Este viernes se ha sabido que el multimillonario Elon Musk quiere despedir al 10% de la plantilla de la empresa de automóviles eléctricos Tesla.
Por Oriol Sabata
Se estima que alrededor de 10.000 trabajadores de la compañía podrían ser despedidos.
Musk envió el pasado martes un correo electrónico a la plantilla en el que se advertía que «todos en Tesla deben pasar un mínimo de 40 horas en la oficina por semana» y que en caso de no presentarse se asumiría que el trabajador «ha renunciado».
Unas decisiones que contrastan con la imagen de «filántropo» y magnate «generoso» que han tratado de construir los grandes medios de comunicación sobre Musk.
El medio CNN aseguraba que «Elon Musk podría convertirse en el segundo filántropo más generoso de EE.UU.», en referencia a sus donaciones a causas benéficas. Pero más allá de esta política de marketing, ¿cuál es la situación de la clase trabajadora en su empresa?
En la fábrica de Tesla en Shanghái, en medio de las restricciones de covid, miles de trabajadores han quedado encerrados durante varios meses realizando jornadas de 12 horas durante 6 días a la semana. Han llegado a dormir en el suelo de la fábrica o en zonas habilitadas con camas improvisadas.
Por su parte, el rotativo británico The Guardian, mostró la explotación a la que son sometidos los obreros de Tesla en una investigación con testimonios de empleados. El periódico describe situaciones dantescas en la planta de la empresa en Fremont, California: trabajadores con problemas para respirar, dolores en el pecho, desmayos o hasta convulsiones.
La plantilla denuncia objetivos de producción inhumanos y mucha precariedad. En la investigación, The Guardian muestra una presión extenuante y un alto índice de lesiones entre los obreros fruto del grado de explotación al que son sometidos. Muchas de esas lesiones han llegado a perjudicarles de por vida.
Los testimonios hablan de salarios muy bajos y horas extra obligatorias. Un oscuro panorama laboral que está propiciando que los trabajadores comiencen a organizarse y sindicarse para defender sus intereses.
La plantilla advierte que la realidad que se vive en las fábricas nada tiene que ver con esa «filantropía» de la que hace gala Elon Musk. Es la verdadera naturaleza del capitalismo que no se puede ocultar tras la fachada de la beneficencia.
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