Eneko Olza: ‘Todos hemos sido testigos en más de una ocasión de la falsedad de la consabida versión oficial. O contamos nosotros nuestra propia historia u otros la contarán’

Foto: Jagoba Manterola | Foku

Entrevistamos a Eneko Olza sobre su primer libro ‘Trabajo sucio’, después de haber disfrutado del vertiginoso ritmo de sus trescientas páginas que rezuman rebeldía e injusticia, camaradería y callejones sin salida, y mucha, mucha, música.

Por Angelo Nero | 16/05/2025

La calle le enseñó a resistir, y la cárcel le mostró la impiedad de la vida en los márgenes y el valor de la lealtad. Unai, el Dina, intenta rehacer su vida tras cumplir una condena por ser insumiso, prolongada por enfrentamientos dentro de prisión; pero pronto se dará cuenta de que eso no va a resultar nada fácil y se verá obligado a tomar decisiones difíciles. El asalto a la mansión de un empresario poderoso parecía ser el golpe definitivo para dejar atrás un pasado marcado primero por la lucha callejera y después por la delincuencia, pero termina convirtiéndose en una trampa de la que parece imposible escapar. Traicionado y perseguido, Unai se ve obligado a buscar refugio en las pocas personas que aún le son fieles, compañeros en tiempos de militancia y lucha política en la convulsa Iruñea de los años 90. Trabajo sucio es una historia de alianzas frágiles y violencia, de amistad y resistencia, que muestra cómo las circunstancias extremas pueden torcer los ideales y transformar los principios en actos de supervivencia.

Trabajo sucio es la primera novela de Eneko Olza (Iruñea, 1976), publicada en la editorial Txalaparta, sobre la que conversamos con su autor después de haber disfrutado del vertiginoso ritmo de sus trescientas páginas que rezuman rebeldía e injusticia, camaradería y callejones sin salida, y mucha, mucha, música.

Empecemos por el título de los capítulos, un homenaje al Rock Radical Vasco, ¿era importante que el libro tuviera, por decirlo de algún modo, banda sonora?

Sí, era importante en cuanto a que podríamos decir que las letras de aquellos grupos muchas veces reflejaban la situación política y social y eran un elemento muy potente de concienciación de jóvenes y adolescentes. Las canciones hablaban de cosas que vivías a diario, por eso las hacías muy tuyas y las sentías intensamente.

Tú siempre te has expresado a través del dibujo, ¿qué te motivó a pasarte a la escritura y como fue el proceso de creación de ‘Trabajo sucio’?

Siempre me ha gustado dibujar y de hecho el germen de Trabajo sucio está en la idea que tuve hace años de hacer un cómic sobre los convulsos fines de semana que vivíamos en la Iruñea de los noventa. Por diferentes motivos aquel proyecto se quedó en nada pero en mi mente la idea siguió dando vueltas hasta acabar transformándose en una novela que va mucho más allá que aquellas noches. Nunca antes había escrito nada y tampoco me preocupé de informarme sobre si había que seguir algún método para escribir un libro. Hice un esquema y me puse a ello, sin más, de una manera intuitiva. Ha sido un proceso largo, duro, emocionante y, a veces, desesperante. Una locura en la que me embarqué hasta arriba de ganas e ilusión y conseguir encajar las piezas de todo lo que quería contar ha sido muy gratificante.

De la escritura puedo decir que, respecto al dibujo, me ha permitido ser más preciso en lo que quería transmitir.

Unai tiene cierto compromiso político, participa en la kale borroka, y acaba en la cárcel por insumiso, aunque allí todo cambia, ¿querías reivindicar la lucha por la insumisión, y también denunciar la situación en las cárceles, y la dificultad que tiene la gente cuando vuelve a la calle?

Si quieres reflejar la situación que vivíamos en los noventa (y ese era uno de los objetivos que me marqué a la hora de escribir esta historia) el movimiento proinsumisión no puede faltar. El rechazo a ir a la mili era prácticamente generalizado en nuestra tierra y las movilizaciones en las calles pidiendo su fin y la libertad de los insumisos presos, que en la cárcel de Iruñea llegaron a ser más de cien, eran constantes. Era un problema, una amenaza, que nos afectaba directamente a todos los chicos jóvenes así que las manifestaciones solían ser muy numerosas.

Que el protagonista se declarara insumiso y acabara preso me daba la oportunidad de mostrar realidades carcelarias que no suelen darse a conocer normalmente. Hay quien, porque las personas presas tengan ciertos derechos, tratan de vender la idea de que las cárceles son poco menos que resorts y eso, claro está, no tiene nada que ver con la realidad. En los medios de comunicación abundan los tertulianos que se expresan de esa manera, hasta que quien va a la cárcel es algún personaje por el que sienten algún tipo de simpatía. Entonces, su discurso, curiosamente, suele cambiar. Y sí, también aprovecho un poco para poner de manifiesto los problemas que se encuentra una persona para retomar un tipo de vida “normal” tras cumplir una larga condena en prisión.

En la construcción de los personajes, te has cuidado mucho de no hacer una historia de buenos y malos, y dibujas una galería humana con muchos matices, arrojados a cometer actos heroicos o despreciables según les vengan las cartas, y este es, para mí, otro de los aciertos de la novela. ¿También querías huir de ese esquema de víctimas y verdugos, de héroes y villanos?

