el 20 de febrero de 2003, el juez de la Audiencia Nacional, Juan del Olmo, ordenó el cierre del diario y detuvo a diez personas de la dirección del periódico, de las cuales cinco sufrieron un proceso judicial que se alargó hasta 2010, año en el que fueron juzgados y absueltos
Por Mikel Castrillo Urrejola / LQSomos
El pasado sábado se podía leer en la edición digital del diario Berria, que su director, Martxelo Otamendi, se jubila. El decano de los directores “con obligado pasaporte español” ha llegado a la edad de jubilación. Y no se retira por gusto, pero, como bien dice, hay que dejar paso a las nuevas generaciones. Enamorado de su profesión, piensa seguir unido a ella, aunque de forma menos intensa.
El hecho que Martxelo Otamendi de un paso a un lado, después de 30 años dirigiendo primero el diario Euskaldun Egunkaria y posteriormente el diario Berria, y que este año se cumplieran 20 años del cierre de Egunkaria por orden del juez de la Audiencia Nacional (AN), Juan del Olmo, fue la excusa perfecta para que un grupo de personas del mundo de la cultura y el periodismo de Madrid organizasen el pasado jueves 1 de junio, un acto-homenaje al diario Egunkaria y a su director Martxelo Otamendi en el Ateneo La Maliciosa[1].
Para quienes desconozcan lo que hace 20 años sucedió con el diario Euskaldun Egunkaria y haciendo un esfuerzo para poder sintetizarlo en pocas líneas, decir que el 20 de febrero de 2003, el juez de la Audiencia Nacional, Juan del Olmo, ordenó el cierre del diario y detuvo a diez personas de la dirección del periódico, de las cuales cinco sufrieron un proceso judicial que se alargó hasta 2010, año en el que fueron juzgados y absueltos, con una sentencia de las más duras que ha dictado la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, en la que desmontaba una a una todas las acusaciones existentes, dejando a la altura del betún todas actuaciones del juez instructor Juan del Olmo.
La Sala de lo Penal de la AN recoge en su sentencia que el cierre no se ajustó a derecho, pues vulneró derechos fundamentales como la libertad de información y expresión, obviando preceptos constitucionales que garantizan estos derechos y que los acusados en ningún momento habían incurrido en delito alguno, pero el daño estaba hecho. El calvario que pasaron los cinco personas que se sentaron en el banquillo es indescriptible, y como muestra, reseñar las palabras del presidente de la Sala de lo Penal, el magistrado Gómez Bermúdez, en este acto. Arrancó su intervención diciendo que el caso Egunkaria “fue un error judicial enorme, al menos en la fase de instrucción”, para llegar a afirmar que “el Tribunal tuvo la firme convicción que en este caso hubo malos tratos y torturas” y en la sentencia, la Sala de lo Penal reprocha la falta de control de la incomunicación por parte del juez instructor.
La comunidad euskaldun[2] se vio privada del único periódico escrito íntegramente en euskera, si bien, fue momentáneamente, porque los 150 trabajadores de Egunkaria se pusieron manos a la obra para que al día siguiente saliera un periódico de 16 páginas, gracias a la infraestructura de un diario local de Gipuzkoa. Fueron un ejemplo que perdurará en el tiempo. Por lo que respecta a la respuesta de la ciudadanía fue histórica, en Donostia se vivió la manifestación más grande que ha habido en esa ciudad, hubo una movilización sin precedentes en todo Euskal Herria que superó cualquier previsión y las muestras de solidaridad se dieron a nivel internacional. El Estado se encontró con una respuesta que no esperaba.
Después haber asistido al acto-homenaje a Martxelo Otamendi, que éste lo hizo extensivo a todos los trabajadores de Egunkaria, creo que es necesario hacer una reflexión sosegada de lo que se vivió hace 20 años, desde la perspectiva de lo que estamos viviendo en la actualidad, porque algunas de las intervenciones del jueves en el Ateneo La Maliciosa, sin hacer una comparación directa entre aquella época y el momento actual, dieron algunos datos que permiten relacionar ambos contextos.
