Por Abel Aparicio
Hace unas semanas se votó en el Congreso de los Diputados la admisión a trámite de la Proposición de Ley para la igualdad real y efectiva de las personas, conocida como “ley trans”. Presentada por ERC y el Grupo Plural, no salió adelante por los votos en contra del PP, VOX y la abstención del PSOE, pero que previsiblemente pasará por el Consejo de Ministros el próximo martes 29 coincidiendo con la celebración del Orgullo. Esta proposición de ley, que se vende como un avance social, cuenta con la opinión en contra de diversos sectores.
Hablamos con Ana Pollán, que se define a sí misma como feminista, republicana y socialista. Es Graduada Filosofía (UVA), Doctoranda en Filosofía (UNED) y Máster en Filosofía teórica y práctica.
Partamos desde la base. Lo que se escucha a nivel de calle es que esta ley permitirá el cambio registral de sexo sin patologizar a las personas que desean hacerlo. ¿Esto es así?
Lo que permitirá esta ley es que cualquier persona que lo desee pueda cambiar su sexo en el registro civil sin más requisitos que afirmar su voluntad al respecto. No es una ley pensada para personas transexuales. Es una ley que convierte un dato objetivo y material como es el sexo en algo elegible y dependiente de la mera voluntad del individuo. Es decir, un disparate jurídico. Si el sexo depende de lo que opine un individuo sobre sí mismo sin objetivación posible, ¿por qué no la edad? ¿por qué no la discapacidad? ¿por qué no la raza? Lo que dice la ley en su artículo 37 es que toda persona mayor de 14 años podrá modificar, sin acreditar una situación de transexualidad ni de disforia de género, la mención registral de su sexo en el Registro Civil.
Actualmente, para cambiar el sexo que de un individuo consta en el Registro Civil es necesario acreditar con un informe médico la condición de transexualidad. Esto no ha implicado una patologización del colectivo sino que ha dado certidumbre al mismo evitando que cualquiera utilice unos recursos cometiendo fraude de ley. Acreditar una condición no implica tratar a nadie como un enfermo.
Creo que la diferencia entre sexo y género es básica. También entre orientación sexual e identidad de género. ¿Crees que la terminología confunde a la gente?
Sí. Y cada vez hay más confusión porque a la ideología queer, conservadora, misógina y neoliberal como pocas, le interesa alimentarlo. Sexo es la condición biológica que nos define como hombres o mujeres. En términos biológicos, como machos o hembras de la especie humana. La especie humana presenta un dimorfismo sexual y somos hombres o mujeres en función de nuestro sexo, de nuestros caracteres sexuales.
Género es el conjunto de estereotipos que el patriarcado impone a cada sexo con el fin de subordinar a las mujeres y privilegiar a los hombres. Pero el género es más que un conjunto de estereotipos, es la expresión de la normativa patriarcal misma que dicta las conductas, sanciones y deberes para cada sexo, privilegiando a los hombres y subordinando a las mujeres. El género es una estructura de dominación y subordinación para las mujeres, por eso hay que abolirlo, no reconocerlo como identidad, tal y como pretende la ley.
Orientación sexual es a quién se dirige nuestro deseo amoroso. Nos enamoramos y deseamos a una persona del mismo sexo si somos homosexuales; del contrario si somos heterosexuales o de ambos si somos bisexuales. El amor y la atracción sexual no queda marcada por el género con el que se identifique un individuo sino por su sexo.
El género como identidad no debe salvaguardarse jurídicamente sino abolirse. Identificarse con el género femenino es identificarse con que las mujeres sean subordinadas, oprimidas y menospreciadas e identificarse con el género masculino implica identificarse con una identidad violenta y opresora. No hay que conservar esas identidades sino derruirlas radical y absolutamente.
Con esto, un niño que quiera ponerse una camiseta rosa, jugar con las cocinitas de su hermana, las faldas de su hermana y pintarse las uñas, tiene unos gustos que están encasillados en el rol de género femenino. Entiendo que lo que se debe hacer es abolir ese rol de género y no inducirle a adaptar su cuerpo a los roles y estereotipos que patriarcalmente se han impuesto. ¿Qué tiene esto de avance y beneficioso?
