Betty Arslanian: “Cada vez que nace un armenio, lo hace con una gran carga de lucha por la supervivencia sobre su espalda”

Entrevistamos a la periodista argentina Betty Arslanian, una de las voces más reconocidas en castellano sobre la realidad armenia.

Por Angelo Nero

Hace poco más de medio año hablamos con una joven periodista argentina, corresponsal en Armenia de France24, del argentino Diario Armenia y de la radio uruguaya Audición Gomidas, además de colaborar en diversos medios como Revista Late o EVN Report. Betty Arslanian, es una de las voces más reconocidas en castellano sobre la realidad armenia, y sus reportajes son una ventana para la extensa diáspora armenia en América Latina, pero también en Francia y en España. En medio de la fuerte convulsión política y social que está atravesando Armenia y Artsakh, después de las continuas agresiones azerís, ha tenido la amabilidad de responder, desde el terreno, a las preguntas de NR, sobre este conflicto olvidado en el corazón del Cáucaso, donde Turquía y Rusia tienen también sus propios intereses.

Tras la invasión de Nagorno Karabakh por parte del ejército de Azerbaiyán, en septiembre de 2020, que causó miles de muertos y que dejó a tres cuartas partes del territorio de la pequeña república de Arsakh en manos azerís, incluyendo Shushi, su segunda ciudad más importante, se firmaron los Acuerdos de Alto el Fuego en noviembre de 2020, entre el el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, y el primer ministro de Armenia, Nikol Pashinyan, quedando Rusia como garante de la paz y desplegando una pequeña fuerza terrestre a lo largo de la línea de contacto. Sin embargo, ni la firma de este acuerdo, ni la presencia de tropas rusas ha detenido las continuas agresiones azerís sobre Artsakh.

Hablábamos entonces de la profunda grieta que se abrió en la sociedad armenia, entre los partidarios y los detractores del primer ministro Nikol Pashinyan, que iniciaron un ciclo de movilizaciones contra su gobierno, acusándolo de negociar con Azerbaiyán la entrega de Artsakh. ¿La cuestión de Nagorno Karabakh, por la que tanta sangre armenia se ha derramado, sigue teniendo un efecto movilizador para su sociedad, como si fuera una línea roja que no están dispuestos a aceptar?

La sociedad hace tiempo es producto de un fenómeno de polarización cada vez más profundo que, no solo tienen que ver con inclinaciones hacia partidos políticos o líderes, sino a cuestiones de esencia que se vinculan con el concepto del ser armenio, y Artsakh no es ajeno a eso.

Para hablar de esto, tal vez habría que hilar muy fino en cuestiones que solo un estudio sociológico podría responder; pero desde mi lugar puedo contar lo que percibo. Para un sector, la línea roja es cada centímetro de patria, o sea, existe un rechazo a cualquier concesión de territorio que pueda ocurrir. Los ciudadanos que integran este sector están atravesados por un lazo fuerte de pertenencia –emocional- con el país, y son aquellos que salen a la calle ante cualquier circunstancia de descontento o amenaza. En general, para este sector, no hay diferencias de fondo entre Armenia y Artsakh, es decir Artsakh es tan ‘madre patria’ como Armenia.

En este primer sector, observo que están quienes se alinean a una oposición que, desde el fin de la guerra de 2020, exige la renuncia del primer ministro Nikol Pashinyan, y otros que reconocen la incapacidad del mandatario para salir de esta situación, pero no apoyan la idea de una vuelta de la oposición al poder (particularmente, los ex presidentes Robert Kocharyan y Serge Sargsyan).

Por otro lado, existe un sector que aún se posiciona a favor del primer ministro y concilia con la idea de normalizar las relaciones con Turquía y Azerbaiyán, porque ven en ese proceso la salida hacia la paz y el desarrollo, especialmente económico, mediante la apertura de comunicaciones y transporte con los países vecinos.

