Este domingo 27 de octubre, el pueblo uruguayo elegirá entre la continuidad del Partido Nacional con Álvaro Delgado o el regreso del Frente Amplio con Yamandú Orsi.
Por Gonzalo Fiore Viani
Uruguay se prepara para una jornada decisiva el próximo 27 de octubre, cuando elegirán a su presidente, vicepresidente y miembros de la Cámara y el Senado en las elecciones generales. Con 11 fuerzas políticas en contienda, la expectativa está centrada en las fórmulas encabezadas por el candidato del Frente Amplio, Yamandú Orsi, y el oficialista Partido Nacional, Álvaro Delgado. Las encuestas sugieren que, probablemente, ninguna de las fórmulas alcanzará el 50% de los votos necesarios para una victoria en primera vuelta, lo que podría llevar a una segunda vuelta el 24 de noviembre.
A diferencia de las elecciones internas, el voto en estas elecciones nacionales es obligatorio para mayores de 18 años, quienes deberán acudir a las urnas de manera presencial. Además de elegir al nuevo gobierno, los votantes se pronunciarán sobre dos plebiscitos: uno sobre cambios en el sistema de seguridad social, que propone adelantar la edad de jubilación a los 60 años y gestionar el sistema exclusivamente a través del Estado; y otro que busca permitir allanamientos nocturnos, una modificación que afecta directamente al principio de inviolabilidad del hogar, consagrado en la Constitución.
Los resultados de estas elecciones y plebiscitos no solo definirán la dirección política nacional en el período 2025-2030, sino que también establecerán un precedente sobre temas fundamentales como la seguridad y la justicia social en el país, considerado históricamente como uno de los más avanzados en esos aspectos en América del Sur.
El Partido Nacional y el Frente Amplio cerraron sus actividades con eventos el pasado martes, marcando el fin de una intensa campaña. En su emotivo cierre de campaña, el candidato del Frente Amplio hizo un llamado a sus seguidores para que convenzan a los indecisos en las horas previas a las elecciones. En un encuentro marcado por la presencia del exmandatario José Mujica, Orsi se dirigió a una multitud en la plaza 1º de Mayo, expresando su deseo de transformar Uruguay en un país que «cuide más a su gente”.
Orsi destacó la importancia de acercarse a quienes suelen decidir su voto en el último momento. «Falta gente porque hay mucho pedazo de nuestro pueblo que decide al final. Ahí tenemos que estar nosotros dispuestos a conversar», comentó, reconociendo que el contacto directo con la gente es esencial y algo que el Frente Amplio quizás descuidó en su última gestión. Y agregó: «Quiero un país que no le dé la espalda al campo y a la producción», resaltando su compromiso con el desarrollo de sectores como la agricultura y la tecnología. También hizo hincapié en la importancia de combatir la inseguridad, considerándola un derecho humano fundamental.
Por otro lado, el candidato del oficialismo ha manifestado su intención de avanzar «en la misma sintonía» que el gobierno de Javier Milei en Argentina. Delgado destacó los logros de la administración de Luis Lacalle Pou, a quien busca suceder, y subrayó la importancia de la colaboración entre ambos países. Se presentó como el «candidato de la continuidad», diferenciando su enfoque del continuismo, y enfatizó que su propuesta busca mejorar lo ya existente. Hizo hincapié en los logros de su partido, incluyendo la creación de 100.000 empleos y una inversión de 8.000 millones de dólares en infraestructura desde el inicio de la pandemia.
Al criticar al Frente Amplio, subrayó que las próximas elecciones representan una decisión entre «futuro y pasado», destacando la importancia de un gobierno que promueva la unión y el respeto. Además, celebró los acuerdos recientes con Argentina, que benefician a ambos países, y resaltó que una Argentina próspera impacta positivamente en Uruguay. Delgado busca consolidar su posición de liderazgo en un contexto electoral donde las encuestas indican un posible balotaje entre su candidatura y la del Frente Amplio.
