Entre normalización y cálculos políticos: el imparable ascenso de la Agrupación Nacional en Francia

Los últimos sondeos sitúan a la AN muy por delante en las próximas elecciones en Francia: las europeas de junio de 2024. Con un 30% de las intenciones de voto, se sitúa muy por delante de sus rivales, empezando por Renacimiento (RE), el partido presidencial, con poco más del 18%.

Por Marius Thirion Roszyk | 23/12/2023

La gran marcha contra el antisemitismo organizada en Francia el 12 de noviembre debía aportar unidad y calma al panorama político francés, cada vez más fragmentado y polarizado. Pero no fue así. Francia Insumisa (FI), la principal fuerza de la izquierda francesa, se negó a participar en la iniciativa, explicando que era «imposible marchar al lado de un partido nazi», a saber, la Agrupación Nacional (AN). Los dirigentes del partido de extrema derecha (que pretende ser la primera fuerza de oposición) habían anunciado unos días antes su intención de marchar junto a las demás formaciones políticas del país.

La participación de la Agrupación Nacional en la marcha fue un éxito rotundo para el partido. A su llegada a la explanada de los Inválidos de París, sus principales figuras fueron recibidas con aplausos y vítores de la multitud. En cambio, los dirigentes de los partidos de izquierda fueron el blanco de silbidos e insultos.

Esta gloriosa acogida resulta un tanto sorprendente si se recuerda que, desde su aparición en la escena política francesa en los años ochenta, la AN siempre ha sido considerada como un partido racista y antisemita. En 1990, por ejemplo, uno de sus fundadores, Jean-Marie Le Pen, declaró que «las cámaras de gas sólo fueron un detalle en la historia de la Segunda Guerra Mundial» (una postura que sigue defendiendo hoy en día). Durante este periodo, muchos votantes se avergonzaban de votar a la AN, ya que la postura radical del partido en cuestiones sociales como la inmigración y el derecho de voto de los extranjeros aún no se había generalizado.

Hoy, las cosas son muy distintas. La AN ha pasado de ser un partido de oposición marginal a una solución creíble. En las elecciones presidenciales de 2017 y 2022, su actual líder, Marine Le Pen (hija de Jean-Marie), llegó hasta la segunda vuelta, por delante de otros candidatos como Jean-Luc Mélenchon, de Francia Insumisa, y de los candidatos del Partido Socialista (PS) y Los Republicanos (LR), dos partidos acostumbrados al ejercicio del poder. En 2022, Le Pen obtuvo el 42% de los votos, algo nunca visto antes. A pesar de las derrotas de Le Pen ante Emmanuel Macron, la AN se convirtió oficialmente en el principal partido de oposición en Francia en las últimas elecciones legislativas de junio de 2022. Así es, la AN obtuvo 89 sedes en la Asamblea Nacional, más que cualquier otro partido. Durante la legislatura anterior, sólo tenía 8 diputados.

Estos buenos resultados electorales son el fruto de una estrategia de “desatanización” que las figuras del partido llevan a cabo desde hace varios años. Marine Le Pen se ha distanciado de su padre y de sus posiciones, consideradas como peligrosas para la nueva imagen del partido, menos polémica y más sabia. También, en 2018 cambió su nombre, dejando la denominación Frente Nacional (Front National) a favor de Agrupación Nacional (Rassemblement National), con el fin de posicionarse como un partido unificador, y de romper con el legado de Jean-Marie Le Pen.

El sistema político y mediático también desempeña un papel crucial en este proceso, en particular a través de una de sus principales figuras, el polemista y político de extrema derecha Éric Zemmour. Durante años, multiplicó los comentarios racistas, homófobos y machistas en un amplio abanico de platós de televisión. Le Pen ha conseguido utilizar la candidatura de este último a las elecciones presidenciales de 2022 para hacer que su discurso y su candidatura parezcan menos extremos a los ojos del gran público. De este modo, ha dejado a su rival de extrema derecha encarnar las cuestiones identitarias para centrarse en otros temas esenciales como el poder de compra, con diferencia, la primera preocupación de los franceses. Esta imagen más moderada fue un factor absolutamente crucial para explicar su subida gradual en las encuestas de opinión a lo largo de la campaña presidencial. También, viajó a lo largo y ancho de Francia para reunirse con ciudadanos de todo el país, lo que le valió una favorable cobertura de los medios de comunicación regionales.

Sin embargo, el ascenso de la Agrupación Nacional no debe atribuirse únicamente a Marine Le Pen. Uno de los mejores representantes de esta extrema derecha “new look” es sin duda Jordan Bardella, actual presidente del partido. Con sólo 28 años, Bardella es la alegoría de una extrema derecha joven y dinámica con la que es fácil identificarse. Según un sondeo reciente, el 46% de los franceses piensa que sería un buen Primer Ministro. Francia atraviesa un periodo político turbulento, con el rechazo del Parlamento a una ley sobre inmigración. Emmanuel Macron podría verse tentado a disolver la Asamblea Nacional, lo que colocaría a la AN en una posición excelente para ganar las posibles elecciones legislativas. Así, la hipótesis de la entrada del partido de extrema derecha en el gobierno, con Bardella a la cabeza, cobra fuerza.

El debate sobre la ley de reducción de la inmigración, que sacude desde hace semanas el panorama político francés, confirma esta toma de poder. Para conseguir la aprobación del proyecto de ley, el gobierno tuvo que hacer enormes concesiones a la derecha, incluyendo en el texto una serie de medidas que la AN llevaba años defendiendo (introducción de cuotas migratorias, pérdida de la nacionalidad francesa para los binacionales condenados por homicidio intencional, endurecimiento de las condiciones para la reagrupación familiar, etc.) Cuando se anunció el nuevo proyecto de ley, Marine Le Pen lo saludó como una «victoria ideológica», y con razón. La extrema derecha ha logrado imponer la inmigración en el debate público, a pesar de que las encuestas muestran que este tema está muy por detrás de las verdaderas prioridades de los franceses, a saber, la carestía de la vida, los servicios públicos y el medio ambiente.

Los últimos sondeos sitúan a la AN muy por delante en las próximas elecciones en Francia: las europeas de junio de 2024. Con un 30% de las intenciones de voto, se sitúa muy por delante de sus rivales, empezando por Renacimiento (RE), el partido presidencial, con poco más del 18%. Marine Le Pen y su familia política salen ganando de un contexto político francés extremadamente dividido y compuesto de 3 bloques distintos: la mayoría presidencial; el bloque de extrema derecha y el de izquierda radical (en realidad fuertemente dominado por la FI). Por el momento, ni Renacimiento ni Francia Insumisa parecen en condiciones de desafiar a la AN, que prosigue su estrategia destinada a llevar a Marine Le Pen a la Presidencia de la República en 2027. Por no hablar del PS y de LR, que sobreviven a duras penas en el actual sistema político y mediático, como lo demuestran sus resultados en las últimas elecciones.

Por ahora, una victoria de Le Pen en las próximas elecciones presidenciales es el resultado más probable, mientras que Renacimiento tiene dificultades para encontrar un candidato creíble y Jean-Luc Mélenchon, el líder todopoderoso de FI, ya ha anunciado que no quiere volver a presentarse. Esta perspectiva puede sorprender, pero no es ilógica en ningún caso.

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