Quería huir del clásico maniqueísmo de los buenos buenísimos y los malos malísimos, del o blanco o negro, entrar en territorio gris. Creo que las vidas ejemplares son escasas, que a nada que rasques todos tenemos nuestras pequeñas o grandes contradicciones e incoherencias. Es normal, el ser humano es imperfecto, está en su naturaleza.

Buscaba también, en esa misma línea, crear cierta incomodidad en el lector al presentarle un personaje que despertaba su simpatía por su carácter luchador para luego mostrarle otras facetas menos admirables: Que tiene comportamientos poco modélicos y que a veces tomo decisiones moralmente cuestionables.

A pesar de que el protagonista de tu novela tiene un punto muy violento, nada de esa violencia es gratuita, tiene un origen, algo que la genera, porque luego el protagonista tiene un punto muy tierno y un sentido de la justicia y del compañerismo bastante elevado, ¿es esa violencia producto más de las circunstancias adversas que de su propio carácter?

No, la tendencia a la violencia del protagonista es consecuencia del clima de tensión y enfrentamientos que ha presenciado en las calles desde su infancia. Eso y la adolescencia, que suele ser una época muy muy tumultuosa e impetuosa para muchos, es lo que le convierte en un joven muy explosivo pero que rara vez lleva esa violencia fuera del plano político. Y como bien dices tiene un gran sentido de la justicia y del compañerismo.

En la cárcel su ardor juvenil se va apagando pero las experiencias vividas le marcan haciendo que, de alguna manera, se insensibilice e incremente su nivel de tolerancia al ejercicio de la violencia.

También está la violencia del estado, de sus policías y carceleros, la corrupción y el abuso del poder, ¿el estado se sigue legitimando a través de un sistema judicial y policial que no duda en ejercer el monopolio de la violencia contra la disidencia social y política?

Sí, sin duda, pero lo más curioso es que muchas veces el estado no se reivindica a si mismo en su accionar, intenta ocultar o negar sus actos consciente del descredito que le puede suponer. Por eso quería que esa violencia siempre silenciada y negada apareciese en sus multiples formas: En la calle, controles, detenciones, cárcel, juzgados…

En el libro hay un ejercicio de memoria, de aquellos años convulsos en los que Euskal Herria ocupaba las portadas de los periódicos y abría los telediarios, pero donde se recuerda más que los titulares, el ambiente que se respiraba, las pequeñas historias que siempre quedan al margen de la historia. Muchos son los que dicen que hay que olvidar, sin embargo, ¿por qué tu interés por bucear en el baúl de los recuerdos para traernos esta historia con aire de western?

Sí, la idea inicial del libro, aunque luego se vaya por otros derroteros, era hacer un poco de memoria y recordar aquellos años que nos quedan tan lejos en tantos sentidos. Porque de estas historias podías ver y leer algo en los medios, incluso aparecen brevemente en algunas películas, pero no conozco a nadie que se vea identificado con la imagen que se da de aquellas movidas o de la gente que participaba en ellas. Por eso, lejos de nostalgias o fetichismos, la intención era contar desde otro punto de vista como eran aquellos momentos y que la gente que vivió aquellos años intensamente, al leer, pueda hacer un pequeño viaje en el tiempo y decir joder, sí, así eran las cosas y así las sentíamos.

Todos hemos sido testigos en más de una ocasión de la falsedad de la consabida ‘versión oficial’. O contamos nosotros nuestra propia historia u otros la contaran. Y, desde luego, no será la misma historia.

Por otra parte hay varias referencias a episodios de la historia reciente, aun siendo una obra de ficción, ¿están colocadas en la trama para darle un contexto temporal, o por qué querías recuperar alguna historia en concreto?

Es una historia de ficción cuyo telón de fondo es el conflicto político de Euskal Herria. Es una historia que no podría darse sin dicho conflicto pues la mayoría de personajes están muy marcados por él. Los episodios históricos reales que aparecen le dan un contexto temporal a la novela, pero no solo eso, influyen en la historia que se relata. Dicho de otra manera, el contexto histórico alimenta la misma trama de la novela.

Escribiste esta novela con tinta negra, con las señas de un género que está en alza, ¿quizás por qué es el más propicio para la denuncia social a la vez que su estructura haga la lectura más fácil y adictiva?

Sí, la novela negra me parece un medio muy apropiado para hacer denuncia social. Aproveché los escenarios por los que se mueve el protagonista para poner un poco de luz sobre temas a los que muchas veces no prestamos atención porque aunque los tengamos cerca los sentimos muy lejos, como que no va con nosotros.

Por último, los lectores que hemos disfrutado con la lectura de ‘Trabajo sucio’ nos preguntamos si hay algún nuevo proyecto en marcha que dé continuidad a esta novela.

He de decir que dejé unos cuantos hilos de los que tirar para una posible continuidad en caso de que la novela gustara. Ahora estoy disfrutando de la satisfacción de haber acabado con algo que me ha supuesto mucho esfuerzo y muy contento con las críticas recibidas pero en estos momentos estoy inmerso en otros proyectos personales así que una posible continuación no se vislumbra a corto plazo.

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