El nacimiento de la tragedia… fue ya hace muchos años

Puño en alto

Si hay una palabra que se haya escuchado más que la de “fascismo” tras este batacazo electoral para los andaluces (al completo), esa palabra ha sido la de “autocrítica”. La izquierda se tiene que hacer autocrítica, debería de ver las cosas que ha hecho mal para que cerca de media Andalucía haya decidido quedarse en su casa y no votar, y para que la otra media que, si ha optado por el sistema del voto, haya optado por lanzarse de cabeza a abrazar al fascismo con cualquiera de sus tres caretas.

Autocrítica. Eso exigen a la izquierda. ¿Está haciendo autocrítica la izquierda, tras las exigencias? Seguramente. Nunca viene mal hacer unos análisis y aprender de los errores, y por suerte o por desgracia, de eso la izquierda sabe mucho. Pero no creo que esa sea la pregunta, sino más bien la siguiente: ¿aquellos que exigen autocrítica a la izquierda, se las hacen ellos mismos? Porque es muy fácil culpar al otro, arrojar piedras y basura al de enfrente, siempre ha sido algo sencillo, pero es más difícil autolanzarse uno mismo una piedrecita en el cogote y preguntarse si las acciones y gestos de uno mismo han sido buenos y/o suficientes para que haya sucedido lo que ha sucedido.

Se critica la política y se lanza fuego contra ella con frases tan vacías como “todos los políticos son iguales” o “a mí es que la política no me va”. Bien, decir que todos los políticos son iguales implica intrínsecamente decir que todo el mundo es igual, pues todo el mundo puede aspirar a ser político, de modo que se deduce de estas premisas que todos y todas somos parte de la misma mierda, incluido el que dice tal afirmación. En cuanto a la segunda afirmación, decir que no te va la política es como decir que no te va tu vida, porque la vida es política, todo lo que te encuentras y te encontrarás a lo largo de tu vida tiene que ver con la política, desde la cosa tan simple como que tu madre te diera de amamantar en un bar hasta que decidas morir por voluntad propia porque no quieres seguir en este mundo con esa irremediable y terminal enfermedad. Lo personal es político, fue uno de los lemas de la segunda ola feminista porque precisamente era la clave para entender que todo de nuestra vida formaba parte de la política. Si partimos de ahí, hay cosas que no me cuadran: si lo personal es político ¿por qué dejáis en manos de los demás vuestra vida? ¿No te gusta los políticos que hay? ¿Por qué no intentas participar activamente tú de la política y cambias aquello que no te va? Es más fácil criticar, culpar al otro, es más fácil decir que ellos (la izquierda) no lo ha hecho bien y que por eso ha entrado el fascismo.

Querido Juan Manuel J., me gustó mucho tu carta, esa que le has dedicado a Pablo Iglesias, y no es que yo pretenda defenderlo a él, ya es mayorcito y tendrás sus razonamientos suficientes para hacerlo, me imagino, pero me ofende tremendamente lo que dices en ella, por eso a pesar de que me ha gustado, siento decirte que no estoy de acuerdo contigo.