Efectivamente. Debemos educar a las niñas y a los niños en que deben ser seres humanos libres, justos, igualitarios y empáticos y en que su sexo no les veta ninguna actividad ni ningún sentimiento. Cualquier niño o niña debe vestir como quiera, jugar como quiera, tener el pelo tan largo o corto como quiera y expresar sus sentimientos con absoluta libertad. Una niña con pelo corto, jugando al fútbol o disfrutando de una carrera de coches no es un niño, ni quiere serlo, ni es una “infancia trans” es sólo una niña peinada como quiere y disfrutando de los juegos y aficiones que bien le parece. Justo cuando empezaban a debilitarse los roles y a normalizarse que el sexo no dicta juegos, ni aficiones, ni empleos… reaparece esta mística de la feminidad y de la masculinidad. Debemos pensar sobre ello.
En la actualidad, ya existe una ley que protege a las personas transexuales y regula las prestaciones sanitarias y asistenciales a quien padezca disforia de género. ¿En qué beneficia la nueva ley a estas personas?
La ley de 2007 daba certidumbre médica y jurídica a las personas que acreditaban padecer disforia de género, es decir, que mostraban una situación persistente de profundo malestar consigo mismas y necesitaban resolverlo con un cambio de sexo. Para poder cambiar el sexo en el Registro Civil se tenía que acreditar con un informe médico esa disforia y haber iniciado un tratamiento hormonal al menos dos años antes, además de haber hecho o estar próxima la cirugía de la modificación anatómica del sexo.
Convendría preguntarnos si la transexualidad misma no es sino producto del patriarcado en cuanto que dicta normas férreas para cada sexo y quien pretende deshacerse de ellas resulta gravemente penalizado/a. Estoy segura de que si el género se aboliera en tanto que estructura de dominación, nadie tendría motivos para estar disconforme con su sexo porque ser hombre o ser mujer no llevaría aparejada ninguna consecuencia ni ninguna diferencia más allá de lo estrictamente biológico.
Aun así y reflexiones aparte, no siendo ideal, al menos la ley de 2007 establecía unos mecanismos claros y dotaba de seguridad jurídica al colectivo transexual. Nadie que no pudiese acreditar serlo no podía beneficiarse de los derechos reconocidos para ese colectivo. La nueva ley no puede asegurarlo, como tampoco el acompañamiento clínico, médico y psicológico que el propio colectivo demanda y necesita, pues se considerará patologizante y, por tanto, delictivo. Esta ley desampara a las personas transexuales, no les reconoce ni un solo derecho nuevo y permite que cualquier hombre que, sin presentar disforia de género ni iniciar absolutamente ningún tránsito, se autoidentifique como mujer sin serlo.
Estos días se está atacando mucho al PSOE porque en marzo de 2017 registro una propuesta para reformar esta ley. ¿Qué ha cambiado en el PSOE?
Creo que hace tres o cuatro años aún no se era suficientemente consciente de lo que implicaba no condicionar el reconocimiento de la identidad sexual a una situación clínicamente demostrada de transexualidad y las modificaciones que ello conlleva. Con todo, creo que fue un error que a muchas feministas, del PSOE o no, nos pilló desprevenidas. Sabemos un poco, pero no se puede prever todo. Y creo que ese error, al menos a nivel legislativo, podría haber quedado enmendado con el argumentario de junio de 2020 donde se reconoce el sexo como realidad biológica y el género como constructo patriarcal. El PSOE debería actuar en consecuencia o lo lamentará.
Con todo, aclaro que yo no soy del PSOE ni preveo simpatizar con él, pero reconozco muy tranquila y sin ningún pesar mi profunda y honesta admiración por las feministas que militan en él, incluso ahora, intentando parar el desastre desde dentro. Tal tarea es de una dureza inhumana y sus esfuerzos deben reconocerse. Las feministas que perseveran en partidos que no las escuchan son responsables de logros magníficos. Y muchas veces acaban denostadas. Yo no contribuiré a ello. Con ello no me escabullo de una crítica rotunda: el PSOE está a punto de dinamitar su tradición feminista. Si lo hace, merece desprecio incontenido, sin peros, sin misericordia.
