Enric Marco, el impostor

Enric Marco, un hombre que durante más de 30 años engañó al mundo entero, presentándose como un superviviente de los campos de concentración nazis, ha quedado marcado en la historia como uno de los mayores fraudes de la memoria histórica.

Por Isabel Ginés | 22/03/2025

Vi ayer la película de Marco que trata sobre la vida del impostor español y me pareció una película magistral. Los papeles de los actores increíbles, sobre todo el del protagonista, Eduard Fernández, magistral, y la película resalta algo clave: los historiadores de comprobar los datos y las historias, de cómo una persona puede engañar, pero siempre están los datos. Es una película que pone en evidencia a la gente que solo busca popularidad, salir a la palestra y fama, usando el dolor de las víctimas, cosa que vemos mucho: gente que hace películas, produce películas o hace discursos, sin luchar, sin vivirlo, sin entenderlo, como una moda pasajera para rédito o, como en este caso, algo que se alarga en el tiempo.

Enric Marco, un hombre que durante más de 30 años engañó al mundo entero, presentándose como un superviviente de los campos de concentración nazis, ha quedado marcado en la historia como uno de los mayores fraudes de la memoria histórica. Su historia fue un reclamo popular, un testimonio desgarrador que se convirtió en un referente para la lucha de las víctimas del Holocausto en España. Sin embargo, la verdad, como se revela en la película sobre su vida, El impostor, no era más que una fabricación que utilizó el sufrimiento de otros para ganar fama, poder y reconocimiento.

Enric Marco nació en Barcelona en 1921 y creció en un contexto político turbulento. Durante la guerra civil española, fue un joven activista republicano. Años después, la dictadura franquista lo detuvo y lo encarceló por su militancia política. En la década de 1940, Marco emigró a Francia, y fue ahí donde, según sus propias palabras, fue detenido por las tropas nazis y enviado al campo de concentración de Flossenbürg, en Alemania. Durante décadas, construyó un relato emotivo de su sufrimiento, de las atrocidades vividas, y se convirtió en una figura reconocida en actos conmemorativos sobre el Holocausto, inclusive llegando a ser presidente de la Amical de Mauthausen, la asociación de víctimas del nazismo en España.

Sin embargo, en 2005, el historiador Benito Bermejo descubrió que Marco nunca había estado en Flossenbürg, ni en ningún otro campo de concentración nazi. La realidad era que Marco había sido un trabajador voluntario en Alemania, pero su historia fue alterada para presentar un sufrimiento que nunca vivió. A lo largo de los años, su capacidad de manipulación lo había llevado a ganarse la confianza de instituciones, medios de comunicación y miles de personas que creyeron en su relato.

La película pone en evidencia la manera en que las personas pueden usar el sufrimiento ajeno para obtener notoriedad y poder. A través de un guion impecable y una interpretación sobresaliente del protagonista, la película no solo captura la esencia de la mentira de Marco, sino que también resalta la importancia de que los historiadores y expertos en memoria histórica verifiquen los datos antes de que los relatos falsos se conviertan en parte de la narrativa colectiva.

Lo que más destaca de esta película es cómo muestra el proceso de destapar la falsedad. El personaje de Marco, encarnado magistralmente, va desde el poder y la admiración pública hacia el derrumbe total de su imagen y credibilidad. A lo largo del relato, se hace patente la responsabilidad de los historiadores en no permitir que las mentiras se perpetúen, no solo por el daño que causan a la verdad, sino por la falta de respeto a las verdaderas víctimas de esos horrores.

Lo más desgarrador del caso de Enric Marco es cómo se aprovechó del sufrimiento ajeno para ganar popularidad. Su relato falso no solo menospreciaba a las víctimas reales del Holocausto, sino que también distorsionaba la historia y diluía el dolor de millones de personas que padecieron las atrocidades del régimen nazi. Al igual que muchas otras figuras públicas que se benefician de situaciones traumáticas, Marco manipuló el sufrimiento para alimentar su propia fama, mostrando una completa falta de empatía hacia las víctimas reales.

La bajeza moral de su comportamiento es alarmante, pues usó su falso sufrimiento para obtener prestigio, dinero y poder. No es solo un engaño personal, sino una traición a la memoria histórica de una de las tragedias más grandes de la humanidad. En un mundo donde cada vez más personas buscan visibilidad a través de causas sensibles sin realmente comprenderlas, el caso de Marco resalta lo peligroso que puede ser permitir que alguien se aproveche de estas situaciones sin una revisión rigurosa.

La película también aborda un tema más amplio, que es la falta de empatía que puede existir en quienes se benefician del dolor ajeno. Este fenómeno no es exclusivo de Marco; hemos visto casos similares en la política, el cine, los medios de comunicación y las redes sociales. Muchas personas se lanzan a la palestra pública, a dar discursos sobre temas como el sufrimiento, el dolor o la guerra, sin realmente haber experimentado ninguno de ellos. Lo hacen porque es un discurso que vende, porque genera atención y reconocimiento, porque se ha convertido en una moda para ellos oasajera: una vez la fama o caso o rédito desaparecen de la esfera de la lucha.

El personaje de Enric Marco es solo un ejemplo de cómo, al usar el dolor de otros para alcanzar sus propios fines, se vulnera la verdad histórica. En una época de posverdad, donde las narrativas son moldeadas para generar impacto y resonar emocionalmente, es fundamental contar con un sistema de verificación rigurosa. Como señala la película, los datos siempre están allí, y son estos los que debemos consultar y respetar si realmente queremos preservar la memoria de los que sufrieron.

El caso de Enric Marco no solo debe ser recordado como un engaño, sino como una advertencia sobre los peligros de manipular la memoria histórica. Nos recuerda que, aunque en la actualidad muchas personas buscan protagonizar relatos de sufrimiento y victoria sin haber vivido esos momentos, la verdad siempre prevalecerá. Los historiadores, periodistas y expertos en el tema deben ser guardianes de esta verdad, verificando los hechos antes de que una mentira se convierta en una parte aceptada de la narrativa colectiva. En este caso, Marco no solo engañó a las instituciones, sino que también engañó a las generaciones futuras, distorsionando una de las tragedias más grandes de la humanidad.

En un mundo donde las redes sociales y los medios pueden amplificar las voces de aquellos que buscan protagonismo sin tener la autoridad moral para hacerlo, debemos tener presente la lección del caso Marco: el dolor de las víctimas no es un espectáculo para aprovechar, sino una tragedia que debemos respetar y recordar con sinceridad y honor.

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