Najat Vallaud-Belkacem: “Nadie puede creer que las mujeres migrantes decidan, una por una, prostituirse en las aceras de otro país”

Por Nuria Coronado Sopeña

Najat Vallaud-Belkacem, exministra de los Derechos de la Mujer de Francia y artífice de la aprobación el 13 de abril de 2016 de la ley francesa abolicionista de la prostitución

Su empeño por señalar al putero resultó ser “la batalla más difícil, al mismo tiempo que la más emocionante” de su vida. No le importó ni la soledad vivida por tocar un tabú y derribarlo, “desde el principio esta ley estaba fuera de lo común, ni el abandono de sus propios compañeros de partido. “Los líderes políticos de mi propia familia política, temiendo ser vistos mal, prefirieron guardar silencio. En el mejor de los casos tenía tres o cuatro diputados aliados”, recuerda en su reciente paso por la Escuela Feminista Elena Arnedo impulsada por Lorena Morales Porro, secretaria de Igualdad del PSOE-M y portavoz en la Comisión de Mujer de la Asamblea de Madrid.

Tampoco pensó en la ridiculización que hicieron de ella los medios de comunicación. “La prensa se posicionó en contra mía, me desairaron. Las encuestas decían que los franceses no estaban de acuerdo con mi reforma”, o en los argumentos de los  artistas e intelectuales que se auto llamaron los «343 bastardos» en su declaración “No toques a mi puta» -en la que se echaban las manos a la cabeza diciendo que hoy era la prostitución, mañana sería la pornografía, ¿y después? – y su provocación en forma de analogía de las mujeres («343 putas») que tuvieron el valor en 1971 de decir que habían abortado”.

La única libertad

Najat Vallaud-Belkacem recogió el guante y en una rueda de prensa puso en su sitio a los señoros. «Las 343 putas exigieron en su momento poder disponer libremente de sus cuerpos. Los 343 bastardos exigieron el derecho a disponer de los cuerpos de otras personas. Creo que eso no requiere más comentarios. Les recordé lo que decía la Declaración de los Derechos Humanos: La libertad consiste en hacer todo lo que no perjudique a los demás. Corresponde a la ley establecer los límites de lo que perjudica a los demás”.

Que una mujer se propusiera acabar con el privilegio masculino de “irse de putas”, como el que se va a la compra, penalizar al prostituidor por ello, a la par que dar soluciones a las mujeres que son esclavizadas, fue su sorora obsesión. “Cada vez que un político o una política dice que hay un problema con la prostitución, se le acusa de inmiscuirse en lo que no le incumbe, de querer imponer valores morales y así sucesivamente. Señalar el problema provoca inmediatamente reacciones en la piel, horas y horas de debate en la televisión o en las cenas familiares. La excusa para no afrontar la realidad se viste de moral, de sexualidad, de miedo a que la ley interfiera bajo el propio techo, en el dormitorio, en la intimidad”, recalca.

Y lo que ella quería era hacer que Francia avanzara. “Pretendía que se reconociera a las prostituidas como víctimas y que se abrieran mecanismos para ayudarlas a salir de las garras de las redes; reintegrarlas mediante el apoyo social y sanitario, la formación y la provisión de un ingreso sustitutivo. Por eso también es una ley que prevé un fondo de 20 millones de euros. Ellas ya no son obligadas a testificar, sino que se les anima a hacerlo con medidas de protección (anonimato, identidad prestada, dirección prestada). Es esencial que se garantice su seguridad y que se avance en la lucha contra la trata de personas. Limitar al máximo la entrada de mujeres en los canales y apoyarlas para que salgan de ellos”, reconoce.

Imitar el modelo sueco

Con la razón del abolicionismo en 2016 sacó del callejón sin salida de la prostitución, a las mujeres que eran obligadas a llegar a él y logró que el parlamento francés aprobase la ley francesa contra el sistema prostitucional. Ese día Najat Vallaud-Belkacem hizo historia.

Una historia que comenzó a gestar en 2002 tras asistir a una conferencia del gobierno sueco en la que se expuso la ley sobre la criminalización del prostituyente que llevaba a cabo. “Me sorprendieron los razonamientos dados y la eficacia de su ley en vigor desde 1999. Posteriormente, como Secretaria Nacional del Partido Socialista para Asuntos Sociales, continué investigando”.

Una investigación que le llevó diez años y con la que constató que la cara de la prostitución había cambiado. “Todo se había vuelto más organizado e involucraba más redes que antes, era mucho más un caso de trata de seres humanos que cuando Suecia había empezado a penalizar a los consumidores. Francia se retrasó”.

