Feijóo gobernaba en Galicia una apacible finca de verdores atlánticos, con una oposición que carecía de expectativas reales para desplazarle del poder, unos medios de comunicación adocenados y una marginalizada discrepancia social.
Por Lucio Martínez Pereda
Feijóo ya proyecta sobre su partido una asentada imagen de liderazgo caótico y contradictorio, un liderazgo de ocurrencias improvisadas amparadas en circunstancias cambiantes que no pueden ser encajadas con coherencia en ninguna hoja de ruta, ya que esta no existe.
El último cambio de opinión no logrará evitar que los votantes de Feijó sigan a cuadritos. Anteayer el PP calificaba de “escándalo», y episodio «que rompe cualquier tipo de convención política» el encuentro del líder de Junts con Yolanda Díaz en Bruselas, al día siguiente dice que tendrán una reunión con Junts en el Congreso de los Diputados para seguir intentado formar gobierno, y ahora se contradice nuevamente afirmando que no habrá entrevista con Junts.
Feijóo gobernaba en Galicia una apacible finca de verdores atlánticos, con una oposición que carecía de expectativas reales para desplazarle del poder, unos medios de comunicación adocenados y una marginalizada discrepancia social. Ahora se ha visto trasladado a un espacio político con complejidad de fuego cruzado a izquierda y derecha, un complejo sudoku que es incapaz de encajar en su tranquila experiencia de mayorías obsolutas conseguidas sin oposición ni a izquierda ni a derecha.
En fin, y para finalizar: actualmente el Partido Popular semeja ser un autobús conducido por un conductor borracho. ¿ Cuánto tiempo tardarán los viajeros en darse cuenta de que han de bajarse del autobús si quieren llegar vivos a cenar a sus casas?.
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