Por Ricard Jiménez
Cinco toneladas de peces muertos llegaban a orillas del Mar Menor. Una de sus mayores crisis, una catástrofe medioambiental que no puede ser leída y entendida desde un prisma cortoplacista.
Los ataques cruzados tratan de evadir responsabilidades en un tablero político que, más que resoluciones, encuentra batallas y discursos propicios para su electorado medio.
Por tal de esclarecer las turbias aguas que matan al Mar Menor hemos hablado con Juantxo López de Uralde, coordinador de Alianza Verde, diputado en el Grupo Parlamentario Unidas Podemos y, además, Presidente de la Comisión de Transición Ecológica y Reto Demográfico.
¿Qué está sucediendo en el Mar Menor?
La situación a la que asistimos estos días en el Mar Menor no es por un episodio puntual, sino que viene de muy lejos. Al Mar Menor se le está matando, tras décadas de maltrato y dejadez de los sucesivos gobiernos del Partido Popular en Murcia, y ahora sufrimos las consecuencias. Fundamentalmente, se debe a los vertidos procedentes de una agricultura cada vez más intensiva, que hace que la ribera sea fuente de nitratos y fosfatos, y genere un boom de microorganismos que dejan sin oxígeno la laguna. Es el proceso de eutrofización, que hace imposible la vida, y por eso están apareciendo peces muertos.
¿Cuál es la principal causa de este ecocidio? ¿Quiénes son los responsables?
Como decía, no se trata de una causa única ni de un episodio puntual que esté sucediendo ahora. Esto viene de muy atrás, y principalmente se debe a una agricultura cada vez más intensiva que hace un uso excesivo de fertilizantes tóxicos que acaban contaminando la laguna, bien por el arrastre del agua cuando llueve, bien porque son vertidos directamente, especialmente en el caso de los regadíos ilegales, que han proliferado a causa, justamente, de este incremento descontrolado de la agricultura intensiva.
Además, está el desarrollo urbanístico, que se ha hecho sin control durante décadas, en una zona que debía haber sido protegida hace mucho tiempo.
Esto, evidentemente, tiene responsables. Desde nuestro punto de vista, la permisividad con estas prácticas destructivas del entorno por parte de los sucesivos gobiernos del Partido Popular en Murcia, es lo que nos ha traído hasta aquí. Ahora, el gobierno de López Miras no quiere asumir su responsabilidad y echa balones fuera, en lugar de asumir sus competencias y poner freno a los vertidos y los regadíos ilegales.
¿Podría haberse evitado?
Sí, pero no ahora, cuando desgraciadamente la destrucción es enorme, y hay que trabajar para revertir y recuperar la zona. Sino hace décadas, cuando en lugar de proteger este ecosistema único en nuestro país y en Europa, se apostó por un modelo de desarrollo urbanístico y agrario que es absolutamente insostenible, como estamos viendo.
¿Qué repercusión ecológica y relevancia tiene lo que está sucediendo?
Pues, como decía, estamos asistiendo a la muerte de la mayor laguna salada de Europa, y por tanto de un ecosistema único, de ahí su especial relevancia. Este desastre está ocupando titulares y espacios en los informativos fuera de nuestro país.
El colapso del Mar Menor es un desastre ecológico, de primera magnitud, no sólo para la zona (quienes han creído que protegían el turismo y la economía con este modelo de desarrollo, ¿qué van a hacer cuando la zona esté destruida? ¿Qué turismo puede atraer un ecosistema muerto?), sino porque esto que está pasando en el Mar Menor puede ser un anticipo de lo que va a ocurrir en el Mediterráneo si no se cuida del medio marino y de nuestro litoral.
¿Es posible revertirlo? ¿Qué propuestas existen?
Ahora es la prioridad, una vez que hemos llegado hasta aquí. Es muy importante que se lleve a cabo una investigación independiente, con expertos y científicos, para ver el alcance del daño realizado, y que se asuman responsabilidades.
Desde Unidas Podemos hemos planteado una iniciativa para declarar el Parque Regional del Mar Menor, creando una franja de protección en todo el entorno de la laguna. Un espacio libre de nitratos y de pelotazos inmobiliarios. Pero también es urgente parar desde ya los vertidos, y clausurar los regadíos ilegales de la zona; para esto no se puede esperar más.
¿Qué perspectivas y posibilidades existen para que estas medidas lleguen a llevarse a cabo?
Depende, como siempre, de la voluntad política. Hasta ahora, y durante décadas, los gobiernos regionales en Murcia han mirado para otro lado, permitiendo estas prácticas que están matando el Mar Menor. Y, aún hoy, el PP sigue negando la realidad, lo hemos visto estos días en las declaraciones de Teodoro García Egea o Pablo Casado, pero también de López Miras exigiendo unas competencias que ya son del Gobierno de Murcia.
Desde el Gobierno de coalición y desde Unidas Podemos estamos dispuestos a mirar adelante, poniendo por delante la recuperación de la zona, pero el gobierno de Murcia no puede cruzarse de brazos.
¿Existen o pueden existir en España más zonas con problemáticas similares a las del Mar Menor?
Sí, es un problema grave, debido a la proliferación de la agroganadería industrial que se está imponiendo en muchas zonas de nuestro país. Lo mismo que está ocurriendo en el Mar Menor está pasando, por ejemplo también, en el embalse de As Conchas, contaminado por los purines de las macrogranjas de la zona. Pero son muchos los casos. En general la mala utilización del agua en agricultura está afectando a las principales zonas húmedas españolas: Doñana, Tablas de Daimiel, etc. Son espacios muy afectados por la falta de agua debido a estas prácticas.
¿Cómo se trabaja desde sectores ecologistas contra esto? ¿Sin la acción política es posible albergar cambios reales frente a estas situaciones?
Las organizaciones ecologistas llevan muchísimos años advirtiendo de que esto iba a pasar en el Mar Menor, y proponiendo soluciones para su protección. Pero si las Administraciones no sólo no toman las medidas necesarias para ello, sino que permiten prácticas que causan destrucción, es muy difícil ese trabajo.
Evidentemente la acción política es imprescindible para que se produzcan los cambios, en un sentido, o en el contrario. Desgraciadamente, decisiones políticas desacertadas y negligentes son las que nos han traído hasta aquí. Ahora se requiere justamente lo contrario: voluntad política para llevar a cabo ese cambio que permita la protección de la zona.
¿Para evitar estos problemas debería repensarse el sistema alimentario? ¿Es posible dentro de la industria capitalista?
Es absolutamente necesario. Justamente, el desarrollo de la agricultura intensiva, de las macrogranjas, es consecuencia de una apuesta política concreta de modelo de desarrollo que pone por delante el interés económico frente a un desarrollo sostenible que cuide del medio ambiente y de nuestra salud. Nuestra apuesta es justamente la contraria: creemos que hay que frenar ese modelo, y apostar por la agricultura y ganadería extensiva, ya que es más respetuosa con los recursos naturales y el territorio.
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