Con tal visión supo que para que Francia siguiera el ejemplo sueco necesitaba la complicidad de la cámara. “Dependía de la clase política mostrar cómo el sistema se había volcado en la industria globalizada, la industria del crimen. Con esta cifra, que era difícil de pasar por el radar: el 90% de las prostituidas que está en mi país son de origen extranjero, la gran mayoría fueron llevadas allí por otras personas para ser explotadas sexualmente, lo que reduce considerablemente la tesis del consentimiento defendida por los anti abolicionistas”.

Tras muchísimas reuniones, discusiones, contorsiones y asombrosas alianzas políticas, la reconocida feminista recuerda cómo se llegó finalmente la semana de la votación final de esta ley. “En abril de 2016, cuatro años después de su anuncio y dos años y medio después de su presentación. No me di por vencido, no quería perder ninguna oportunidad, ningún voto. El domingo anterior al día de la votación, llamamos casi uno por uno a los diputados y diputadas para levantar la última reticencia. Finalmente, la ley fue aprobada: ¡130 votos de diferencia! 268 votos a favor, 138 en contra y 79 abstenciones”. 

Un momento que aún le pone los bellos de punta. “Mi alegría fue inmensa, mi reacción instintiva fue levantar el puño como un hincha cuando su equipo acaba de marcar.  Nuestro duro trabajo había dado sus frutos. Sobre todo, estoy firmemente convencida de que hemos dado un paso esencial y hemos llegado a un punto de no retorno”.

La cadena que ata a las mujeres

Para Najat Vallaud-Belkacem, el argumento de que la prostitución “es una actividad ordinaria como cualquier otra”, es inadmisible. “Nadie puede creer que las mujeres migrantes decidan, una por una, venir a prostituirse en las aceras de París o de cualquier país. Todas ellas son importadas en masa a Europa occidental, desde África, Europa oriental o Asia, por redes extremadamente violentas. Tienen miedo. Se les obliga a reembolsar a la red criminal el precio de su paso por el país, que puede llegar a ser de 50.000 euros. Esta deuda original actúa como una cadena a la que están atadas hasta que es pagada, y eso es al capricho del proxeneta. Por lo tanto, la situación de las prostituidas extranjeras es particularmente espantosa”.

Un espanto patriarcal que en el país vecino se estima esclaviza anualmente a unas 60.000 víctimas. “Junto con las numerosas asociaciones de base, como el Movimiento de Nid o Médicos del Mundo, pero también la policía y las administraciones competentes, hemos establecido el panorama más objetivo posible de la situación. Aunque existen dificultades de cuantificación relacionadas con el contexto de la prostitución, nos hemos beneficiado sin embargo de algunas referencias y elementos de comparación sólidos. Nos enteramos de que uno de cada ocho hombres había experimentado sexo pagado. Entre los jóvenes, los de 18 a 25 años, el 12% había recurrido a él, ¡en comparación con el 39% en España!”.

La cifra, aunque no tranquiliza a la exministra, la hace poner en primer plano la necesidad de hacer pedagogía. “Teníamos el deber de educar a las generaciones más jóvenes sobre la igualdad de género. No se trata sólo de luchar contra la violencia, la opresión específica que representa la prostitución, sino de transmitir el principio de que el cuerpo de la mujer no es una mercancía, que no es un objeto. Por eso viví otra batalla absolutamente infernal. Se me acusó de todos los males: de censora, de ingenua que no entendía nada, de putofóba que intentaba eliminar a las prostitutas…”.

El falso derecho de venderse

Para la exministra dar la vuelta a la desigualdad parte “de aceptar la complejidad de esta difícil cuestión social de la prostitución sin abandonar los argumentos más simples, que no son simplistas”. El de la libre elección es uno de ellos. “Invocan su libre albedrío, el gusto de su oficio y no aceptan, como traté de oír cuando me reuní con ellas, lo que toman como una orden para cambiar sus vidas. De hecho, la ley que yo llevaba, al establecer los medios para sacarlas de la prostitución y promover su reinserción, les alentaba a cambiar sus vidas. Comprendo que un hábito, incluso destructivo, está arraigado, que un cambio requiere valor, pero rechazo la idea de que la prostitución sea una profesión envidiable”, recalca.

Además, Najat Vallaud-Belkacem, -tras un episodio violento en julio de 2012 con el STRASS (Syndicat du Travail Sexuel), asociación opuesta a su ley, que interrumpió una de sus reuniones públicas lanzándole bolsas de sangre falsa y llamándola putofóba- intentó dialogar con sus miembros. “Con las prostitutas que aceptaron verme, tuvimos la discusión sobre el libre albedrío y la banalidad de la prostitución. Una de ellas, más virulenta, obviamente intentaba desanimarme hasta que le pregunté si tenía una hija, que me respondió afirmativamente, y que continué con una simple pregunta: ¿qué diría usted si su hija le dijera mañana que quiere hacer lo mismo? No sabía qué responder y un representante de la asociación me acusó de manipulación, el proceso fue vergonzoso, ¡estaba jugando con la emoción! Sin embargo, actué de buena fe, no había ninguna estratagema en mi pregunta, sólo un deseo de ir al grano, a través de preguntas concretas”.

