En enero de este año el Frente Polisario celebró su XVI Congreso, donde se reiteró el rechazo ante la ineficacia de la Minurso, y se decidió profundizar la lucha armada para lograr la independencia de la nación.
Por Martín Álvarez Rodríguez
Coloquialmente asociamos la expansión colonial española a la empresa americana iniciada en 1492. Sin embargo España sustentó diferentes entes coloniales en el Norte y Oeste de África hasta no hace mucho.
El principal territorio colonial africano será el Sahara Occidental (siendo denominado como “español” durante la ocupación), que le había sido otorgado a España en la Conferencia de Berlín (1885), aunque con anterioridad a la misma detentaba la posesión de Guinea Ecuatorial. Pero esta cesión de una importante franja costera en el Magreb no se puede entender sin el papel que jugó el imperialismo francés en esta cesión. Al igual que en el protectorado de Marruecos, Francia tutelaba la carrera colonial española con el fin de que esos espacios no fuesen ocupados por otra potencia de envergadura real (como Gran Bretaña o Alemania) que pudiese poner en peligro su hegemonía en el Magreb.
Antes de adentrarnos en la breve pero agitada existencia del Sahara Occidental, debemos reflexionar sobre lo que supone la Conferencia de Berlín (y el colonialismo europeo en conjunto) en la configuración nacional del continente. Ante la anarquía y la competencia desatada a inicios del siglo XIX por el reparto de África, en la Conferencia promovida por Bismark lo que se pretende es hacer un reparto equitativo y “racional” del “pastel africano”. Por lo tanto, sin ánimo de redundar en la cuestión, podemos afirmar que esta Conferencia formula creaciones de procesos estatales artificiales pero en gran medida irreversibles.
Un ejemplo de esta cuestión es la propia creación de del Estado de Marruecos, tal como lo conocemos hoy en día, bajo el colonialismo francés. En el caso del Sahara, es cierto que existe una cultura de diferentes pueblos nómadas que es compartida por la población dispersa a lo largo del inmenso desierto. Sin embargo el proceso de construcción nacional (de gran celeridad) saharaui nace a raíz del colonialismo español, aunque bebe de otras fuentes como el panarabismo. Por lo tanto, en lo referente al derecho de autodeterminación del pueblo saharaui, a pesar de no ser una nación conformada como tal con siglos a sus espaldas, lo que es claro es que nunca ha sido parte de Marruecos.
Pasando a lo referente a la colonización española, desde finales del s. XIX hasta 1934 España solo detentaba un par de enclaves militares en la costa: Villa Cisneros (Dajla) y Villa Bens (Tarfaya). En este año Francia los obliga a adentrarse en el interior del país para controlar esta área del desierto (donde se refugiaban las cabilas que combatían contra los ocupantes franceses de otras regiones). Hasta entonces existían pactos tácitos de los españoles con las cabilas locales, que al mantener una vida nómada no resultaban fácilmente asimilables. En el año 1958 se declara como provincia española, siendo identificadas 114 secciones tribales.
Pero todo este contexto cambiará en los años 60 cuando científicos de la Universidad Complutense descubren los enormes depósitos de fosfatos que escondía el subsuele saharaui. Ad hoc de la extracción de los minerales, se creará la empresa estatal “Fosbucráa”, siendo la principal inversora en el país y realizando una gran labor urbanizadora en la zona, siendo prueba de todo ello el explosivo desarrollo de la ciudad de El Aaiún. Además el régimen franquista, en su visión corporativa de la política, decidirá crear la “Yemaá”, una especie de consejo de ancianos saharauis de carácter consultivo.
Pero a pesar de la relativa pacificación de la región, esta no podía quedar al margen de los vientos de descolonización que agitaban a todos sus vecinos. Concretamente, en el año 1956 se retiran las potencias occidentales de Marruecos. Pero el Dij Tahrir (Ejército de Liberación), fijó su mira en el Sahara, ya que aún era posesión española. En 1957 se lanzan ataques cerca de El Aaiún y Sidi Ifni. El gobierno español se planteará la entrega del Sahara a cambio de Sidi Ifni. Pero junto a Francia se lleva a cabo la “Operación Teide”, contra la insurgencia (y los civiles) en el desierto. A raíz de esta operación de contrainsurgencia muchos civiles huyeron a Marruecos, sobre todo a la sureña ciudad de Tan Tan, donde surgirá el germen del Frente Polisario.
En este ambiente internacional, muy condicionado por la cruenta descolonización francesa de Argelia, en diciembre 1965 Naciones Unidas ya insta a España a la descolonización. Así mismo surgirá la figura de uno de los principales inspiradores de la independencia, Sid Mohammed Bassiri, un emigrado a Marruecos fascinado por el panarabismo del Baaz e Nasser. Bassiri en los 60 será el fundador del Harakat Tahrir (“Vanguardia por la liberación de la Saqia el Hamra y Río de Oro”. Sin embargo, el 17 junio 1970, ante las aglomeraciones de saharauis independentistas en los barrios populares provoca la intervención de las autoridades coloniales españolas, provocando la conocida como “matanza de Zemla”, tras la cual Bassiri será secuestrado y asesinado.
Con posterioridad a la muerte de Carrero Blanco, España anuncia su intención de realizar un referéndum para primer semestre de 1975. Pero Marruecos lo impedirá con el apoyo diplomático de Francia y Estados Unidos.
