El navarro que luchó contra Hitler ya tiene reconocimiento

Alfonso Garde Marcilla (segundo por la izquierda en la primera fila), de padres navarros, posa con la tripulación del B-24 bautizado ‘Patsy Ann’, probablemente en Bangor (Maine) antes de volar con destino a Europa. En la imagen de la derecha, Garde con 18 años y su uniforme de las Fuerzas Aéreas del Ejército de EEUU. FAMILIA GARDE MARCILLA

La Cámara de Texas aborda el miércoles una resolución para homenajear a los emigrantes que combatieron en la II Guerra Mundial

Por Carlos C. BorraNoticias de Navarra

La Cámara de Texas aborda el miércoles una resolución para homenajear a los emigrantes vasconavarros que combatieron en la II Guerra Mundial en las filas de los EEUU. Entre ellos, el navarro Alfonso Garde Marcilla, además de otros 14 emigrantes, los primeros de una larga lista que supera el millar y que un grupo de investigadores rastrea desde 2015.

“Es un hito histórico”, afirma categórico el director de Fighting Basques, Pedro J. Oiarzabal, que junto a Guillermo Tabernilla y una serie de colaboradores inició este proyecto en 2015 y ya han cubierto 45 Estados del país de las barras y las estrellas, Washington DC y Puerto Rico.

Oiarzabal viajó ayer domingo a EEUU para participar en una ceremonia que, según sus palabras, “tiene el objetivo de tributar un homenaje a los veteranos de la II Guerra Mundial de origen vasco”, con la presencia además de familiares y descendientes de los homenajeados. “Es una forma de reconocer la contribución de una minoría emigrante a la lucha contra el totalitarismo y a favor de las libertades en el mundo durante ese periodo clave de nuestra historia contemporánea”, añade en declaraciones a este medio.

El encargado de defender esta iniciativa pasado mañana en la tribuna de oradores será el electo de la Cámara tejana Rafael Anchía, él mismo de ascendiente vizcainom que en 2018 presentó una iniciativa para establecer un día de la diáspora vasconavarra en Texas.

Oiarzabal insiste en el “gran impacto” de la sesión del miércoles porque “es la primera resolución de este tipo en la historia de EE.UU.”, y porque “espero que no sea la última”. Explica que Texas “es el segundo Estado, económicamente hablando, más importante del país”, lo que puede amplificar el eco de la noticia, y confiesa estar a la expectativa de cómo pueden responder los medios locales. Así, pese a que “la población de origen vasco en Texas es muy minoritaria y no llega a las 2.000 personas en comparación con la de California, Nevada, Oregon o Idaho”, asegura que lo ideal es que se produzca un efecto contagio y más reconocimientos por todo el país.

Visibilizar la diáspora

Recalca que “lo que estamos haciendo con esta iniciativa es intentar visibilizar lo vasco en su conjunto en clave positiva, es hacer más país, hacer Euskadi fuera de sus fronteras y a través de una resolución oficial en EE.UU.”. El miembro de Sancho de Beurko Elkartea pone el foco en “una generación no olvidada pero que cayó en el olvido dentro de las narrativas historiográficas” frente a otro tipo de emigración que se dedicó al mundo del pastoreo al otro lado del charco.

Pero el legado de estos combatientes “es muy importante para nuestra diáspora vasca, para nuestro propio patrimonio en común”, agrega. Por ello, se han dedicado a “reunir las hojas sueltas de la diáspora para ponerlas en nuestro libro en común y que además se entienda”.

Los familiares, protagonistas La semana se antoja por tanto intensa y al acto institucional de este miércoles también acudirá Marie Petracek en representación de la North American Basque Organizations (NABO), la federación norteamericana de centros vascos que este año cumple su 50 aniversario y cuyo apoyo ha sido crucial para llegar a este momento; y la directora del Centro de Historia Oral Voces de la Universidad de Texas en Austin, Maggie Rivas-Rodriguez.

Esta convocatoria tendrá una continuación el jueves con una exposición temática y una mesa redonda en la Biblioteca Pública de Austin que estará moderada por Rafael Anchía y en la que participarán Pedro J. Oiarzabal y Maggie Rivas-Rodriguez. Esta segunda jornada se celebrará además “desde un punto de vista más intimista, quitándole hierro a la parte más académica”, avanza Oiarzabal. Será la primera vez que se les reconozca.

La historia de Garde

Entre los familiares de combatientes de origen vasco en el Ejército de EEUU que acudirán estos días a Texas se encuentran los tres hijos de Alfonso Garde Marcilla. Garde es el protagonista de “una de esas historias de película pero que fueron muy reales” y, a juicio de Pedro J. Oiarzabal, de Sancho de Beurko Elkartea, es un ejemplo que ayuda a poner cara y a humanizar a todo un colectivo. Detrás de un acto institucional como el de esta semana “hay una serie de personas que lo dieron todo por un país”.

De padres navarros que emigraron a Nuevo México, su sueño era ser piloto y se alistó en las Fuerzas Aéreas en Fort Bliss (Texas) en agosto de 1943, a tres meses de cumplir 18 años. Fue entrenado como artillero de torreta de bola y manejaba dos ametralladoras Browning del calibre 50. Pero antes de finalizar su adiestramiento fue movilizado para el frente junto al resto de la tripulación del bombardero B-24 Patsy Ann, bautizado con el nombre de la novia del piloto. El 21 de julio de 1944 salieron de EEUU con destino a Foggia, en el sureste de Italia.

El 23 de agosto, en pleno combate, la aeronave fue derribada por aviones enemigos cuando su grupo de bombarderos, formado por 25 aviones, intentaba destruir el campo de aviación de Markersdorf, próximo a Viena. Garde pudo saltar en paracaídas y las copas de los árboles amortiguaron la caída, tras lo que fue hecho prisionero y llevado a un centro de interrogatorios en Budapest. En el trayecto, la población apedreaba los camiones abiertos.

Estuvo allí dos semanas, durante las que solo salió de su boca “Alfonso Garde, cabo, 3835273”. Después fue enviado al campo de prisioneros de Stalag Luft IV, en Polonia, donde no sufrió trabajos forzados pero sí la escasez de comida. Ante el progresivo avance del ejército soviético, Alemania decidió evacuar a los prisioneros hacia el corazón del Tercer Reich.

El 6 de febrero de 1945, unos 8.000 prisioneros, incluido Garde, iniciaron una marcha de más de 800 kilómetros a pie, en cuyo transcurso murieron centenares de soldados. El final de la guerra se precipitó y los supervivientes quedaron al amparo de los aliados. Garde falleció en 1992 a los 66 años.

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