Entrevista a Pedro Feijoo: «Escribir Sen Piedade ha sido como tirar una botella al mar pidiendo ayuda»

Por Iria Bouzas

Pedro Feijoo es un escritor vigués que se ha convertido en un superventas recorriendo un camino casi desconocido hasta ahora, escribir en gallego para luego traducir sus obras al español.

Hay escritores que utilizan su habilidad con las palabras para elevarse por encima de sus lectores. En cuanto conoces a Pedro te das cuenta de que es un autor muy diferente, es alguien que lejos de alejarte, te ofrece sus historias como un puente sin barreras para acercarte a él.

Historias que son como muñecas matrioskas en las que los argumentos son también una excusa para llevar al lector a lugares, emociones y sentimientos con los que no esperaba encontrarse al abrir el libro.

Pedro sabe que desde que lo leí, me obsesiona su último libro Sen piedade (Xerais, 2018),  así que cuando le digo que he centrado toda la entrevista sobre él, solo se ríe y me dice que le parece bien.

Sen Piedade es un libro que engaña. Empiezas leyendo un libro muy cinematográfico y de acción y terminas leyendo otra cosa diferente, ¿Es algo premeditado o una vez que empezaste a escribir la historia te llevó por ahí?

Supongo que eso se puede decir que es un poco “marca de la casa”, no es algo que haga conscientemente y piense que en este libro lo voy a hacer así. Siempre intento construir las historias de tal manera que no te esperes ese final. Yo creo que cuando el lector firma contigo ese pacto de credibilidad y está de acuerdo en acompañarte a lo largo de todo el recorrido de la novela, tu responsabilidad es mantener el interés y sorprenderlo en la medida de lo posible. Me gusta mantener el juego con el lector todo el tiempo.

Leyendo la novela, me da la sensación de que el viaje de dos chicos jóvenes realmente sirve de excusa para contar la historia de varias mujeres relacionadas con ellos. ¿Me he equivocado mucho en la interpretación?

Antes de nada decirte que si tú lo has interpretado así, así es como vale. Una vez que publico una historia, la doy. Los libros, como cualquier otra expresión artística, no vienen con manual de instrucciones. Si tú como lectora lo interpretas de esa manera es fantástico. Cuando publiqué A memoria da Choiva la gente tomó el final como un final abierto y cada lector hizo la interpretación que quería de él, y yo jamás discuto las interpretaciones. La que tenga cada lector es tan válida como la mía.

Ahora bien, en el caso de Sen Piedade tu interpretación coincide con la mía. Esto fue un encargo de novela juvenil que en cuanto empecé a escribir supe que no podía seguir por ahí, así que decidí que iba a ser una historia que empezase como una novela juvenil de dos chicos que se tiran a la carretera pero que una vez que tenga al lector en el coche conmigo, una vez que esté allí sentado, le voy a contar otra historia.

Las protagonistas son ellas, pero el hecho de que no te des cuenta hasta que casi es demasiado tarde y el hecho de que apenas se digan sus nombres es un intento de reflejar lo que creo que pasa en la calle. Siempre sucede lo mismo, de ellas no sabemos nada hasta que es tarde. ¿Cuántas mujeres hay de las que no conocemos su historia hasta que las han matado pese a que han denunciado una y otra vez su situación? Eso intentaba transmitir, a veces llegamos a ellas demasiado tarde.

Teo y Gordo, los protagonistas, son dos chicos jóvenes llenos de cicatrices. Su dolor por un lado transmite ternura al lector, pero por el otro da la sensación de que tú como escritor estás muy enfadado con ellos. ¿Les has perdonado ya?

En cierto modo, este libro tiene dos vertientes. Una que es la parte más social, que es de la que hablábamos antes, pero luego hay otra parte más íntima que es la que tiene que ver directamente conmigo. Para mí este libro es una batalla personal. Enfrentarme a cuentas que tenía pendientes conmigo mismo y a partes de mi vida que no había cerrado bien. Supongo que si hay una parte que tenga que ver con el perdón de los personajes es porque es la que tiene que ver en realidad más conmigo intentando enfrentarme a estos fantasmas, y no sé si mi intención era la de perdonarme o la de intentar ver qué hacer con todos estos desastres.

No lo sé. Este libro es una pelea conmigo mismo que sabía de antemano que iba a perder. Pero tenía que meterme en ella porque ya no podía escapar más. Pero no tengo yo muy claro que haya perdonado a nadie.

Tus otras novelas tenían mucho de históricas, de contar realidades de otros. Este libro cuenta una historia, pero habla de sentimientos muy extremos. Es un desgarro emocional. ¿Qué te supone como escritor una experiencia así? ¿Era una necesidad escribirla? ¿Da vértigo?

¡Pues casi lo contestas tú! Era una necesidad y da un vértigo que te mueres.

Todas las novelas anteriores son libros que tenían la intención de ser historias bajo las que pongo en valor el mensaje que quiero transmitir. A lo largo de estos años de trabajo siempre ha habido esa intención. El problema es que llegué a obsesionarme tanto con eso que me olvidé mí. Me he dado cuenta de que durante este tiempo he sabido que estaba huyendo hacia delante. Hubo un momento en el que supe que iba a tener que parar y ajustar cuentas con lo todo lo que estaba mal. Piensa que durante todos estos años me he encontrado noche tras noche en hoteles pensando en lo mismo. Así que era una necesidad que me daba miedo, pero tenía que hacerlo.

¿Y te ayudó el escribir la historia para resolver esos problemas?

No, de hecho, no está resuelto pero ahora lo tengo en papel y puedo verlo de otra manera. Esto ha sido como ser un náufrago que ya no puede más y que tira una botella al mar pidiendo ayuda.

Me ha fascinado la relación de la novela con la música. Cada capítulo está relacionado con una canción. Háblame de eso.

Ha sido una forma de intentar exponerme. Yo he trabajado muchos años como músico hasta que llegó un punto en el que no podía más. El precio que tenía que pagar era demasiado alto. Así que lo dejé.

Como mucha gente sabe esta historia, cuando leían las novelas buscaban un rastro de esa vida anterior y me reclamaban el hecho de que no hubiera más música. Sí que la había, pero no me gusta ponerla de manera explícita.  Así que cuando llegó el momento de componer Sen Piedade, ya que es tan personal, intenté hacerlo de una manera más abierta y por eso se me ocurrió hacer lo de los capítulos.

En Sen Piedade amplías el escenario de tus historias a más allá de Vigo, aunque esta ciudad vuelve a ser parte de ellas. ¿Qué tiene Vigo?

Yo utilizo la ficción para poner en valor otras muchas cosas y muchas veces utilizo Vigo porque es el espacio que mejor conozco. Pero en esta novela realmente no es este el motivo. Lo que hace especial a Sen Piedade es que es una novela escrita en carne viva, está llena de verdad. Cuando necesito decir todo el tiempo esa verdad estoy utilizando emociones que conozco y para ello tengo que agarrarme a espacios que conozco bien. Que sé cómo huelen o que luz tienen a cualquier hora del día para no despistarme buscando sitios que no conozco.

La entrevista a Pedro termina con la entrevistadora pensando en releer por tercera vez Sen Piedade y con la sensación de que todavía hay muchas más cosas que encontrar dentro de sus páginas. Cosas, por las que volverle a preguntarle algún día, aprovechando la generosidad de un escritor que comparte con tanta pasión sus historias.

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