En este sentido no demos escandalizarnos ni pecar de ingenuos ante este hecho. Las potencias occidentales del momento no podían aceptar la creación de una república soberana alineada con Argelia (que tenía claros vínculos con la URSS). En este contexto Kissinger crea un lobby promarroquí (existente hasta nuestros días, tal como se ha podido ver en lo referente al “Qatargate”) y va fraguando la Marcha Verde. Esta marcha será anunciada por el déspota marroquí el 16 de octubre de 1975. En noviembre grupos de civiles, respaldados por las fuerzas armadas marroquíes, se trasladan a la frontera, minada a última hora por España. Sin embargo, ya se empieza a apreciar que el moribundo régimen franquista no iba a desperdiciar un átomo de energía por el Sahara.
Como consecuencia lógica de estos acontecimientos, en mayo de 1973 se crea en Mauritania el Frente Polisario, a iniciativa de El Uali Mustafa Sayeb. Desde sus inicios serán apoyados por Gadafi. El principal lema de esta etapa inicial del Polisario será: “Por las armas arrebataremos la libertad”. Tras una inicial actitud de equidistancia, finalmente logrará también el apoyo de Bumedién y su FLN argelino (en este sentido debeos recordar que en 1963 Marruecos había tratado de adueñarse de Tinduf). En octubre de 1975 el Frente Polisario reunirá a los jefes tribales y conseguirá la disolución de las cabilas en la incipiente nación saharaui.
Ante la paralización diplomática de la independencia saharaui, Hassan II le realiza a Mauritania (estado que se incluía dentro del Gran Marruecos de Al Fasi) la curiosa partición del Sahara de forma conjunta. El 14 de noviembre se firmarán los Acuerdos de Madrid, llevándose a cabo la repartición del Sahara occidental entre Marruecos y Mauritania. Se realizará simultáneamente la “operación golondrina” de evacuación civil y militar española.
La guerra comenzará. Una de las escenas icónicas del conflicto será la huida de millares de civiles saharauis hacia Tinduf mientras son bombardeados por el ejército marroquí, siendo curiosos estos paralelismos con sucesos como la “desbandá” malagueña. Otro ejemplo del grado de convicción del pueblo saharaui en su independencia será la heroica muerte en combate, de forma casi suicida, del líder polisario El Uali (ante el cese de apoyo directo argelino), legándonos el lema de “O morimos todos o vivimos libres”. Pero el Frente Polisario logrará reponerse al abandono argelino, llegando a derrota a la débil y agotada Mauritania en agosto 1978. Marruecos tomará nota de este hecho, y bajo asesoría israelí, en 1980 construirá un muro faraónico que circunda la zona ocupada. Este hecho hace que se acabe la guerra abierta, llegando a la fase de la guerra de guerrillas.
El conflicto se mantendrá latente desde entonces. En el año 1988 se registrarán una serie de revueltas en los campamentos de refugiados, debido a la corrupción de los dirigentes del Frente Polisario, así como por los abusos de la Seguridad Militar argelina. En el año 1991 se firma un alto el fuego, aprobando la celebración futura de un referéndum y la creación de la misión de la ONU para tal fin (la malograda Minurso).
Pero desde entonces Marruecos se encargará de inutilizar cualquier salida diplomática del conflicto, esgrimiendo constantemente el argumento de la falta de actualización del censo de 1974 realizado por los españoles. Una de las propuestas más recientes el “Plan Baker” del 2003. En él se pretendía crear una especie “vía intermedia”, y fue apoyado por el Polisario incluso cediendo en gran parte de sus reclamaciones históricas. Pero igualmente será rechazado por Marruecos, que iniciaba así su camino a la vía de la “autonomia” (ya nos podemos imaginar que concepción de la misma puede tener un régimen despótico y medieval…). Así mismo, prosiguiendo en su denigración más absoluta, la ONU reconoce a Marruecos como la “potencia administradora” del territorio. A esto se suma el expolio, por parte tanto de Marruecos como de otras potencias occidentales, de las riquezas saharauis, como se plasma en el acuerdo de pesca de la Unión Europea con Marruecos.
Remitiéndonos a la situación actual, el 14 de noviembre de 2020 el Frente Polisario rompe el alto el fuego por un ataque marroquí en el Guerguerat, donde se abre el muro ilegítimamente. En enero de este año el Frente Polisario celebró su XVI Congreso, donde se reiteró el rechazo ante la ineficacia de la Minurso, y se decidió profundizar la lucha armada para lograr la independencia de la nación.
Tras llegar a este punto nos preguntamos: ¿Qué futuro le depara al valiente pueblo saharaui?. Ante la supuesta primacía miliar de Marruecos, cabría señalar que la monarquía alauí dista mucho de la cohesión interna, y que tal como se ha visto con la invasión rusa de Ucrania, lo militar solo es un reflejo más de la conformación orgánica de un Estado. Por otro lado se podría afirmar que la vía diplomática, al igual que en el caso sirio, libio o iraquí, no parece ser muy eficaz a la hora de la verdad, remitiéndose constantemente al derecho internacional y con declaraciones pomposas, pero sin apoyar de forma decidida la lucha del pueblo saharaui. En ese mismo pueblo debe residir la clave de su futuro, y la convicción y capacidad de sacrificio del pueblo saharaui nunca han estado en duda, aunque pasase por momentos de mayor o menor ímpetu, o tenga que resistir las habituales infamias y traiciones de la casta dirigente de España. A pesar de esto, la nación saharaui sabe que cuenta con un poderoso aliado en el pueblo español, que aunque ahora confuso y dormido, no cabe duda que llegado el momento sabrá cumplir con su deber con respecto al hermano pueblo saharaui.
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