De hecho, la exministra les llegó a plantear ¿por qué estas prostitutas no animan a sus hijas a adoptar eso que llaman trabajo como fue el caso a principios del siglo XX? “Quizás haya prostitutas que estén realmente satisfechas con su suerte. ¿Pero no es esta satisfacción la satisfacción del rencor, de la no elección? ¿Y justificaría que todas las prostituidas que han sido forzadas por otros, por la pobreza, sean abandonadas a su suerte?”.

La política francesa apoya sus principios abolicionistas en la cantidad de documentos que durante su mandato conoció y que coincidían en el horror de la prostitución y el camino imposible que hay que seguir para salir de ella, pero sobre todo en las supervivientes que le contaron cómo se rompieron. “Me conmovió particularmente el testimonio de Rosen Hicher, cuya historia y discurso estaba basado en la violencia y miedo. Cuando nos centramos en las historias de las mujeres que terminaron en la acera, a menudo nos sorprende la historia de violencia que reconocemos. A menudo experimentan la violencia en la primera o mediana infancia, o en la adolescencia. Es fácil ver cómo, en el caso de una violación, por ejemplo, se produjo una disociación de su cuerpo en la víctima, que luego le permite regalarlo o venderlo. La violencia sufrida coloca a una mujer en la violencia”.

Ir al meollo del sistema prostitucional

Así las cosas, Vallaud-Belkacem tiene claro que la prostitución nunca se agotará sin atacar al corazón del sistema. Es decir, los propios consumidores. Por eso quería que fueran penalizados. “Cien veces me encargué de describir en términos concretos la responsabilidad de ellos. Cualquiera que tenga un mínimo social de humanidad, imaginando que las mujeres a las que compran eso que llaman servicios sexuales, son víctimas de redes que las han secuestrado, raptado, violado, golpeado y drogado, se ve obligado a pensar en los méritos de la prostitución”.

La responsable de la Ley Abolicionista recuerda el ejemplo de niños y niñas de tres años atados por proxenetas nigerianos a los pies de una cama durante más de dos años para obligar a sus madres a prostituirse, primero en Marruecos y luego en Europa. “El hecho de que diera tan sórdidos detalles en mi discurso sirvió para demostrar que el argumento permanente del consentimiento de las mujeres para prostituirse, no puede ser apoyado sin mala fe. Si fueran libres de hacerlo, no se enfrentarían a tanta violencia. Creo que debemos poner palabras crudas en lo que es una esclavitud infame y devolver a la prostitución su cara real para borrar la imagen fantástica y los clichés engendrados por la ignorancia. Este negocio, produce una cascada de desgracias, alienado a las mujeres durante demasiado tiempo, asesina la igualdad a través de la comercialización, la relación de dinero, el equilibrio de poder, vale 40.000 millones de dólares y enriquece a los proxenetas, los traficantes de drogas, las mafias favorecidas por la globalización”, recalca.

Un reciente informe de evaluación muestra que esta ley fue realmente un punto de inflexión abolicionista en Francia. “En efecto, gracias a la derogación del delito de captación y la reversión de la acusación penal a los mal llamados clientes, se ha registrado un aumento del 54% en los procedimientos de captación y lucha contra la trata de seres humanos. Se ha multiplicado por siete la indemnización a las víctimas del proxenetismo y la trata de seres humanos. 395 personas se han beneficiado de una vía para salir de la prostitución, lo que les ha permitido obtener un permiso de residencia, acceso prioritario a la vivienda y asistencia financiera”.

Además, casi 5000 puteros han sido arrestados desde la adopción de la ley y se han reasignado 2,35 millones de euros de los fondos de proxenetismo incautados para apoyar a las prostituidas. “Lamentablemente, el inconveniente es que el gobierno ha cambiado desde entonces, y esta ley se aplica de manera insuficiente, en particular porque los poderes públicos no han tenido los medios para hacerla cumplir desde 2017. Ni los medios financieros, ni la adaptación seria a los nuevos escenarios de la prostitución (sólo el 10% de las condenas por proxenetismo agravado se refieren a la prostitución en Internet). Ni siquiera una dirección seria: el comité de seguimiento interministerial no se ha reunido desde junio de 2017. Una laguna que ha impedido el pilotaje de la ley”, finaliza.

2 Comments

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