Para Argentina, un triunfo de Delgado podría consolidar un vínculo más estrecho entre ambos países, especialmente, en el ámbito económico. La gestión de Lacalle Pou ha demostrado cierto alineamiento con las ideas de Milei, aunque también han surgido tensiones, como se evidenció en el acuerdo para el dragado del puerto de Montevideo, que generó controversia en Argentina. Según analistas, la política fronteriza y las decisiones sobre infraestructura serán clave en la interacción futura entre ambos mandatarios. Delgado ha propuesto un enfoque pragmático en la política exterior, enfatizando la necesidad de separar los asuntos económicos de los políticos. Esto podría llevar a una apertura hacia tratados de libre comercio más ambiciosos y a un «sinceramiento y modernización» del Mercosur. Su propuesta de transformar el Ministerio de Relaciones Exteriores en un Ministerio de Comercio y Relaciones Exteriores refleja esta visión de priorizar el comercio.
El futuro de Mercosur también está en juego. Tanto Delgado como Orsi reconocen la necesidad de flexibilizar el bloque, argumentando que su rigidez actual obstaculiza el crecimiento económico de Uruguay. Esto podría traducirse en acuerdos más efectivos con terceros países, alineando así las políticas de Uruguay con las de un gobierno argentino más liberal.
Un aspecto crucial será el equilibrio de poder en el nuevo Congreso uruguayo. La capacidad de Delgado para formar coaliciones y negociar con otros partidos, como el Partido Colorado y Cabildo Abierto, determinará la viabilidad de sus propuestas. Las dinámicas internas en Uruguay podrían influir en la estabilidad de las relaciones con Argentina, especialmente, si surgen discrepancias significativas entre las posiciones de los diferentes partidos.
La visión de Orsi para la política exterior se basa en un enfoque latinoamericanista e internacionalista, enfatizando el respeto a los derechos humanos, la autodeterminación de los pueblos y el multilateralismo. López Burian, profesor de Ciencia Política, subraya que este estilo diplomático puede no alinearse fácilmente con la retórica de Milei, aunque no se anticipan conflictos abiertos. La estrategia de Orsi incluye actuar como un «articulador» entre Argentina y Brasil, promoviendo un diálogo más efectivo entre estos países, lo que podría ser crucial dado el estado actual de sus relaciones.
Uno de los puntos de coincidencia entre Orsi y Milei es la necesidad de flexibilizar Mercosur para permitir que Uruguay pueda negociar tratados comerciales de manera más autónoma. Orsi ha señalado que un TLC con China debería discutirse en el marco de una estrategia que involucre a todos los socios del bloque, en contraste con el enfoque más unilateral que ha seguido Lacalle Pou. Este punto podría facilitar una relación más cooperativa entre Uruguay y Argentina, especialmente, si se logra avanzar en el estancado acuerdo Mercosur-Unión Europea.
A diferencia de Milei, quien critica la Agenda 2030 de la ONU como un «programa socialista», Orsi y el FA ven en esta agenda una oportunidad para impulsar el desarrollo y el bienestar en Uruguay. Esto incluye una visión de cooperación entre países de la región, promoviendo iniciativas de cooperación sur-sur en áreas como la ciencia y la tecnología. Esta postura podría representar un contrapeso a las políticas de Milei, que tienden a rechazar el multilateralismo.
La posición de Orsi frente a Venezuela también se alinea con una crítica al autoritarismo, reconociendo el régimen venezolano como una dictadura. Esta postura, aunque coincidente en ciertos aspectos con la de Milei, se desarrolla en un marco más amplio de preocupación por el imperialismo y la geopolítica global, reflejando la preocupación del FA por las tensiones internacionales actuales.
Los resultados de estas elecciones podrían redefinir no solo el panorama político interno, sino también la dinámica en el Cono Sur, en un momento en que la cooperación y el diálogo son más necesarios que nunca.
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