Entrevista a Carlos Taibo: “Las opiniones que se atrevan a subrayar que las potencias occidentales tienen responsabilidad en la guerra de Ucrania, son proscritas”

nunca se habló de entregar armas a los palestinos y a los saharauís, aplicando una fórmula paralela a la de Ucrania

Por Marco Santos

Cuéntanos, Carlos, ¿que te trajo otra vez por Redondela?

Pienso que vengo todos los años, y el año que no vengo lo echo en falta. Es un lugar agradable, de gente amiga, lo paso bien, y prestan atención a las cosas que digo, para que voy a pedir más, o, cuando menos, lo hace la minoría selecta que acude a mis charlas, que debe ser el 0,01 de la población, pero eso pasa en Redondela y en cualquier otro lugar al que voy.

Trajiste un libro nuevo, “Rusia frente a Ucrania: Imperios, pueblos, energía”, pero la guerra de Ucrania comenzó el día 24 de febrero, y ese libro salió a la calle dos días después.

Dos días antes, en realidad. A ver, las dos primeras ediciones de ese libro aparecen en 2014. El libro se agotó, y el editor, con un criterio respetable, decidió no publicarlo de nuevo, pero, desde antes de navidad, andaba detrás mía para que trabajase en una actualización. Yo me negaba, hasta que, allá por el 20 de enero, escuché como la ex presidenta de Madrid, Cristina Cifuentes, explicaba en un canal de televisión las claves fundamentales de comprensión del conflicto de Ucrania, y eso fue superior a mi, y decidí trabajar en una actualización. La tercera edición apareció un poco antes de la intervención militar rusa, y yo no previa que iba a haber dicha intervención, aún así vinieron cuatro ediciones más.

¿De verdad pensabas que no iba a haber una intervención militar rusa?

En el mejor de los casos que habría algún movimiento de piezas menos en Ucrania Oriental, eso era posible, porque era muy arriesgado. Yo dije ayer que, para mi, Putin era un político prudente. No nos engañemos, esto no quita que no sea un asesino despreciable, que creo que lo es, pero esto no quita que medía las consecuencias de sus actos, de tal manera que creo que cualquier persona que trabajase sobre eses conflictos tendría dicho que era impensable una intervención rusa de carácter global y tan rotunda, entre otras cosas porque se iba a volver contra los intereses de Rusia. Con toda evidencia, nos equivocamos.

¿No crees que ese impulso que le dio a Putin para invadir Ucrania, tuvo algo que ver con la OTAN?

Claro que si. La OTAN lleva treinta años desenvolviendo una operación de cerco sobre Rusia, visiblemente provocadora, incorporando estados de Europa Central y Oriental, estableciendo bases militares alrededor del territorio de Rusia. Esta es una de las explicaciones, claro que si, de la intervención de Moscú, la otra es que Rusia es un imperio y que tiene derechos adquiridos e incontestables con relación a Ucrania, Bielorrusia, el Cáucaso, con Asia Central, de tal manera que la mezcla de estos dos elementos no es que explique la intervención, que para mi sigue siendo algo inexplicable, profundamente estúpida, pero sienta unas bases de comprensión de lo sucedido.

También es cierto que el ganador de todo este conflicto es EEUU claramente. Sin salir de España, por ejemplo, EEUU la forzó a cambiar la política con Marruecos, lo que nos puso en contra de Argelia, con el tema del gas natural, y ahora el gas nos lo vende EEUU más caro. Aquí el claro ganador es EEUU, ¿no es cierto?

Parece. Lo que pasa es que estas crisis sabemos como comienzan, pero no sabemos como terminan, de tal modo que esto puede dar muchas vueltas, pero, claramente, la lectura que propones es la lógica. Washington sale ganador en todos los escenarios. Si la Unión Europea responde de manera unificada ante Rusia, sale ganador, y si la Unión Europea se divide internamente, también sale ganador. Y eso es muy indicador de una política americana que es muy cómoda y muy interesada. Lo que pasa es que, claro, en la rebotica de este conflicto está la confrontación de EEUU y China, y esto obliga a templar mucho y mirar con consecuencias difíciles de determinar que no van a ser necesariamente favorables a Washington. La cosa es compleja, y la posibilidad de moverse con soltura, en estas análisis, es nula. Yo soy incapaz de hacerlo.