Juan Manuel, un fascista no ha nacido porque otros no podamos pronunciar la palabra España de nuestra boca, sin que nos duela nuestra tierra y sintamos un tremendo dolor de saber que la España patriota que tanto defiende otros no es la España que nos representa. Un fascista no ha nacido porque Pablo Iglesias se haya comprado un chalé mientras predica solidaridad, la Iglesia lleva siglos haciendo eso, y no le veo a usted decir que ha nacido un fascista por eso. Un fascista no ha nacido porque una parlamentaria de Podemos haya retirado una bandera española del Parlament Catalán, ni porque Ada Colau dijera que voto SÍ a la Independencia Catalana en un referendúm ilegal, donde apalearon a medio pueblo de Barcelona por introducir unos trozos de papeles en una urna. Un fascista no nace porque muchas personas nos pusiéramos las manos en la cabeza cuando un inmigrante ilegal murió de un infarto en Lavapiés, ni cuando lo hacemos cuando vemos llegar cuerpos tras cuerpos a las orillas de las playas que nos rodea. Un fascista no nace porque unos inmigrantes cansados de maltratos, de pertenecer a una frontera ficticia la cual se puede atravesar sin problemas de aquí para allá pero no al contrario, tiren excrementos a policías que defienden esa frontera. Un fascista no nace porque se haya hecho una moción de censura a un gobierno español que por los múltiples asuntos de corrupción que le rodean, debería estar más que ilegalizado. Un fascista no ha nacido porque unos independentistas hayan escupido a Borrell y otros hayan callado. Un fascista no ha nacido porque un cómico haya seguido un guion en el que ponía que se tenía que sonar los mocos con un trozo de tela de color amarilla y roja. Un fascista no ha nacido porque un famoso se haya cagado en Dios o porque un líder sindical haya dicho de los Borbones lo mismo que unos raperos, ya sabes, que son unos ladrones. No, un fascista no nace por eso.

Ahí la historia: el fascismo no nació el pasado 2 de diciembre, ni ha nacido en los últimos dos años. El fascismo existe desde hace ya demasiado tiempo, demasiado tiempo, creo que no hace falta que le dé una lección de historia para que comprenda de lo que le hablo. El fascismo nunca murió ni estaba dormido, ni callado. Como mucho, estaba ocultándose tras máscaras con otros nombres, máscaras que han hecho creer que era otra cosa cuando era simplemente eso, FASCISMO.

Que haya recortes en la sanidad, permitiéndose que las salas de urgencias estén abarrotadas de pacientes, enfermeras y doctoras corriendo de un lado para otro intentando atender lo más rápido posible, enfermos que se tienen que ir de hospital en hospital porque no hay suficiente personal para trabajar todos los pasillos y las camas de dicho hospital, que un doctor recete el medicamento que más le convenga a la farmacéutica que haya hecho el mes de oro, todo eso es FASCISMO.

Que en un colegio haya más de treinta alumnos por clases, siendo estos poco atendidos, mientras el profesorado está intentando llevar hacia delante la clase lo mejor que puede, al mismo tiempo que otros miles de profesores están en la calle parados porque la lista en la que han entrado es interminable, mientras los interinos van de pueblo en pueblo, semana sí y semana también acudiendo a los colegios que lo llaman sin saber que va a ser de su futuro, teniendo que aguantar duras programaciones que no sirven de nada, libros de textos que cuentan la historia a favor de los que vencieron, a favor de los que tienen la voz cantante, todo eso es FASCISMO.

Que haya múltiples bancos con casas y casas vacías, mientras sus dueños siguen hipotecados hasta los dientes, buscando cobijo en casa de familiares o no quedándole más remedio que dormir en la calle, mientras se rescata a esos bancos, o que presten dinero a aquellos que lo necesiten y le cobren de intereses diez veces más de lo que pidieron, todo eso es FASCISMO.

Que el gobierno se gaste el dinero en cheques para sus amigos y colegas, clientes, bocas agradecidas, en cocaína, paraísos fiscales y consumo de prostitución, mientras el pueblo aclama pan, trabajo y libertad con la voz ya casi ronca, con el puño tenso de tenerlo tanto tiempo en alto, todo eso es FASCISMO.

No hace falta ir a la sede de ningún partido, el fascismo ha estado en las instituciones Juan Manuel, por eso ha crecido tanto, insisto, ha crecido, no ha nacido. Quien siembra vientos, no recoge tempestades. Los vientos los han sembrado otros y las tempestades, sin embargo, la vamos a recoger nosotros (donde me incluyo). PP, C’s, VOX, tres nombres, tres caretas que se suman a las políticas que ha hecho el PSOE de Susana Díaz que dejó de ser socialista y obrera hace ya mucho tiempo.

Eso es el fascismo puro y duro, pero algunos, no nos rendimos.

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