También nos preguntamos a lo largo de este año, como ha conseguido mantenerse el primer ministro Pashinyan en el poder, ya que, si bien en las elecciones parlamentarias de 2021 su candidatura alcanzó más del 50% de los votos, su popularidad ha sido muy erosionada en todo este tiempo por su gestión en las agresiones azerís. ¿Consideras que es mérito del primer ministro su permanencia en el poder o, más bien, es la incapacidad de la oposición de unirse para dar un vuelco a la situación política?

Creo que, en parte, la respuesta gira en torno a lo mencionado en la pregunta anterior. Una parte importante de la población se mantiene reacia al regreso de las fuerzas opositoras al poder, y es preciso señalar que el movimiento de resistencia, organizado por la unión de todos los partidos y bloques opositores, ha tenido sus falencias, por ejemplo, la falta de una estrategia visible más allá del solo objetivo de sacar a Pashinyan de su cargo y el no nombramiento de un candidato que tomaría las riendas del país en el caso de que ese objetivo de destitución se cumpliera. A lo largo de todos los meses de protestas, no se expuso ningún nombre y, en parte, eso debilitó el movimiento hasta que las protestas cesaron.

De más está afirmar que la legitimidad del Primer Ministro se erosionó, principalmente por su desempeño en el campo de la seguridad nacional y la población se ha sentido vulnerable en este sentido, en un contexto en el que hay tropas azerbaiyanas en territorio armenio. Sin embargo, es cierto que el oficialismo logró la mayoría de los votos en las elecciones parlamentarias anticipadas del 2021, aunque es preciso tener en cuenta que la participación ciudadana en las elecciones en Armenia no es obligatoria y en general participa un porcentaje cercano al 45%.

Frente a estos resultados de victoria y a pesar de que tuvo lugar una larga tanda de hechos que despopularizaron al gobierno desde esta fecha, Pashinyan continúa haciendo referencia a su permanencia en el cargo como un resultado de la elección del pueblo y el ejercicio de la democracia.

La situación parece haberse complicado cuando, mientras el mundo estaba pendiente de la contraofensiva ucraniana, el ejército azerí lanzaba una ofensiva a gran escala, pero no sobre el territorio de Artsakh, sino a través de el, a lo largo de la línea de contacto, contra territorio de soberanía armenia, llegando a penetrar varios kilómetros dentro de sus fronteras. Esta nueva escalada bélica ¿Qué consecuencias tuvo en un conflicto que ya era, de por si, de muy difícil solución? Y, por otro parte ¿en que modo está influyendo la guerra de Ucrania en los planes de Azerbaiyán, y por extensión, de Turquía?

Los ataques recientes sobre territorio soberano de Armenia demostraron, en mi opinión, dos puntos cruciales: el primero es que efectivamente, como se aseguraba históricamente, Artsakh era la garante de la seguridad y una faja protectora de Armenia. Ante la ocupación de más del 70% del territorio de Artsakh, la línea de contacto de Armenia y Azerbaiyán se amplió considerablemente al punto de que todo el este del territorio (de norte a sur) limita con tierras controladas por Azerbaiyán y más aún, los ataques son lanzados desde terrenos que hasta septiembre de 2020 formaban parte de Artsakh.

El segundo punto demostrado es que Azerbaiyán no tiene límites en su anhelo expansionista y de limpieza étnica. Hace un tiempo he concluido en que Ilham Aliyev es sincero en su fascismo. En general, el presidente de Azerbaiyán no tiene pelos en la lengua cuando se trata de amenazas y provocaciones; en innumerables ocasiones, ha expresado frases como “no nos importan los llamados, nada nos detendrá”, “nuestros enemigos nos conocerán” o “llegaremos hasta Yerevan y tomaremos el té en el lago Sevan”. Dice lo que dice y actúa en consecuencia, sin ninguna sanción de ningún tipo.

A partir de los ataques recientes, el primer ministro Nikol Pashinyan comenzó a hacer referencia a las posibilidades de un reconocimiento de la integridad territorial mutua entre Armenia y Azerbaiyán, lo que, en sus palabras, garantizaría la paz y seguridad duradera en el país. Este anuncio se formalizó en la última reunión cuatripartita en la que participaron los mandatarios de Armenia y Azerbaiyán, el presidente de Francia, Emmanuel Macron y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel.

