Busquen apoyo, hablen de su dolor. No se trata de olvidar, sino de encontrar una manera de seguir viviendo con su recuerdo.
Por Isabel Ginés
¿Podría compartirnos quién era su hijo y cómo lo recuerda en su día a día?
Mi hijo era una persona alegre, siempre con una sonrisa y dispuesto a hacer bromas. Cocinaba muy bien el falafel y la paella le salían muy bien. Era muy vital y amigo de sus amigos. Feliz y contento siempre.
Sin embargo, esa felicidad comenzó a apagarse poco a poco. No le iba bien en la universidad, siempre quiso ser abogado, pero la carrera no era lo que esperaba. Vivió un desamor que lo marcó profundamente y empezó a sentirse perdido, sin motivación. Todo parecía ser un cúmulo de pequeñas cosas: la incertidumbre sobre su futuro, el sentimiento de no encajar, el peso de sus propios sueños derrumbados.
Aunque tenía amigos y una familia que lo amaba, él sentía una soledad y un miedo que lo paralizaban. Se veía atrapado en un túnel sin salida. Sin futuro, sin salida y un dolor que le dolía mucho. Salía cada vez menos, no tenia ganas de comer casi… Empezó a ir a la psiquiatra pero no se tomaba las pastillas y no se deja ayudar.
¿Cómo describiría el impacto emocional de su pérdida y cómo ha cambiado su vida desde entonces?
Es un dolor que nunca desaparece, pero he aprendido a vivir con él. Yo vivo en un duelo eterno. Es como que noto un vacío en el corazón que no se va. El tiempo se me paraliza. Hay días que no me levantaría de la cama. He querido irme con él, pero mi psiquiatra me está ayudando mucho y gracias a ella salgo adelante.
No siempre estás estable. Un día, mi pareja y yo viendo una serie me reí mucho y pensé: “Tu hijo se ha matado, ¿de qué te ríes?”. O ir a hacer la compra y ver Monster, su bebida favorita, me derrumbó porque siempre se la compraba para jugar y estudiar.
Ver a sus amigos crecer, cumplir metas, sueños, es muy duro. Ellos cumplen años y mi hijo no.
El día de su cumpleaños es terrible. La Navidad, con su silla vacía, me duele mucho. Hay días que no quiero levantarme, me atraviesa un dolor terrible. Mi pareja, Juan, cuando hizo un año de su muerte, me regaló una foto de mi hijo conmigo y me dijo: “No se trata de olvidarlo jamás, sino recordarlo como era”. Y es así.
Quiero recordarle con sus miedos, su sonrisa, su felicidad. Él tomó una decisión que me hizo daño, pero sé que no quería verme sufrir. Solo quería dejar de sufrir.
¿Cómo maneja el dolor? ¿Hay algo que le haya ayudado a sobrellevarlo?
Tengo la psicóloga que me ha ayudado mucho y la psiquiatra. He hablado con otros padres que han pasado lo mismo y hablar me ayuda.
También escribo un diario donde pongo todo lo que pienso y siento. Cuando quiero llorar, lloro y dejo que salga todo. Cuando río, intento no culparme.
Cuando le echo de menos, llamo a mi mejor amiga. Ella ha sido mi pilar, mi centro. Estuvo y está ahí siempre. Reme me ayuda miles de veces. La llamo y le digo que lo recuerdo, que lo echo de menos. Hablo de él y ella me escucha o me dice voy y tomamos un café. Ella no intenta animarme, abraza mi dolor y esta a mi lado.
Lo llevo gracias a mis amigas, mi psiquiatra, mi psicóloga y mi pareja. Ellos están ahí ayudándome y sosteniéndome. Me dejo abrazar, me permito llorar hasta que me duermo si es lo que me apetece. No intento que las emociones se queden quietas, las dejo ir.
El duelo comenzó cuando dejé de culparme
¿En qué momento sintió que comenzó su proceso de duelo y cómo ha evolucionado desde entonces?
Cuando dejé de sentirme culpable. Cuando vi que no podía hacer más.
Ese día, mi hijo me dijo que iría a la universidad a hablar con la orientadora para ver otras opciones de carrera. Quería cambiar. Le dije que si no era feliz en derecho, podía hacer una FP o buscar otra carrera, lo que le gustara. Si no, que se tomara un año trabajando y luego decidiera.
Sé que fue a la orientadora y le dieron folletos de varias carreras. Luego llegó a casa y lo vi raro. Me dio un abrazo muy fuerte, me dijo que me amaba y que se iba con amigos a tomar cervezas. Se fue con ellos, se despidió pronto y ya nadie lo volvió a ver.
Se fue al tren. Mi hijo se fue al tren.
Eso es duro. Si hubiera podido impedirlo… siempre me pregunto si podría haber hecho más. Pero sé que no. Que no soy culpable.
Quedarme y que él se fuera es duro. Pero él tomó una decisión y yo no puedo hacer nada. Solo aceptarla, no estigmatizarlo y hablarlo claro. No enfadarme con el mundo ni con él. Aceptarlo y vivir con el dolor.
¿Considera que nuestra sociedad está preparada para apoyar a quienes han perdido a un ser querido?
No del todo. A veces, la gente no sabe qué decir y opta por evitar el tema, lo que nos hace sentir más solos. Necesitamos una sociedad que abrace el duelo, no lo ignore.
No nos deben tener lástima, deben apoyarnos y entendernos. Mis vecinos de la finca, cuando me ven, me abrazan, me preguntan cómo estoy y si necesito algo. Es bonito porque notas que les importas, que abrazan tu dolor.
Dos amigos y una amiga de él vienen a tomar café, vemos fotos, hablamos y me cuentan su vida. No lo hacemos desde el estigma o la rabia, sino desde el amor. Y saber de sus vidas, sus amores, sus aprobados, sus dudas…me ayuda.
Mi pareja hace planes conmigo, me lleva a sitios, nunca intenta evitar el dolor, lo lleva conmigo.
¿Cree que la pérdida de su hijo podría haberse prevenido?
No. Él sentía desazón, sentía dolor, y no pude hacer nada, ni yo ni nadie. Lo intentamos, pero no se puede. Nadie puede prever ciertas tragedias, pero siempre me pregunto si pude hacer algo diferente. Es algo que pesa mucho.
El suicidio es una enfermedad y, en su caso, fue letal. Hicimos todo lo posible.
¿Qué legado o mensaje cree que dejó su hijo en quienes lo conocieron?
Su alegría, las bromas que hacía, su sentido de la justicia y su bondad tocaron muchas vidas. La gente lo recuerda como un gran amigo y un defensor de los demás.
Dejó huella. Hizo mi vida mejor. Mi pareja lleva un anillo con la inicial de mi hijo que él le dio. Según las palabras de Juan: Miguel me hizo sentir padre y querido. Eso es lo que mi hijo hizo: dar amor, dejarnos quererle. Me hizo ser una madre orgullosa. Sus amigos lo recuerdan como alguien bromista y leal. Eso es hermoso.
¿Hay algo que le gustaría decirle a quienes podrían estar atravesando una pérdida similar?
Es un camino difícil. Muchas veces se culparán, querrán irse con él, pero hay que aceptar su decisión y pedir ayuda si ves que el dolor es inabarcable. Una especialista o un especialista en duelos y suicidios es necesario. Hablar con gente que pasó lo mismo también porque os entendéis . No tienen que recorrer este camino solos. Busquen apoyo, hablen de su dolor. No se trata de olvidar, sino de encontrar una manera de seguir viviendo con su recuerdo.
Un artículo inusual, no se suele hablar de los suicidios y su repercusión en los familiares. Gracias.