El miedo y las actividades ilegales como fuente de riqueza

Por Mª Ángeles Castellanos Valverde


Medir el dinero que se gasta ha sido la forma elegida para comprobar el crecimiento económico de un determinado territorio, y además se hace  sin tener en cuenta los efectos que tiene sobre la vida y los recursos de ese u otros territorios.

No deja de ser una convención decir que una economía va bien o mal en función de su Producto Interior Bruto (PIB), pero como cualquier elección, tiene consecuencias.

La Comisión Europea, en base a una petición del Tribunal de Cuentas Europeo, estableció una obligación a todos los Estados miembros para que incorporaran a la estimación de su Renta Nacional Bruta los flujos provenientes de actividades ilegales antes de finalizar el mes de septiembre de 2014, y para dar cumplimiento a esta obligación, el Instituto Nacional de Estadística (INE) realizó estimaciones de las actividades ilegales más significativas en España: prostitución, tráfico de drogas, contrabando de tabaco y juego ilegal.

Conocer y cuantificar la realidad puede ser positivo, pero el INE señaló en la presentación de los cambios de 2014 que las operaciones de estas actividades no se difundirían de forma separada en las series de las cuentas nacionales sino que iban a ser incluidas en los correspondientes agregados (producción, gasto en consumo final de los hogares, importaciones,). No obstante, con carácter excepcional y solo a efectos informativos, se presentó el detalle de la magnitud de los cambios en la economía ilegal. En total, las actividades ilegales suponían un 0,87% del PIB. La prostitución representaba un 0,35% y el tráfico de drogas, un 0,50%.

Como he señalado, cuantificar realidades puede ser positivo, aporta conocimiento y permite dimensionar, como en este caso, el impacto de una actividad ilegal como la prostitución, actividad que si mantiene el  peso en el PIB que se estimó en 2014, en 2018 habrá supuesto más de 4.200 millones de euros.

Lo que no es positivo es que miles de millones de euros que esconden explotación y trata de mujeres sea considerado riqueza nacional y que se estime como un buen dato el crecimiento de un parámetro que cuantifica el abuso.

Las actividades ilegales no son las únicas pérdidas o destrozos que se consideran riqueza y desarrollo. En 2010 Fernando Cembranos Díaz escribe  “Decrecimiento e indicadores económicos. Perdidas que hacen crecer el PIB” en el libro colectivo coordinado por Carlos Taibo “Decrecimiento” (Los Libros de la Catarata)

Entre las pérdidas señaladas por Cembranos  se encuentra el miedo y la inseguridad, una sociedad menos cohesionada, una sociedad con miedo ofrece muchas posibilidades de negocio, del negocio que hace crecer el PIB.

El neurocientífico Wulf Haubensak señala que el miedo  el estado más intenso en el que pueden entrar tu mente y tu cuerpo y solo tiene una meta: tu superviviencia.

Este sentimiento tan potente y tan primitivo es explotado para satisfacer intereses que no son precisamente nuestra supervivencia. Así, los discursos del miedo pretenden influir en los resultados electorales o justificar los ingentes presupuestos destinados a  defensa, o los algoritmos de precios dinámicos que buscan que pagues el precio más alto que estés dispuesta a pagar y que calcularán un precio más elevado ante una situación de miedo  como ocurrió con el Huracan Irma en Florida en 2017 cuya llegada hizo que los algoritmos dispararan los precios de los vuelos, o más recientemente, cuando Uber triplicó el precio de sus trayectos  durante las tormentas que inundaron  Madrid el 26 de agosto de 2019.

Como señalaba Cembranos, una sociedad menos cohesionada y una sociedad con miedo es una sociedad que ofrece más oportunidades de negocio, desde las que pueden parecer más evidentes como las alarmas  o  los sistemas de seguridad y vigilancia, a otras que no son tan evidentes pero que tienen igualmente su base en el miedo, como la minimización de lo público para hacer crecer lo privado.