Esta declaración ha causado cierta reacción social, ya que el Primer Ministro se ha referido a un territorio que contempla 29.800km2, es decir la superficie de Armenia, pero sin Artsakh. Entonces, el interrogante es gira en torno a cuál será el destino de Artsakh. ¿Se convertirá en la moneda de cambio de la “seguridad” de Armenia?

Las autoridades armenias aún niegan el hecho de que Artsakh forme parte de Azerbaiyán y continúan asegurando que el pueblo artsakhí es quien decidirá sobre su destino; pero, por otro lado, Aliyev manifiesta que los “armenios de Karabaj” son ciudadanos de Azerbaiyán y ellos se comunicarán directamente con ellos cuando lo deseen. Con esta declaración, Azerbaiyán corrió a Armenia del medio de cualquier negociación.

La guerra de Ucrania no es un hecho aislado. En general, Azerbaiyán suele lanzar ofensivas en escenarios de distracción internacional, como lo hizo en septiembre de 2020 cuando la pandemia del COVID 19 atravesaba sus etapas más complicadas. En este sentido, la guerra de Ucrania también fue utilizada para llevar adelante nuevos ataques.

Por otro lado, el factor Rusia también juega un papel de relevancia como protagonista de esta guerra contra Ucrania y simultáneamente, como mediadora de este conflicto en el Cáucaso sur.

Tu has recorrido muchos de los escenarios donde se han producido los ataques azerís, has hablado con la gente que los ha padecido, has escuchado sus testimonios, y nadie como tu sabe como es el ánimo de esa población, tanto la que vive en lo que queda de la República de Artsakh, como la que está en Armenia, a lo largo de esa frontera constantemente amenazada. ¿Cuál es el sentimiento de estas gentes que están padeciendo la guerra en primera línea? ¿Albergan algún tipo de esperanza sobre una resolución del conflicto?

La sensación inevitable de los civiles que padecen la guerra y la invasión es, sin dudas, la del ciclo histórico, es decir eventos que han formado parte de la historia armenia y que se repiten. Estos tienen los mismos lineamientos (persecución, xenofobia, limpieza étnica, invasión territorial) y los mismos agresores (Turquía y Azerbaiyán).

Nada de esto ha sido ajeno a la formación de las generaciones que vinieron luego del genocidio armenio, que no solo conocieron sobre esta parte de la historia a través de relatos, sino que han atravesado etapas como la pertenencia a la URSS (70 años de no ser libres e independientes), la primera guerra de Nagorno Karabaj y pogromos contra armenios en Azerbaiyán.

Creo que cada vez que nace un armenio, lo hace con una gran carga de lucha por la supervivencia sobre su espalda. Precisamente esta característica que ha calado en lo más hondo de esta nación es aquello que la ha hecho tan resiliente.

En cuanto a la opinión de la población sobre una resolución del conflicto, se acerca a una incertidumbre generalizada. Creo que el pueblo ha tomado la dimensión de este conflicto y la intervención de actores externos in crescendo lo que dificulta tener una visión clara de que puede ocurrir en el futuro cercano.

El nuevo ataque azerí de septiembre de este año sobre las fronteras armenias ha vuelto a activar las protestas contra Pashinyan, de tal modo que el primer ministro se vio obligado a asegurar que no hará ninguna concesión territorial ni abandonará a los armenios de la menguada República de Artsakh. Pero en medio de la presión popular, un elemento inesperado parece haberle dado un balón de oxígeno al gobierno, la visita sorpresa de Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos. ¿Qué efectos ha tenido esta visita en el desarrollo del conflicto? ¿Realmente EEUU tiene algún interés estratégico en Armenia?

Puedo responder la pregunta desde los hechos; hacer un análisis de los intereses de EEUU le correspondería a un analista político.

