Entrevista a Pedro Gullón: «Las desigualdades sociales son centrales en comprender qué es lo que hemos pasado durante la pandemia y cómo hemos podido responder en todo este tiempo»

Por Ricard Jiménez

«Las epidemias no surgen de la nada, parten de unos contextos sociales y políticos concretos; y entender este sustrato político, económico, sanitario y social es clave para analizar cómo afectan», precisaba Capitán Swing en la presentación del libro Epidemiocracia, de Javier Padilla y Pedro Gullón.

Con Gullón hemos tratado de abordar el tema de esta pandemia, que para el resto era totalmente imprevista, y sobre la que ya vamos necesitando visos de buenas nuevas, aunque sigamos inmersos en una incertidumbre inconcreta.

  • ¿Qué es y cómo se evalúan la eficacia y la efectividad, en este caso, de las vacunas del COVID-19?

Son conceptos que son parecidos pero que no son iguales. La eficacia es el efecto que encontramos en un tratamiento (o una vacuna) en las condiciones ideales de un ensayo clínico. En estos casos es muy fácil estimar el efecto de la vacuna: a un grupo de personas se le da la vacuna y a otra un placebo de forma aleatoria. Esto hace que ambos grupos sean iguales salvo en que reciben o no el tratamiento; de manera que cuando les seguimos durante un tiempo y vemos qué efecto ha tenido la vacuna, podemos atribuir esas diferencias a la vacuna. Sin embargo, la efectividad habla de cómo se comporta eso en condiciones reales en la población. Los estudios de efectividad son estudios observacionales donde se mira cuál es el efecto de la vacuna en vacunados y no vacunados, ¿cuál es el problema? Que el grupo de vacunados y de no vacunados no son iguales, porque escogemos a las personas que ponemos la vacuna (por edad, condiciones, o la característica que se decida), y cada grupo social se comporta de forma muy diferente. Por tanto, los estudios de efectividad son muy útiles para saber cómo se está comportando la vacuna en la realidad, pero lo tienen más difícil aislar el efecto concreto de la vacuna, ya que interactúa con otras causas que diferencian a los grupos de vacunados y no vacunados.

  • ¿Qué resultados pueden ir obteniéndose a medida que se vacuna la población?

Lo que podemos ir esperando es lo que ya estamos observando, que la enfermedad pase a ser un cuadro más leve. Estas vacunas han mostrado excelentes resultados en prevenir la enfermedad grave, y ahora mismo ya vemos que con incidencias altísimas, el número de personas fallecidas o en los hospitales no es tan alto como se esperaría para este número de casos. No obstante, ya estamos viendo que, por ahora, tenemos que seguir combinando las vacunas con otras herramientas de salud pública (mascarilla, cuarentenas, evitar grandes aglomeraciones…) porque podemos seguir teniendo aumentos de transmisión muy grandes. No hay que olvidar que una eficacia (o efectividad) de un 90% frente a infección sintomática quiere decir que los vacunados tienen un 90% menos de probabilidad de desarrollar infección sintomática que los no vacunados, pero no quiere decir que ese riesgo sea 0.

  • ¿Cómo puede analizarse lo que estamos viendo en las gráficas de Israel? ¿Tienen menos efectividad las vacunas?

  • ¿Se ha aprendido de cara al futuro? ¿Cuáles son los factores sociales y políticos que nos pueden hacer prevenir otra pandemia?

Pocas de las condiciones estructurales han cambiado. Existen algunas condiciones políticas, económicas o ambientales que aumentan el riesgo de aparición de epidemias y que, por desgracia, no están tanto en el debate político. Por un lado, la invasión de ecosistemas que permite unas interacciones entre ser humano y naturaleza aumentan la posibilidad del salto entre especies; seguramente esto esté detrás del surgimiento del COVID-19, igual que lo ha estado detrás de algunas de las últimas pandemias. Por otro, la alta dependencia que tenemos de la movilidad internacional, con un aumento sin precedentes de los viajes en avión en los últimos 40 años, convierten en global cualquier reto en cuestión de semanas. Y, por último, los factores que pueden facilitar la transmisión dentro de los países, tales como su estructura laboral, las condiciones de los hogares o de las ciudades… Ninguno de estos elementos, todos fuera del sistema sanitario, están siendo considerado como claves en la prevención de futuras pandemias.

