En la guerra de agresión contra Siria iniciada hace más de una década, el villano está en Washington. Viví durante algunos meses el conflicto en Damasco, su desarrollo, manipulación mediática, el auge de la intervención de Occidente, las “payasadas” de los ataques químicos, las campañas para demonizar al presidente Bashar y el inicio prácticamente de una guerra fracasada contra el pueblo sirio.
Por Luis Beatón | Al Mayadeen
Recientemente, Ted Galen Carpenter, uno de los más brillantes expertos del think tank estadounidense “Instituto Cato” abordó la agresión de su país contra el pueblo que es heredero de una cultura milenaria, solidario, amigo y sobre todo un bastión en la “línea del frente” contra las políticas de occidente e «Israel» contra los pueblos árabes.
El gobierno del presidente Barack Obama trató de presentar una lucha de poder sin cuartel como una obra de moralidad que presentaba a Assad como un villano monstruoso y a sus adversarios como nobles luchadores por la libertad, señaló Galen en su valoración.
Los responsables políticos estadounidenses persistieron en ese enfoque incluso cuando aumentaron las pruebas de que muchos de esos «luchadores por la libertad» eran yihadistas islámicos, algunos de los cuales estaban incluso afiliados a Al Qaeda, señaló.
El análisis publicado en Cato y titulado “Continúa la dudosa intervención de Washington en Siria” desoja parte de la trama criminal de Washington contra esta nación árabe donde se justifica la agresión, y a la vez se muestra que turbios intereses se mueven en la sombra y otros no tan ocultos como el robo del petróleo y los recursos naturales de Siria, por demás una acción ilegal y violatoria del derecho internacional, el mismo que Occidente esgrime en la agresión.
La intervención estadounidense en Siria debería ser objetable por motivos constitucionales, morales y estratégicos, y sin embargo conserva un amplio apoyo bipartidista en el Congreso y en el establishment de la política exterior, acentúa el experto estadounidense.
Cada vez resulta más difícil justificar esa misión sobre cualquier base. El posicionamiento de las fuerzas de ocupación estadounidenses en el noreste de Siria, la única región del país con importantes reservas de petróleo, apenas parece casual y ha suscitado comprensibles sospechas sobre los motivos de Washington, agregó.
Además, señaló, el principal cliente de Estados Unidos en esa región, las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), dominadas por los kurdos, es algo menos que un dechado de democracia. Mientras tanto, las tropas estadounidenses han sido atacadas en repetidas ocasiones, normalmente por milicias pro-iraníes con base al otro lado de la frontera, en Irak.
Por si estos problemas no fueran suficientes para ensombrecer la misión, la presencia de tropas estadounidenses está causando crecientes dificultades con Turquía, aliada de la OTAN. Ankara lanzó una nueva ronda de ataques aéreos contra objetivos kurdos en el norte de Siria en noviembre de 2022. Uno de los ataques se produjo a menos de 300 metros de una base militar estadounidense, lo que provocó las quejas del Pentágono de que tales tácticas estaban poniendo en peligro innecesariamente las vidas del personal estadounidense, valoró Galen.
Las crecientes fricciones con Turquía respecto a Siria no son un problema menor, ya que la administración Biden necesita urgentemente una mayor cooperación de Ankara para aplicar la política de la OTAN de aislar a Rusia en respuesta a la invasión de Ucrania por el Kremlin, explicó.
Lo último que necesita la administración Biden es una nueva ronda de tensiones con Turquía en relación con Siria. Subrayó el experto que la desacertada política de Washington en Siria lleva tiempo deshaciéndose, pero ese proceso parece acelerarse.
La desventura en ese país comenzó cuando la administración de Barack Obama lanzó un esfuerzo en colaboración con Arabia Saudí, Turquía y otras importantes potencias suníes para derrocar al presidente sirio Bashar al-Assad.
La razón subyacente de esa campaña eran los estrechos vínculos de Assad con Irán; de hecho, Siria era el principal aliado de Teherán en Oriente Medio. La familia Assad también era cliente de Rusia desde hacía mucho tiempo. Por lo tanto, en lo que respecta a los funcionarios estadounidenses, el régimen de Assad era culpable no de uno, sino de dos pecados imperdonables, argumentó Galen.
Subrayo el especialista de Cato que la intervención militar de Rusia en 2015 para apoyar a Assad condenó las esperanzas de Washington y sus socios suníes de una victoria rebelde.
La respuesta en el establishment político y de política exterior de Estados Unidos a la prudente medida de Trump de al menos sacar al personal militar estadounidense de la línea de fuego puso de relieve el alcance de su celoso apoyo a la continuación de la desacertada misión en Siria, explicó el experto.
Por otra parte, señaló el analista, las cosas no se han vuelto ni más constitucionales ni más coherentes bajo la presidencia de Joe Biden. La misión en Siria parece ir a la deriva, como si llevara el piloto automático.
Sin embargo, puntualizó, las circunstancias son cada vez más peligrosas. En octubre de 2022, los líderes kurdos sirios presionaron para obtener un apoyo militar aún mayor de Estados Unidos. El comandante de las SDF pidió específicamente al presidente que impidiera una invasión turca a gran escala para acabar con el control kurdo del territorio sirio a lo largo de la frontera. El Pentágono está ampliando sus patrullas terrestres, lo que crea el riesgo de un enfrentamiento directo con las fuerzas turcas.
Galen advirtió que se avecina otro atolladero. Por desgracia, los sospechosos habituales de la política exterior estadounidense pueden tener éxito en sus esfuerzos por aumentar la implicación de Washington en el complejo conflicto civil de Siria.
La temeraria intromisión de la administración Biden en la guerra entre Rusia y Ucrania es sin duda más peligrosa, ya que implica el riesgo de un enfrentamiento con una potencia con armas nucleares que posee sistemas vectores capaces de alcanzar objetivos en cualquier lugar de Estados Unidos.
Sin embargo, remarcó, no debemos perder de vista los crecientes y múltiples peligros de la intervención de Washington en Siria.
Al respecto, estiman analistas, no está demás reiterar que “el villano” está en Washington y que su presencia descarada en territorio sirio pudiera ser parte de sus planes de dominar el mundo árabe, apoyándose en los halcones de Tel Aviv, atacar a Irán e incluso buscar a alguien servil en Turquía.
Ahora, a más de una década de nuestra salida de Siria, mantenemos la misma apreciación, el eje del mal lo comanda Estados Unidos con su diseñado plan de convertirse en el amo del mundo y Siria es un escollo.
Luis Beatón es periodista cubano, ex corresponsal de la agencia Prensa Latina en Estados Unidos.
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