Washington, en ningún caso, con la expansión de la OTAN, después de la guerra fría, cumplió los tratados que firmó, la no expansión de la OTAN. No parece raro que Rusia se sienta atacada. ¿No?

Tiene todo el derecho y la legitimidad a protestar por lo ocurrido, lo que pase es que, claro, la respuesta en forma de intervención militar en Ucrania es cualquier cosa, menos afortunada, y no solo eso, es criminal, en su perfil preciso, por lo que a mi me parece absolutamente necesario que señalemos la responsabilidad occidental, no solo de EEUU, aunque tampoco libremos de culpas a Rusia, que podría haber buscado, por ejemplo, un procedimiento de acercamiento a Ucrania, interpretando que son dos pueblos muy próximos entre si, e intentar cultural y políticamente seducir a los ucranianos. Con toda evidencia la estrategia de Rusia no fue la sedición, fue el golpe duro.

Tengo la sensación de que esta guerra comenzó en 2014. Pero creo que la mecha del conflicto actual fue ese comentario de Biden diciendo que Rusia iba a invadir si o si Ucrania, que fue encendiendo la llama hasta que originó el incendio. Y creo que Putin no podía tragar con eso.

A ver, ayer en la charla, reclamé un ejercicio de comparación, y era este: si en Canadá y en México llegasen al poder fuerzas hostiles a EEUU que anunciasen su deseo de colocar a eses dos países en una alianza militar enemiga de EEUU, ¿cómo actuaría EEUU? ¿De manera más benigna que Rusia? Con toda certeza no. Esto significa que este elemento tengamos que tomarlo claramente en consideración en la política norteamericana, profundamente hipócrita e interesada. Más aún, yo sospecho que EEUU desea que este conflicto bélico se prolongue en el tiempo, porque debilita a Rusia, debilita a la Unión Europea, promueve un negocio interesante para EEUU en el terreno energético, con otro gran negocio por detrás, el de la reconstrucción de Ucrania, y ahí con certeza todas las grandes potencias están interesadas, también China, que es una experta en reconstruir países. Además del negocio armamentístico, en ese sector deben de estar felices, porque ahora tienen una cuenta de resultados mucho más sólida de la que tenían hace cuatro meses.

La política del estado español, del gobierno “más progresista de la historia”, es mandar armas para conseguir la paz. ¿Como se entiende esto?

Es un debate que no omitiré que es complejo. Yo dije ayer que una de las trampas que nos ponen es hacernos una pregunta sobre el escenario de hoy, a 10 de julio de 2022, sin permitirnos examinar como llegamos a este escenario. Entonces, las potencias occidentales, en primer lugar, Rusia también, fueron moviendo sus peones, para conducirnos a un callejón sin salida, y cuando estamos en ese callejón preguntan: ¿hay que armar a los ucranianos? No, yo tengo que hacer preguntas sobre lo anterior, y demandar de estas instancias que expliquen como cerraron otras puertas que podían haber permitido una resolución pacífica de estas tensiones. Y por eso pienso que la pregunta es retorcida. Es legítima, claro, pero es retorcida.

Ni el gobierno español ni Europa aceptaron a los desertores que abandonaron Rusia y Ucrania, y desde mi punto de vista esa es nuestra primera tarea, apoyar a la gente que en Rusia y en Ucrania resisten frente a los poderosos respectivos, frente a los oligarcas, aquí nadie habla, incluso en la izquierda, de la lucha de clases. ¿A que clase pertenece Putin? ¿A que clase pertenece Zelenski? Son representantes orgánicos de los grandes poderes económicos. Yo estoy con la gente de la calle de Rusia, de Ucrania, permanentemente olvidada entre nosotros.

La hipocresía la tenemos también aquí. Hay ayuntamientos con la bandera de fondo de Ucrania y el No a la guerra, pero solo a esa guerra, porque son rubios y de ojos azules, no son refugiados como eses que salían antes en la televisión. Y la política de España es la de acoger a los ucranianos, pero, sin embargo, no hablamos de la gente del Sáhara, donde hay una guerra, no hablamos del Yemen, donde hay otra guerra, no hablamos de Palestina, donde hay una invasión.