El mismo día que se votó la “ley trans” se conoció que Interior impide a las mujeres con endometriosis el acceso a la Policía Nacional. Esta misma semana 5 mujeres han sido asesinadas. ¿Está la Ministra de Igualdad centrando bien los objetivos?
Tenemos casi una mujer asesinada por un hombre cada día. Miles de mujeres prostituidas en nuestro país, un repunte de las violaciones inaceptable, una tasa de paro femenino lamentable, una pobreza femenina disparada, una normalización de la violencia sexual que repugna, un consumo de pornografía y por tanto de la normalización de la tortura a las mujeres por el hecho de serlo que incrementa cada día; una educación afectivo-sexual que brilla por su ausencia; tenemos ciudadanos españoles acudiendo a otros países a explotar reproductivamente a otras mujeres que vuelven con un bebé expropiado sin encontrarse ninguna traba; unas condiciones para abortar deleznables en nuestra sanidad pública; muchas mujeres padeciendo violencia de género sin protocolos y programas efectivos para salir de esa situación; un currículo escolar que no aborda adecuadamente ni de forma transversal ni específica la educación igualitaria de los sexos y un larguísimo etc. ¿Qué hace el Ministerio de igualdad? Hablar de niñes e hijes para quienes no se identifiquen con los morfemas habituales que demarcan los dos sexos existentes. Lo único que puede hacer la Ministra que sea útil para las mujeres es dimitir.
En 2018 vimos como el 8M superaba todas las expectativas. A día de hoy, en marchas feministas vemos que el movimiento feminista (abolicionista del género y de la prostitución) es atacado violentamente. ¿Qué está pasando y quién lo incentiva?
Las manifestaciones están muy bien. Demostrar músculo está muy bien. Estar visibles está muy bien. Pero el feminismo no vive de portadas multitudinarias una vez al año. El feminismo es teoría, es legislar, es estudiar, es formarse, es leer, es militancia, es tejido asociativo, son leyes. Nada se transforma en la calle si esas demandas no están en una agenda con su marco teórico y con su traducción en políticas concretas que transformen profunda y radicalmente las condiciones de vida de las mujeres, contribuyendo a su emancipación. Lo revolucionario no es el 15M; lo revolucionario es poner al Estado al servicio de la emancipación de las mujeres.
Si vemos que a las feministas se nos ataca, y con virulencia, es porque somos el único movimiento de transformación de la sociedad que queda en pie. El marxismo se desangra porque neoliberalismo, postmodernidad y el populismo que hoy se dice izquierda se han puesto, mano a mano, a desmantelar el movimiento obrero y, por desgracia, lo están consiguiendo.
Vamos a resistir esta reacción patriarcal. Tenemos razones, tenemos fuerza, tenemos estructura, tenemos tradición, y la mejor de todas: la racionalista, la ilustrada, la internacionalista y la universalista. Tenemos un proyecto rico, firme y sólido para nuestra emancipación. Un Gobierno instalado en lo esperpéntico no se lo llevará por delante, ni siquiera si consiguen aprobar la ley porque las feministas tenemos la sana manía de perseverar y saber resistir con todo en contra. Y vencemos. Aun cuando nos tumben previamente. Esta vez no será diferente. Tenemos vocación de tentetieso.
Numerosas mujeres con una trayectoria en principio feminista están a favor esta ley. ¿Por qué crees que ocurre esto? (no vale responder pregúntale a ellas).
