Hablar de Ence, es hablar de caciquismo, corrupción, lucha medioambiental, capitalismo y especialmente es hablar de colonialismo.
Por Daniel Seixo
«‘Cánto pesa e cómo fede!’, que di a vella labrega co negro cadaleito ás costas que leva impresa a palabra ‘Lex’; ou o petrucio co machado ao lombo: ‘A nosa Terra non é nosa, rapaces’… Eu erguía a miña ollada cara as figuras do tríptico en percura de resposta a eses enigmas, e os ollos de don Ramón e Castelao semellaban sorrir e contestarme: «levas camiño de comprendelo». Eu pergúntome, e pergúntovos tamén, se aquelas estampas non seguen a ter vixencia coma daquela, e se agora tamén levamos camiño de comprendelo, nestes tempos de exterminio do campesiñado, de trebón que non cesa sobre a xente mariñeira, de recrudecida agresión ao proletariado, de espoliación colonial reduplicada, até de atávica ofensiva contra o noso idioma, contra o seu idioma, o de Castelao e de don Ramón de Trasalba»
Xosé Manuel Beiras
«¡Sí! ¿Independencia, para lograr el qué? Para nosotros, en primer lugar, para ser nosotros mismos, para ser hombres africanos, con todo lo que nos caracteriza, para lograr una vida mejor y para que podamos identificarnos con el resto de la humanidad en la tierra. «
Amílcar Cabral
“Para el pueblo colonizado, el valor más esencial, por ser el más concreto, es primordialmente la tierra: la tierra que debe asegurar el pan y, por supuesto, la dignidad.”
Frantz Fanon
Podría comenzar estas líneas mostrando mi sorpresa ante la reciente decisión del Tribunal Supremo español, dotando de autoridad, que no de razón o sentido, al recurso que la celulosa española con domicilio social en Madrid, pero cruentas repercusiones sobre el territorio y la población gallega, interpuso contra la sentencia de la Audiencia Nacional que el 16 de julio de 2021 declaraba nula la prórroga concedida por el Gobierno en funciones de Mariano Rajoy, que pretendía de este modo garantizar a escuso la ubicación de la empresa en la ría de Pontevedra hasta 2073.
Del mismo modo, podría también intentar analizar los más de sesenta años transcurridos desde que, en plena dictadura, la llamada Empresa Nacional de Celulosas decidió ocupar las orillas de una ría gallega, para producir pasta de papel a partir de la madera del eucalipto, citar los informes internos en los que la propia empresa cotizante en Madrid alerta de la contaminación por mercurio en las aguas subterráneas, afectando no solo al marisco y pescado de la ría, sino también a la salud de los propios trabajadores y los vecinos que estoicamente soportan la carga con la que otros se lucran a prudente distancia, e incluso reflexionar detenidamente acerca del modelo de explotación implementado por una empresa capaz de obtener cada año en nuestro territorio millones de euros en dividendos para sus accionistas, pero que apenas deja valor añadido en Galiza.
Sin duda, la eucaliptización de nuestro territorio hasta convertirse en un polvorín que amenaza nuestras vidas cada estación seca, la pérdida de la identidad de nuestros montes o la absoluta falta de un modelo de gestión y ordenación forestal, abandonado a los intereses de un despacho en la capital española, también tendrían reservado un lugar en un artículo que tratase la realidad de Ence y sus efectos sobre la vida de los y las gallegas. Aquí, probablemente, aparecerían nombres como el de José María Aznar, Emilio Pérez Touriño, Josep Borrel, Manuel Fraga, Felipe González, Juan Abelló, José Luis Méndez, Isabel Tocino, Pascual Fernández y tantos y tantos otros…
Hablar de Ence, es, por tanto, hablar de caciquismo, corrupción, lucha medioambiental, capitalismo y especialmente es hablar de colonialismo. Solo podemos entender la decisión del Tribunal Supremo español como una decisión proveniente de un órgano de una administración colonial exógena a la voluntad de nuestro pueblo. Una decisión dictada en firme contraposición a la voluntad de gobierno local, el ánimo de las asociaciones ecologistas, las diversas comunidades de montes y a gran parte de la población gallega, ampliamente concienciada y movilizada políticamente para lograr la recuperación de la ría de Pontevedra de las manos de intereses ajenos a la realidad de nuestro país.
Únicamente estructurando una cosmovisión capaz de encarar sin tutelas nuestra realidad como pueblo, logrando de este modo establecer una acción política que actúe sobre las relaciones de explotación y desigualdad establecidas por el dominio español, con la firme determinación de subvertirlas mediante la conquista de una voz independiente, lograremos conquistar las herramientas para hacernos poseedores de nuestro futuro político, económico y cultural. Mientras esto no sea así, las decisiones de las estructuras del Estado español, seguirán sin responder a nuestros propios intereses o a una lógica vinculada de modo alguno con las necesidades de desarrollo productivo de nuestro pueblo.
Y es en ese marco de supeditación a los intereses de Madrid, emanada de nuestra situación de colonia interna española, que incluso las voces supuestamente progresistas de la centralidad del estado se han dignado a apoyar abiertamente el ultraje a nuestra soberanía como pueblo. No es de extrañar que Unai Sordo, UGT o diversos actores del españolismo suave actúen en defensa de los intereses de su propio pueblo frente a nuestra voluntad, por firme y razonable que esta sea, ni del mismo modo puede sorprendernos que versos sueltos de nuestra propia población enajenados por el dominio represivo y propagandístico del estado se asimilen inferiorizados y acepten la voluntad del verdugo a cambio de un salario por su servidumbre y la lapidación de sus recursos naturales en aras del beneficio inmediato de una burguesía foránea que ha logrado ocupar sus mentes y su territorio.
Quienes hoy pretenden justificar la sentencia de la parroquia de Lourizán y gran parte del rural gallego por unos puestos de trabajo escasos y temporales, son aquellos que justificarían la presencia de Shell en Nigeria, la United Fruit Company en Nicaragua, la sueca Boliden en Doñana o la depredación del turismo sobre el archipiélago canario. Aquellos que lejos de luchar por la soberanía y libertad de decisión de nuestros pueblos, pretenden convencernos de que mediante la obediente sumisión ante los designios del amo podremos alcanzar un mendrugo del saco de pan que nos roban. Tal y como asegura el bardo Eduardo Pondal, «sóo os iñorantes e féridos e duros, imbéciles e escuros non os entenden, non».
Seamos conscientes, por tanto, de que la matriz de nuestro futuro, se dibuja en la lucha por nuestra liberación nacional, resultando vacua cualquier esperanza que pretenda resolver nuestros problemas mediante sentencias emanadas de las estructuras represivas y parasitarias establecidas por nuestros carceleros. Esta nueva fase que encara el conflicto contra la empresa española Ence, debe enmarcarse sin vacilación alguna en la movilización social y política gallega, indudablemente entrelazada con la lucha por la independencia nacional de Galiza. Tan solo mediante la unidad popular gallega, capaz de enfrentar radicalmente los intereses de quienes, mediante la exclusión de nuestra propia voz, buscan lucrarse con la explotación de nuestros recursos naturales y nuestra fuerza de trabajo, lograremos poner freno a situaciones de injusticia como la que representa la propia Ence, pero también el expolio eléctrico, la AP-9, la plaga eólica o la lenta agonía de la desindustrialización y el desamparo del rural, fruto todas estas situaciones de una hoja de ruta diseñada e implementada muy lejos de nuestro propio territorio.
El futuro de Ence, es inseparable del futuro del colonialismo español. Sus jueces lo han comprendido perfectamente, ¿lo haremos también nosotros?.
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