Algunos de los intervinientes, en concreto los periodistas Luís Rodríguez de Aizpeolea y Martxelo Otamendi contextualizaron el cierre del diario Egunkaria y la detención de sus directivos en un momento muy concreto: gobernaba Aznar con mayoría absoluta y desde 2001 la derecha mediática, es decir, la inmensa mayoría de los medios de comunicación, estaban inmersos en una guerra sin cuartel contra el nacionalismo vasco en su conjunto, elevando el tono de sus comentarios, e intentando criminalizar instituciones, partidos y medios de comunicación que no comulgaban con sus postulados. Era una campaña en la que se criminalizaron ideas políticas. En su particular ofensiva inquisitorial cabían todos: desde el entonces lehendakari Ibarretxe, pasando por entidades financieras, centros educativos que representaban un modelo educativo diferente al que a ellos les gustaría, hasta editoriales y distribuidoras de libros. La teoría del todo es ETA era una larga sombra que teniendo su inicio en los autos del juez Garzón, se extendía como una mancha de aceite por tertulias, editoriales de prensa y todo ello con la finalidad de dar cobertura mediática a la política desplegada por el gobierno de Aznar.
Si uno se para a pensar un momento, lo primero que le viene a la cabeza es que han pasado 20 años y la situación empieza a tener tintes bastante similares, con el agravante de que es susceptible de empeorar. Acabamos de vivir una campaña electoral por parte de la derecha extrema y la extrema derecha que en su mayor parte ha girado alrededor de ETA, organización que dejó de atentar hace más de once años y que hace más de cinco años de disolvió, y la derecha mediática ha sido el altavoz de ese mensaje. Todo esto ha sido algo más que la campaña del barro. La derecha mediática está haciendo el papel que le han asignado para allanar el camino a un futuro gobierno PP-VOX y la deriva autoritaria que puede tomar.
Si a principios de siglo el gobierno de Aznar aprobó una nueva Ley de Partidos Políticos, con la finalidad de ilegalizar a izquierda abertzale, en esta campaña algunos líderes de la extrema derecha, con Ayuso a la cabeza, han vuelto a poner encima de la mesa la necesidad de ilegalizar a EH Bildu, aunque los órganos judiciales españoles manifestaron en su momento que reunía todos los requisitos para ser un partido legal. Es por ello que plantean modificar la actual legislación para darle una nueva vuelta de tuerca, con la finalidad de lograr sus objetivos.
No parece que hayamos avanzado mucho, más bien se están dando pasos atrás. Hasta ahora este tipo de medidas sólo se han aplicado en lo relacionado con el contencioso vasco, pero no sería nada descabellado que quieran dar un paso más allá. Y me estoy refiriendo a que con un gobierno de mayoría absoluta de la extrema derecha se extendiesen estas políticas a partidos y organizaciones de otras latitudes que en la actualidad están sufriendo un auténtico linchamiento mediático por los mismos medios de comunicación que a principios de los años 2000 actuaron de forma similar con Egunkaria, la izquierda abertzale y el nacionalismo vasco en general. Sin duda alguna uno de los puntos de mira podría ser Catalunya y los partidos independentistas y no sería descartable que todo lo que se mueve a la izquierda del PSOE fuese otra diana. Frases repetidas a modo de martillo pilón, gobierno ilegítimo, socialcomunistas, bolivarianos, enemigos de la unidad de España, etc…, sirven para ir preparando a la opinión pública para justificar otro tipo de actuaciones.
Las enseñanzas que nos ha dejado el caso Egunkaria son varias. La primera es el riesgo latente a que se sigan vulnerando derechos fundamentales, como la libertad de información y expresión, que empiezan por apuntar a todos aquellos medios que no siguen la línea editorial de la derecha mediática, para que un gobierno afín pase a otra fase. Y esto es extensible a partidos políticos y todo tipo de organizaciones políticas y del tejido asociativo.
Y para finalizar, el otro aprendizaje que nos deja este caso es que una respuesta tan masiva y contundente, como la que dio la sociedad vasca, sirvió para que el Estado fuese consiente que había encontrado algo más que una piedra en un zapato. Es primordial una sociedad organizada y movilizada para frenar el cercenamiento de los derechos y libertades fundamentes por parte de gobiernos con tics totalitario
[1] Quien esté interesado en ver el acto-homenaje, dejo el enlace de la crónica que Iñaki Alrui ha escrito en loquesomos.org y donde se puede ver el acto-homenaje en su totalidad: https://loquesomos.org/madrid-un-abrazo-solidario-a-egunkaria/
[2] Euskaldun: Persona que habla euskera.
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