La visita de Nancy Pelosi fue sorpresiva, aunque según algunas fuentes fue pactada desde antes que recrudeciera la tensión en la frontera. Es la primera vez que un funcionario de un cargo de tanta relevancia visita Armenia en mucho tiempo, y este hecho nos quiere decir algo. Algunos días antes de su visita, que coincidió también con la llegada de una delegación de observación del OTSC, las hostilidades a gran escala habían cesado y, desde entonces, se registra una estabilidad relativa en la línea de contacto que, cada tanto, irrumpe con ataques utilizando armamento de diferentes calibres.

Probablemente la calificación de “ilegal” que hizo Pelosi a los ataques de Azerbaiyán, hayan dado cuenta de un nuevo apoyo para Armenia en este escenario. Sumado a esto, se ha expandido una retórica anti-rusa a partir del pedido de asistencia (incluso militar) a los aliados de la OTSC, que fue respondida con el envío de una misión de observación a la línea de contacto. Esta contestación fue percibida por la sociedad armenia como un “dar vuelta la cara” por parte de los estados miembros, principalmente Rusia.

A su vez, a fines de septiembre el secretario del Consejo de Seguridad, Armen Grigoryan, viajó a Estados Unidos donde visitó la sede de la CIA y se reunió con representantes de la OTAN. Días posteriores, Armenia agradeció la mediación estadounidense para la liberación de 17 prisioneros de guerra que estaban cautivos desde el 13 de septiembre. El mensaje de las autoridades destacaba la efectiva reacción y asistencia de Estados Unidos en este tema, en un intento de comparación con Rusia.

Sin lugar a dudas, existe el esquema global protagonizado por actores como Estados Unidos, Unión Europea, Rusia, Irán, también intenta acomodarse en la realidad del Cáucaso sur.

En nuestra anterior entrevista también te preguntábamos por la viabilidad de la República de Artsakh, con graves problemas con servicios vitales, las fuentes de agua que han quedado en manos azerís y los continuos cortes de suministro de gas. Aún sabiendo del fuerte espíritu de resistencia que tiene la población armenia de Nagorno Karabakh, ¿crees que sería posible la supervivencia de esta República si se consiguiese algún tipo de acuerdo que garantizase su existencia?

Más allá de la provisión de servicios (por supuesto, como un punto muy importante para lograr la supervivencia de la población), la garantía de la existencia del pueblo de Artsakh radica en continuar viviendo en una república independiente y armenia. ¿Que quiero decir con esto? Que el pueblo de Artsakh vivirá en esas tierras mientras no forme parte de Azerbaiyán; no concibe una vida bajo la opresión azerí.

Como mencioné, Aliyev ya catalogó a estos habitantes como ciudadanos azerbaiyanos; sin embargo, creo que esta opción no existe en la mente de ningún artsakhí. A pesar de algunas declaraciones que ha hecho el presidente de Azerbaiyán sobre el “respeto por la minoría armenia de Karabaj”, los ciudadanos armenios de Artsakh son conscientes de que no existe un futuro para ellos dentro de la jurisdicción azerbaiyana. La historia así lo ha demostrado. En ese caso, entonces, la salida es el abandono de sus tierras, lo cual sigue siendo resultado de una medida de limpieza étnica y desalojo forzado, lo que constituye un crimen.

Se han documentado graves violaciones de la Convención de Ginebra que regula el derecho internacional humanitario, con casos por la parte azerí de ejecuciones extrajudiciales de prisioneros de guerra armenios, torturas e incluso casos de violaciones. ¿Por qué crees que la comunidad internacional tan activa en denunciar estos crímenes de guerra en otros lugares del mundo, está callada cuando es Azerbaiyán quien los comete?

Es la pregunta que todos los armenios del mundo se hacen. ¿Por qué? Cuando intentan escarbar en la respuesta, se encuentran con una coyuntura mundial (la de siempre) en donde juegan pueblos oprimidos y silenciados, estados invasores y a su vez, situaciones invisibles. Creo que el conflicto entre Armenia y Azerbaiyán se acomodó en este esquema y, como consecuencia, tiene lugar la realidad que tenemos hoy: el estado invasor de Azerbaiyán comete crímenes contra soldados y civiles armenios en un escenario de total invisibilización y falta de sanciones internacionales.

