Cuando te enfrentas por primera vez al universo del Inspector Carlos Manso lo que más choca es esa mezcla de derrota personal del protagonista, que viene de ver lo peor de la sociedad en su trabajo como policía, con su incapacidad para aceptar la injusticia y su necesidad de proteger a los más vulnerables.
Manuel Esteban es un escritor atípico. Presentó su primera novela al premio Xerais en el año 2016 y se olvidó de que lo había mandado porque no tenía ninguna expectativa de quedar finalista. No solo lo consiguió, ese año fue el ganador del prestigioso premio que concede esta editorial que publica en lengua gallego.
Hay muchos médicos como él comprometidos en la lucha social y también hay algunos que además de ejercer su profesión a veces escriben, pero la particularidad de Manuel es que es un escritor que todavía ve la literatura desde el punto de vista del acérrimo lector que siempre ha sido y eso ha hecho que sus dos primeras novelas A Ira dos mansos (Xerais, 2016) y O meu nome é Ninguén (Xerais, 2018) sean, además de unas historias adictivas, un ejercicio de honestidad literaria.
¿Cómo te enfrentas a la creación de un personaje con tantas caras y tantas facetas?
Pues no hay una respuesta sencilla, cuando empecé a escribir “A Ira dos Mansos” pretendía hacer un esbozo, un cuento de dos carillas en las que un inspector de policía se encontraba con el cadáver de una muchacha con Síndrome de Down. En ese momento la idea era solo la de escribir un cuento más de los que escribía en aquella época para transmitir ideas a otros padres que, como yo, tenían hijos con Síndrome de Down.
Quería presentar al personaje de Carlos Manso como un policía rudo y bronco pero no fui capaz. A medida que lo escribía, el inspector fue modelándose y terminó siendo algo a medio camino entre lo que iba a ser y lo que yo aporté de mi parte. Y es en esa mitad del camino donde nos encontramos él y yo y donde quedó definido este personaje poliédrico.
De momento has publicado dos libros, A Ira dos Mansos y O meu nome é Ningúen. Ambos con el mismo protagonista y con una característica en común, las novelas van mucho más allá de ser solo novelas negras, hay un poso de reivindicación social muy grande en ambas. ¿Se puede decir que los monólogos internos de Carlos Manso ante la injusticia y la crueldad son una expresión de lo que tú necesitas decir al mundo? ¿Escribes la novela para hablar de las personas con Síndrome de Down o es que hablas de las personas con Síndrome de Down y esto termina siendo una novela?
En parte son monólogos internos pero no en todos los casos. Al fin y al cabo, Carlos Manso es un personaje y tiene cierta parte de entidad propia pero es verdad que me ayuda a proyectar lo que era yo antes de que naciera mi hijo y lo que veo en la sociedad que, aunque en general no tiene la intención de hacer daño a las personas con discapacidad intelectual, sí que las mira con un cierto desdén.
Ten en cuenta una cosa. A mí el traje de escritor todavía me tira de la sisa, si me considero verdaderamente que soy algo es que soy un lector. En el proceso catártico que me llevó a escribir “A Ira dos Mansos” descubrí el placer de escribir así que aunque el motor original era hablar del Síndrome de Down, hasta que terminé la primera parte no me di cuenta de que estaba escribiendo una novela. De hecho tardé en dejar de pensar que era un cuento que me estaba quedando muy largo.
Tu estilo literario es directo y honesto, consigues llevar al lector de un lado a otro de Vigo (ciudad donde transcurren ambas novelas) acompañando al protagonista en sus investigaciones haciendo que todo parezca transcurrir de una forma natural.¿Influye en algo tu formación como médico en esta forma de escribir que no requiere de artificios para enganchar en la historia?
Tal vez. Quizás es raro que un escritor diga que es de ciencias pero sí, yo soy de ciencias y quizás al escribir plasme mi punto analítico, pero creo que lo que predomina por encima de todo cuando escribo es mi traje de lector.
