y se hizo viejo… La verdad la conoció la familia por este autor que les está contando la vida de Juan. SUna nieta, en 2005 había escrito en una página de internet que no sabía dónde estaba su abuelo. Se fue a la guerra de España y escribió una carta desde Francia en 1940. No sabían nada más de ella. Contesté aquel correo pidiéndole señas de su abuelo. Busqué en mi documentación y… allí aparecía Juan Gutierrez Perea, fallecido en Gusen en 1941. Fue un schok para la familia conocer por mi esa triste noticia pero… al fin y al cabo aliviados por haber sabido, aunque tan tarde, qué fue de él realmente.
Mariana quiso saber, antes de morir, dónde estaba su marido, qué había sido de él, si estaba vivo o muerto… anduvo por todas las administraciones, al final la Embajada de Francia en España le remitió un formulario que debía rellenar, en francés, y devolverlo a procedencia… Mariana, ni sabía hablar y mucho menos escribir en francés, y recién llegada a Vélez Málaga, tampoco conocía a gente que le pudiera ayudar… Nunca completó y mucho menos envió ese formulario. Tampoco tuvo acceso a las indemnizaciones del gobierno alemán como otras familias de Benamargosa que aparecen en el libro. Tampoco recibió del Ministerio de Asuntos Exteriores de España aquel certificado de defunción que en 1952 había remitido el gobierno francés para que los hicieran llegar a los familiares de los fallecidos… Todos esos pormenores están desarrollados en este interesante libro que pronto verá la luz.
Queremos agradecer esta interesante entrevista a Pepe Sedano que como no podría ser de otro modo, tiene más proyectos a corto y largo plazo, ¿nos hablas de ellos?
Claro. Tengo pendientes de publicar, en el momento de redactar estos renglones, tres libros. Ese que hemos hablado en la pregunta anterior sería uno. Otro que ya está terminado del todo pero he preferido posponerlo para que salga antes el de Juan Gutiérrez Perea, que lleva por título el de “Adra. 1938. La Azucarera y un telegrama”. Me encontré documentación de cartas enviadas en 1938 entre distintos órganos del gobierno de la República ante la negativa de la sucursal en Almería del Banco de España para que abonase la cantidad de 1,00.000.- pesetas a la Azucarera de Adra por azúcar confeccionada para ser remitida al frente para alimentar a los soldados republicanos. Interviene el Gobernador Civil de Almería que casi a punta de pistola obliga al sustituto del director del Banco de España en Almería a que adelante esa cantidad –a la que se negaba hasta que no llegase el Director-, y en la que interviene, tanto el Presidente del Banco de España como el Ministro de la Gobernación del gobierno de la República. Al final la cantidad se ingresó pero fueron 62 días de interminable correspondencia republicana.
El tercero tiene por título “‘Haciendo la luna’ en la 96 Brigada Mixta del EPR. ‘Largas cambiadas’ y ‘A porta gayola’ de Manuel Campos Padilla”. Es la microhistoria de este paisano que lo dieron por desaparecido en una de las batallas que conformaron lo que fue la batalla de Teruel –la batalla de Alfambra-, pero que realmente no desapareció. Una noche, buscando muertos de su unidad y armas, perdieron la referencia de su unidad y fueron a parar a las líneas enemigas. Fue hecho prisionero y enviado a un campo de concentración donde finalizó la guerra. Al tiempo apareció por casa cuando ya lo daban por desaparecido.
Es también, todo el libro, una metáfora vital porque la 96ª Brigada Mixta del Ejército Popular de la República estaba plagada de toreros de segunda clase, novilleros, banderilleros, picadores, mozos de estoque… y muchos de ellos eran oficiales de la misma. Le llamaban la “Brigada torera”. Eso me ha servido para escribir este libro en el que comparo a Manuel como un maletilla que se fue a “hacer la luna”. Para los que no son taurinos, “hacer la luna” significaba que los maletillas, en las noches de luna llena, se iban a las dehesas donde había una ganadería de toros, saltaban la valla e intentaban darles algún pase a los toros que pastaban allí. A muchos les costó la vida. Manuel era un “maletilla” en la Brigada. Cuando estaba en la trinchera veía relucir, en la trinchera del enemigo, las bayonetas de los fusiles como si fuesen pitones astifinos. Los pases que tuvo que darle a la vida, primero para sacar su casa y su familia adelante, haciendo barriles para el embarque de la uva de mesa en aquellos años que era tan demandada. Y además eran los pases taurinos más difíciles de realizar: las largas cambiadas. La más atrevida, la larga cambiada a porta gayola, también la dio haciendo una guerra.
Manuel murió joven, con 68 años. Pero, en tan poco tiempo, fue capaz de sacar una familia adelante con la constancia de su trabajo de barrilero y cuando terminaba la época de fabricar estos barriles se iba a Cádiz a continuar otro trabajo para la empresa que trabajaba en Berja.
Además, estoy en fase de recabar documentación de diversos archivos para escribir, llegado el momento, otro libro específicamente sobre las personas de Berja que fueron deportadas a los campos de concentración nazis (en mi caso solo fue a Mauthausen y a Dachau), tanto los que murieron como los que sobrevivieron. No sé cuándo le veré el final. Tampoco tengo prisa.
Para quién esté interesado en cualquiera de estas obras puede contactar conmigo vía correo electrónico a través de: elgaleote@yahoo.es
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