No hay ninguna feminista a favor de reconocer el género como identidad por el mismo motivo que no hay nadie marxista dispuesto a sustentar y defender la propiedad privada de los medios de producción. Abolir el género está en el ADN del feminismo. El objetivo del feminismo es abolir el patriarcado, y el género es, como ya he dicho, expresión de dicha estructura de dominación. El feminismo persigue abolir el género y lleva empeñado en ello más de tres siglos. Nadie feminista puede defender la existencia innata de cerebros rosas y azules, nadie feminista puede asumir el género como una identidad que deba protegerse. Ni una sola feminista, ni una sola, defiende esta ley porque esta ley es misógina y sexista, rancia hasta límites insospechados. Cuestión distinta es que algunos/as se autodenominen feministas sin serlo. Pero todo el mundo conoce la táctica del Caballo de Troya.
Con una simple búsqueda en internet vemos que la industria de la identidad de género ha pasado de valer 8.000 millones de euros anuales a más de 3 billones en cinco años. ¿Puede este lobby estar detrás de este movimiento? Y, ¿Cómo es posible que partidos en principio de izquierdas no lo señalen?
La pregunta de “¿a quién interesa?” siempre es pertinente. Hablamos de que la ley posibilita la dependencia continua a fármacos e intervenciones médicas carísimas desde la infancia o adolescencia hasta el fin de la vida. El colectivo LGTB ha sido fagocitado por la T y algunos G útiles al neoliberalismo sustentando la explotación reproductiva. La autodeterminación amorosa, decidir y decir abiertamente a quién amas y con quién compartes tu vida no produce beneficio a ninguna empresa. Obligar a menores a sentirse mal consigo mismos y con sus cuerpos perfectamente sanos haciéndolos dependientes de la industria médica y farmacéutica, sí. Decidir compartir tu vida con una persona de tu mismo sexo no beneficia al patriarcado; perpetuar la creencia de que hay una esencia femenina o masculina innata e inmodificable a la que debe adecuarse el cuerpo y las actitudes, sí.
¿Eres optimista en cuanto a la posible modificación de esta ley y que la ley cumpla vuestras peticiones? Y, ¿qué le dirías a una persona de la calle que no ha leído la proposición de ley o el proyecto anterior pero dice estar a favor?
No soy demasiado optimista a corto plazo. Creo que Ministerio de Igualdad se ha propuesto sacar esta ley adelante y el gobierno entero parece dispuesto a hacerla suya. Pero el feminismo no se va a rendir. Va a dar esta batalla y antes o después, con más o menos disgustos, ganará. Lo bueno del sentido común es que por mucho que se pretenda hundir siempre sale a flote.
De Podemos, dada su trayectoria antifeminista, poco espero. El PSOE ha contado con el respeto y el apoyo de las feministas, incluso de muchas que están muy a su izquierda y que le han prestado el voto por ver cumplida su agenda durante sus legislaturas. Parece que eso es ya algo del pasado. Sánchez en tanto que responsable último de lo que sale del Consejo de Ministros debe decidir si traiciona las convicciones feministas de su partido y si lo hace abdicar de sus propios compromisos y convicciones que manifestaba hace tan sólo un año en un argumentario donde hablaba del sexo como realidad biológica y del género como construcción cultural patriarcal.
Sánchez y sus señorías socialistas deberían tener respeto por su propio partido y por las feministas que hay en él. Es una falta de respeto que una ley sexista la firme un presidente socialista: con ello despreciará a las mujeres que se han partido la cara para hacer de las legislaturas socialistas las que ponían a España a la vanguardia feminista. Espero que sus señorías socialistas no entreguen al partido a la misoginia y actúen en consecuencia. Y si no, espero que lo hagan sus votantes.
A quien no haya leído la ley, le preguntaría si le parece progresista medicar a su hijo de por vida si éste decide jugar con una muñeca. Si le parece conveniente que un hombre chantajee a una mujer lesbiana para tener sexo con ella autoproclamándose mujer. Si está dispuesta a encontrarse a varones en sus vestuarios y que no los puedan expulsar porque si dicen que son mujeres (aunque no sean transexuales) prevalecerá su autodeterminación frente a la evidencia. Y si no les inquieta que quienes venían a tomar el cielo por asalto sólo hayan asaltado a las mujeres, para negarlas, para borrarlas y para dinamitar sus derechos.
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