  • Una de las críticas más recurrentes durante toda la pandemia ha sido la falta de transparencia o la falta de eficacia a la hora de informar, ¿cómo deberíamos hacerlo los medios de comunicación?

Como a tantos temas, ojalá tuviera una respuesta sencilla a esta pregunta, que creo que es uno de los elementos sobre los que tenemos que reflexionar más. En mi opinión, y evidentemente está sesgada por mi propia experiencia, creo que la inflación informativa no ha hecho mucho bien para transmitir información clara. Muchas personas, medios de comunicación, divulgadores, personas individuales… que buscan la novedad de cada día para generar clicks y beneficio. Esto afecta de forma más grave a grandes medios que han mezclado la información con el entretenimiento, generando polémicas superficiales en temas que requieren más reflexión. Y esto no es solo una cosa de los medios de comunicación; muchas personas del ámbito de la salud también han querido sacar beneficio de la situación, y han contribuido a estas polémicas, y a la generación de información de cantidad en lugar de información de calidad.

  • ¿Cómo consideras que ha sido la gestión de la pandemia en España?

Otra pregunta para la que no podría responder de forma simple. Creo que hemos tenido elementos muy positivos en la respuesta, las transformaciones y la comunicación en algunos momentos. En cambio, la respuesta social parece que ha quedado a medias, y el foco en muchos momentos ha estado en el ámbito hospitalario, dejando de lado el refuerzo de los cuerpos de salud pública y atención primaria.

¿Puede ser mejor la gestión sanitaria de una pandemia en países capitalistas qué deben priorizar la economía, que imbrica con la vida misma?

Hay muchos elementos de lo que analizamos en la respuesta a una crisis como esta que dependen de las condiciones en las que parten los países. Hay países que tienen unos recursos económicos elevados derivados de una historia de dominación sobre otros territorios, y que les permiten responder de manera más agresiva. Esas condiciones de posibilidad son las que hacen que algunos países puedan permitirse comprar vacunas para vacunar a su población entera 4 ó 5 veces, mientras que otros a estas alturas no lleguen a un 2% de población vacunada.

  • Una de las cosas que se extraen del libro Epidemiocracia es el paso de lo individual a lo colectivo en el ámbito epidemiológico, ¿Qué relevancia tiene la constitución y visión social que tenemos?

La epidemiología y la salud pública son en sí el estudio y la acción sobre la salud colectiva, pero el individualismo penetra también en ellas. Esto tiene una relevancia muy grande en las respuestas que podemos dar, ¿a quiénes dejamos atrás? ¿a quiénes culpamos de los casos? ¿Qué elementos priorizamos en la reconstrucción de la sociedad tras esta crisis? Uno de los ejes principales sobre los que pivota la respuesta a estas preguntas es precisamente si vamos a dar una respuesta basada en la competencia individual o en principios de colectividad e inter-dependencia. Y esto no se trata de una respuesta dicotómica, porque el individualismo creo que ha penetrado mucho a la hora de culpabilizar a algunos sectores del aumento de casos (“esto es culpa de los jóvenes que hacen botellón” vs análisis del modelo de ocio), y que eso ha llevado a acciones muy punitivas y poco estructurales. Pero, por otro lado, la distribución de la vacuna, fuera de criterio de mercado, y llena de solidaridad entre generaciones, muestran también el camino de respuestas con una visión mucho más poblacional, aunque pueda ser también mejorable.

  • ¿Qué importancia han tenido y tienen las desigualdades en este sentido?

Enorme. Las desigualdades en salud es un tema ampliamente estudiado en la epidemiología de las últimas décadas, y en el COVID-19 también lo hemos visto. Tenemos múltiples estudios sobre cómo las condiciones de trabajo o vivienda aumentan el riesgo de infectarse de COVID-19, las posibilidades de tener COVID-19 grave dependen de tener otras condiciones crónicas, que también se asocian a una posición socioeconómica menos aventajada, a nivel global el acceso a las vacunas sigue un gradiente de poder económico… De manera que sí, las desigualdades, y a múltiples niveles, de clase, de género, de etnia, de territorio… son centrales en comprender qué es lo que hemos pasado y cómo hemos podido responder en todo este tiempo.

 

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