Por Manuel Pérez
Mirar la nada,
pensar la nada,
bajar,
cruzar,
seguir avanzando,
no dejar nunca de caer.
[…]
Día mesiánico (Paco Carreño)
¿Qué mejor manera de empezar una reseña que citándolo? Sus versos abren paso a mis líneas que, nuevamente, regresan a ellos. Días después de su presentación en la librería del CBA, consigo sentarme. Y huyendo de obligaciones recuerdo: A compas del ruido // el corazón // se va parando. Comienzo:
Todos los días nos recuerda el invierno que llevamos a nuestras espaldas, nos envuelve en el manto de hojas caducas y cortezas colgantes, nos empuja contra el silencio de una noche vital más larga que los días. Pero el invierno, no es solo eso, la desnudez del frio nos deja frente a la realidad sin ropajes de decoro. Aquí están las heridas, // toda profundidad, // una sabiduría que no deja de sangrar.
Paco respondió a la pregunta del poeta en aquella presentación: “¿Cómo se hace para estar siempre esperando? ¿Cuánto hay que esperar? El oficio del poeta es el más difícil de todos. Aguantar en silencio, en el tiempo del ruido, a que la vida ocurra. ¿Por qué buscar la verdad fuera de tus ojos? Alguien, que eres tú, sabrá el momento.
Bajo nuestros pasos, la vida sigue. Las cosas, creo entender, nos atraviesan y en ese atravesar, dejan la huella del verso. Paco consigue capturar el movimiento de los días, lo infinito de los mismos, lo eterno en la monotonía.
DIAS AL FONDO
– Alguien me tiró al cubo de basura.
– ¿Y qué viste?
– Oh, muchas cosas: una piel de plátano deseando salir del cubo, con muchas ganas de broma, aleteando como un insecto atrapado; un vómito con todos los colores del arco iris, una carta de amor larga, muy larga, rota en mil pedazos. Una pareja de insectos que se abrazaba.
Desconozco si en algún otro momento vivir ha sido tan feo. La vida se ha distanciado de toda vitalidad para quedarse en puro biologismo. En este sentido, la poesía es una barricada en la resistencia. Antes de morir elige: // o la vida muerta […] // o la vida viva. Sin tener que abandonar la ciudad, sin la necesidad de un exterior idóneo, los colores consiguen infiltrarse en la vista de quien olvida los ojos para mirar.
Repleto de palabras, silencios, recuerdos, sequedad, frío, invierno, ojos… el libro nos dice lo que siempre ha estado. Nos habla al corazón oculto que, en la oscuridad, sigue latiendo. Como una cuerda, Paco intenta despertarnos con Todos los días intenta llevarnos de nuevo a las mismas calles de siempre. Sin cambiar los lugares, reinventarlos. Aboga por la experiencia. Vivir exige bajarse al barro: ¡Qué ganas de pasear por la ribera equivocada del río! Un error es un deseo ejecutado. Un miedo vencido, una batalla luchada. Debo mi vida al sueño nos dice Paco. Equivocarse es una canción que atraviesa cláxones y motores. El hombre es un ser que se equivoca, // y lo malo es que no siempre se equivoca.
Aún sin saber de poesía, exijo el éxito de la poesía. La entrega a las grandes plumas, un retroceso al hombre sin envolturas. Una huida de currículums y productividades. Paco ve el baile del viento y los árboles, el anhelo por la voz. Habla por quienes hemos perdido la voz. Nos explica, nos intenta explicar… que no hay respuestas sobre la espera. Nos dice: Es todo tan simple que nadie lo entiende…
Hay tiempo para la vida, aún lo hay.
Muy bien, Manuel. Gracias