Y nunca se habló de entregar armas a los palestinos y a los saharauís, aplicando una fórmula paralela a la de Ucrania. Subrayo, a mi me parece muy bien que acojamos a los refugiados que huyen de una guerra despreciable en Ucrania, ese no es el problema. El problema es, en efecto, ¿porque no acogemos en los mismos términos a otra gente, de piel oscura, que procede de otros conflictos? Y no hay que ir muy lejos, Chechenia, hace veinte años, un pueblo masacrado por el ejército de Putin. ¿Acogimos a los chechenos? no. Yo creo que tengo derecho a considerar que aquí hay un código xenófobo, racista, y, sobretodo, que hay intereses evidentes de por medio, que hacen que lo de Chechenia nos quede muy lejos, y esto, en cambio,parece como si fuésemos ucranianos, que no es una perspectiva que me parezca descartable, pero deberíamos ser también saharauís, palestinos o kurdos. Y estos no. Es la hipocresía tradicional de nuestras sociedades.

El otro día leí, en un debate en las redes sociales, “es que la guerra de Ucrania está condenada por la comunidad internacional”, pero, sin embargo, esas que tu señalas no tienen una condena de la comunidad internacional. Entonces, ¿quién es esa comunidad para decir si una invasión es legítima o no? Parece ser que la invasión de Palestina, por parte de Israel, la invasión del Sáhara, por parte de Marruecos, o la del Yemen, por parte de Arabia Saudí, son legítimas, y como la comunidad internacional cierra los ojos, hasta parece que no hay tal invasión.

Es la doble moral de siempre, tratamos de manera diferente a los amigos, y a los enemigos, y tratamos de manera diferente a los poderosos y a los débiles. Esta es la historia reciente del planeta de forma muy clara. No tengo ninguna duda.

Hablemos, por último, de la publicidad que le están dando a este conflicto, por parte de los medios españoles e internacionales, donde los medios de la otra parte están silenciados. Aquí nos están vendiendo sólo la película de la OTAN.

Nuestros medios se caracterizan, en primer lugar, por la censura. Las opiniones que se atrevan a subrayar que las potencias occidentales tienen responsabilidad, son proscritas. En segundo término, por una manipulación maniquea. Lo decía ayer, entiendo que en Ucrania hay un agresor y un agredido. Y esto, legítimamente, conduce a mostrar solidaridad con el agredido, pero no hasta el punto de deturpar la realidad. Parece como si existiese un ejército asesino ruso, y un grupo de monjas que resisten del lado ucraniano. Obviamente la realidad es más compleja. Y, además de esto, hay una creciente rusofobia, que, a veces, es hilarante. Es que, a menudo, se traduce en una ucraniofobia, del otro lado, que es igual de lamentable.

El resultado es que desaparecen los expertos y todo esto quedó en las manos de los tertulianos, que son gente que, por definición, no saben absolutamente nada, y que se limitan a impartir doctrina. Hasta el punto que, en este caso, y hasta donde yo puedo conocer, porque no sigo mucho esto, vi tertulias donde todos pensaban lo mismo. Supongo que una dinámica fundamental de una tertulia es que exista una discrepancia y una polémica, en relación a Ucrania no la hay.

Existía antes, y voy a romper una lanza en favor del Coronel Baños, que es un geopolítico, aunque el está en la derecha y yo estoy en la izquierda. El fue un hombre que dijo: esto no es así, se están equivocando, y aquí está la historia. Y, de la noche a la mañana, desapareció. Y lo echaron de las tertulias. Ahora igual, todo el mundo que va, sea de derechas o de izquierdas, piensa lo mismo que Ferreras.

Discurso cerrado. Y esto es preocupante porque yo pienso que los periodistas de abajo podían hacer más, entiendo que el escenario es autoritarios y represivo, pero no veo un gesto de resistencia frente a esto. No solo eso, porque nos preparan para el futuro, de un colapso, donde la censura va a ser todavía más fuerte. Esto es un experimento. Vamos a peor. Hace veinte años, con ocasión de la intervención norteamericana en Irak, había un debate más abierto, había voces disidentes, había discusión. Ahora no la hay.

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