Tenemos acceso a mucha información pero las fake news se hacen virales, hasta el punto que hay quien pone en riesgo la salud de sus criaturas por un falso e interesado informe que asociaba el autismo a las vacunas.

Las largas listas de espera, el desprestigio de los servicios públicos y de quienes en ellos trabajan, los mensajes de insostenibilidad del sistema de pensiones, en definitiva la idea de la ineficiencia de lo público, provoca miedos e incertidumbre sobre nuestro futuro precisamente en los momentos en los que somos más vulnerables y esos miedos serán aprovechados por quienes quieren hacer negocio destruyendo lo público.

Si nos ofrecen servicios públicos privatizados con precios no regulados y fijados por un algoritmo de precios dinámicos opaco, se repetirá lo que ocurrió con los precios de Uber en Madrid y subirán hasta el máximo que cada individuo esté dispuesto a pagar.

Cuando algún acontecimiento, reivindicación o persona entorpezca la posición privilegiada de las élites aparecerán nuevos miedos, miedos para acabar con la revuelta, pondrán imágenes de colas inmensas de personas intentando adquirir alimentos en países supuestamente colapsados buscando así mostrarnos el  futuro oscuro que nos espera si no volvemos al redil, o nos dirán cuanto le cuesta a la gente de las ciudades mantener a las personas mayores de la España vaciada en la que sólo hay personas jubiladas y nadie cotiza. Miedos inventados al servicio de intereses económicos.

El miedo a no gustar es otra importante fuente de negocios, en España, según la Asociación nacional de perfumería y cosmética en el año 2018 el consumo de estos productos rozó los 7.000 millones de euros con un consumo per cápita de 150€.

El miedo a perdernos una novedad en nuestras redes sociales nos lleva a mirar el teléfono móvil de forma adictiva y el miedo a quedar socialmente descolgadas a subir a la  red información constante de lo felices que somos y si tenemos mala cara nos aplicamos algún filtro al tiempo que entrenamos sin ser conscientes de ello a los algoritmos de reconocimiento facial, esos que en China se utilizan para el carnet de buen ciudadano. Miedos al servicio de la Economía de datos

Hemos de protegernos de quienes quieren enriquecerse explotando nuestras vidas y expoliando los recursos escasos

Existe una gran cantidad de ciencia aplicada en la proliferación del miedo, en estos casos la ciencia no se utiliza para mejorar nuestras vidas, se utiliza sacar el mayor beneficio económico de nuestras vidas. Se estudian las adicciones para diseñar aplicaciones adictivas, pero si el desarrollo de un país se midiera con parámetros como el bienestar o la felicidad o el nivel de empleo digno, se estudiarían las adicciones para promover la libertad y no la adicción.

Los miedos que hacen crecer la economía en muchas ocasiones esconden mentiras o manipulación y el acceso al conocimiento y a la información nos debería permitir desenmascarar las falsedades, pero no es así, tenemos acceso a mucha información pero las fake news se hacen virales, hasta el punto que hay quien pone en riesgo la salud de sus criaturas por un falso e interesado informe que asociaba el autismo a las vacunas.

Además de tener acceso a la información necesitamos pensamiento crítico, pensamiento creativo frene al automatismo de creernos cualquier cosa que nos llega por WhatsApp  o que aparece  en nuestro muro de Facebook.

Los códigos de nuestras vidas han cambiado, pero sentimientos como el miedo siguen jugando un papel importante, aunque ahora no necesitamos palos para protegernos de fieras que, literalmente, quieren comernos, ahora necesitamos información, conocimiento, pensamiento crítico, creatividad y también transparencia en los fines de los algoritmos, ahora hemos de protegernos de quienes quieren enriquecerse explotando nuestras vidas y expoliando los recursos escasos, el problema es que los algoritmos no hacen  ruido y son opacos y además en demasiadas ocasiones nos acechan quienes deberían protegernos.

La ciencia y la tecnología deberían estar al servicio de la vida y no al servicio de las élites extractivistas.

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