Lo lamentable de esta situación es el silencio de otros estados que se plantean al mundo como referentes en defensa de los derechos humanos, la tolerancia y el respeto, pero a la hora de actuar se encuentran con las manos atadas por intereses de otro tipo (por ej. comerciales). Entre otros, este es el caso de Uruguay y Argentina, cuyas comunidades armenias atraviesan un descontento por la reacción neutral y la falta de apoyo de sus respectivos mandatarios y cancillerías.

Hace unos días, tras una reunión con la mediación del presidente francés, Emmanuel Macron, y del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, los líderes de Armenia y Azerbaiyán han acordado su compromiso con la Carta de la ONU y con la Declaración de Alma Ata de 1991 reconociendo la integridad territorial y la soberanía del otro. ¿Significa esto un abandono tácito del gobierno armenio al pueblo de Artsakh?

Anteriormente mencioné este punto. Luego de la “formalización” de la declaración de Nikol Pashinyan sobre el reconocimiento de la integridad territorial de Azerbaiyán en esta reunión cuatripartita, la mayor parte de la población tomo la interpretación de que Artsakh sería la moneda de cambio de la “seguridad” del territorio de Armenia propiamente dicho; es decir, que se entregaría Artsakh a cambio de un escenario de paz en la que tampoco confían.

En este contexto, no hay declaraciones públicas y claras, y por ello, solo reina la incertidumbre en la sociedad. Por un lado, el gobierno insiste en que Artsakh no formará parte de Azerbaiyán y el pueblo decidirá sobre su destino, y por el otro, se hacen públicos comunicados como el emitido luego de esta reunión en Praga. Como consecuencia, los ciudadanos de Artsakh salieron a las calles exigiendo explicaciones a su presidente, Arayik Harutyunyan, quien no ha dado respuestas y que, en realidad, tampoco aparece como una figura como toma de decisión en este contexto.

Armenia, como estado, ha formado parte de la mesa de negociaciones en diferentes instancias como las del Grupo Minsk de la OSCE, representando los intereses del pueblo de Artsakh, conformada por ciudadanos armenios. Sin embargo, Azerbaiyán declaró que su comunicación con “los armenios de Karabaj” será directa, sin mediadores. Las autoridades de Armenia no dieron respuestas ante esto y ya desde hace un tiempo, los hechos demuestran una especie de aislamiento entre estos territorios, como, por ejemplo, las casi inexistentes visitas oficiales desde Armenia a Artsakh, la retirada del Ejército de Defensa de Armenia del territorio de Artsakh, la reciente entrega de la región de Berdzor-Lachin a Azerbaiyán.

Por último, quería recordar al periodista Pablo González, que estuvo cubriendo la guerra de Artsakh en 2020, y que decía en una entrevista a Radio Gomidas: “Una vez que se acaba la guerra parece que se acaban los problemas. Normalmente estos problemas se agudizan y se vuelven más difíciles de solucionar porque hay menos ayuda y menos atención. Por eso son importantes los periodistas que están ahora, porque explican lo que pasa y pueden subsanar el hecho de que el conflicto pase con menos atención de la que requiere”. ¿Qué opinión tienes respecto a su detención, que ya pasa de los siete meses, en Polonia, sin que respetar los mínimos derechos humanos?

La detención de Pablo es un atentado contra toda la comunidad de periodistas del mundo y da cuenta de cuán vulnerables y desprotegidos en materia de derechos están los periodistas en el campo de acción. Lamentablemente todo lo que gira en torno al caso de Pablo es una injusticia absoluta, marcada por la total ausencia de los órganos garantes de la libertad de los individuos.

Tuve la dicha de conocerlo durante la guerra de Artsakh de 2020, y recuerdo su claridad para cubrir el conflicto, su calidad como profesional y su coraje; hoy, es el claro ejemplo de cómo los periodistas se convierten en víctimas de la guerra, cuando su misión es ir tras la verdad y las voces de los protagonistas.

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