Yo escribo y cuando releo me meto mucho más en la piel del lector que del escritor y creo que de ahí sale lo que tú defines como honestidad y yo llamaría inconsciencia porque al final escribo desde la desinhibición frontal absoluta. Yo soy consciente de que no puedo aportar nada desde el punto de la ortodoxia literaria, lo que creo que puedo aportar yo es al escribir exactamente lo que a mí me gustaría leer.
En tu segunda novela, O meu nome é Ninguén vas un paso más allá. Es un libro donde se mezclan el poder, los abusos, el silencio y la complicidad del entorno a la investigación de un crimen y a las reivindicaciones sociales. ¿Crees que has dado un salto como autor desde la primera novela?
Sí y además desde varios puntos de vista.
En “A Ira dos mansos” jamás pensé que aquello fuera a ver la luz. La escribí para mí y para los míos pero en “O menú nome é Ninguén” ya sabía que me la iban a publicar.
El retorno que tenía de la primera era que a la gente le gustaba sobre todo era el personaje de Manso, así que decidí que en la segunda iba a explorar el personaje a ver hasta dónde podía llegar con él y así me di cuenta de que surgían muchas capas que son las que tiene este segundo libro.
Por un lado está el desarrollo del personaje, pero por otro lado está la parte social y de reivindicación que no se podía quedar a un lado.
A veces me vengo arriba escribiendo con poco filtro y he querido tratar a través de este personaje temas como la muerte o la soledad, que son temas muy trascendentales pero que me resultan muy divertidos de escribir.
Personalmente, como lectora y como Viguesa, he encontrado muchos paralelismos entre la personalidad de Carlos Manso y la personalidad de la ciudad donde transcurren sus aventuras, Vigo. ¿Es posible que exista un parecido entre ambos?
La verdad es que no me molesté mucho en buscar escenarios muy exóticos. Yo vivía en Vigo y tiré de lo que tenía a mano.
Pero es verdad que me he dado cuenta a posteriori de que Vigo adopta ese tono gris de Carlos Manso. Y conste que reivindico la belleza del gris y de todos los matices del gris pero probablemente sí, hay algo de proyección del personaje en la ciudad y de la ciudad en el personaje. Supongo que se puede decir que Vigo es casi otro personaje del libro.
Carlos Manso conecta mucho con los lectores. ¿Vas a volver a darle vida en alguna otra historia?
De momento me apetece seguir, me resulta un personaje muy entretenido que a la gente le gusta y con el que creo que aún tengo cosas que decir.
Me consta que hay mucha gente que te ha preguntado ya por lo mismo visto el éxito de la novela en Galicia, ¿se va a traducir pronto a castellano?
Pues la verdad es que me encantaría y hay planes de hacerlo pero de momento estoy encantado de que Carlos Manso viva en gallego.
Tú no pareces un autor al uso, eres un médico que escribe novela negra y de pronto se encuentra en medio de un grupo de escritores gallegos “nuevos” que consiguen enganchar a un público que no siempre leyó en lengua gallega, ¿marea un poco o la experiencia engancha?
Desde luego engancha. Yo, que me he pasado media vida persiguiendo autores de feria en feria para que me firmaran los libros esto es increíble.
Pero es verdad que yo soy de perfil más bien tranquilo y esto tiene un punto de mareo y todavía me cuesta creer cuando alguien me dice que le ha gustado un libro mío.
Después de escuchar a Manuel decir que la experiencia de escribir engancha no puedo evitar pensar que la que se quedó enganchada leyendo sus dos libros, capítulo tras capítulo sin ser capaz de dejarlos hasta haberlos terminado del tirón, fui yo.
Ha sido un enorme placer hablar con Manuel y comprobar que en breve volveré a encontrarme con Carlos Manso y me veré arrastrada con él a alguna nueva investigación.
Hasta que llegue este tercer libro, os recomiendo de todo corazón leer los dos primeros, si aún no lo habéis hecho, estáis a tiempo de conocer a uno de los personajes más redondos que yo me he encontrado en los últimos tiempos.
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