El invierno ya llegó al Reino Unido

El gobierno británico de Rishi Sunak se encuentra en la cuerda floja: sus políticas de ajuste llevaron a los sindicatos a tomar medidas de fuerza y evaluar una posible huelga general.

Por Gonzalo Fiore Viani / La tinta

A pesar de la renuncia de Liz Truss, la primera ministra más breve de la historia del Reino Unido tras poco más de 40 días en el cargo, el descontento social no deja de crecer en el país, a medida que se acerca un invierno que promete ser duro y largo.

El flamante primer ministro, Rishi Sunak, el más rico en ostentar el cargo, se enfrenta a protestas y huelgas que hacen tambalear su gobierno. Incluso, no se descarta que se produzca, en el mediano o, incluso, en el corto plazo, una huelga general. En caso de realizarse, sería la primera de la historia británica desde 1926, cuando el Consejo General del Congreso de Sindicatos Británicos (TUC) intentó, sin éxito, obligar al gobierno británico a evitar la reducción de salarios y el empeoramiento de las condiciones laborales de unos 800.000 mineros del carbón.

Esta vez, los reclamos son más heterogéneos y complejos. Pero, principalmente, se basan en la oposición a los recortes fiscales de más de 30 mil millones de libras en el presupuesto del país, que fueron anunciados hace más de una semana. Los más variopintos sectores están llamando a tomar medidas de fuerza frente a esta situación. Por ejemplo, el Colegio de Enfermería, que no participaba de una huelga desde hace 106 años, votó a favor de una medida de fuerza. Otros sectores, como los y las trabajadoras del correo, los fronterizos, empleados estatales y, por supuesto, del transporte, convocaron a distintas medidas de fuerza para diciembre.

Reino Unido inflacion la-tinta

Podría decirse que los sindicatos que integran a los y las trabajadoras de los distintos servicios de transporte público son los más combativos desde hace meses. Los paros de trenes ya son moneda corriente y se sumará, en los próximos días, el sector del subte, mientras que los choferes de colectivos tienen planificados 10 paros totales, por lo menos hasta el 17 de diciembre.


Los salarios no se actualizan desde 2010, es decir, a partir de que los conservadores llegaron al poder, con David Cameron a la cabeza. A partir de entonces, no hubo más aumentos, lo que empezó a generar descontento, particularmente durante los últimos tres años. Ya en 2019, se comenzaron a sentir las primeras consecuencias del Brexit, con un leve aumento de la inflación y los primeros signos de falta de algunos productos. Esta situación se agravó luego de la pandemia de 2020 y, especialmente, desde la guerra en Ucrania. En agosto, la inflación alcanzó su máximo histórico de los últimos 40 años. Si bien, en los meses inmediatamente posteriores, mostró algunos signos de desaceleración, volvió a incrementarse mientras se acerca el final del año, tal y como aseguraban los economistas, que además auguran que el Banco de Inglaterra deberá subir las tasas de interés, lo que retroalimentará el fenómeno inflacionario.


Reino Unido se encuentra entre las siete economías avanzadas con mayor inflación del mundo, aunque es superada por España y los Países Bajos. Si la inestabilidad política británica ya es parte casi inherente del escenario nacional, la económica lo es aún más. En lo que va de 2022, ya se sucedieron cuatro ministros de economía distintos, todos, por supuesto, pertenecientes al Partido Conservador.

El actual es Jeremy Hunt, que también sonaba para suceder a Truss. La política económica de Hunt se basa en el recorte del gasto público, en una cifra superior a las 30 millones de libras, a la vez que se aumentaron los impuestos en más de 25 mil millones. A diferencia de otros programas conservadores ortodoxos, esta vez, el aumento impositivo afecta en mayor medida a los más ricos, ya que quienes ganan más de 125.000 libras al año son quienes más deberán pagar. A su vez, las compañías energéticas deberán aportar una renta especial del 35 por ciento hasta, por lo menos, 2028.

El principal asunto, tanto dentro del Reino Unido en particular como del resto de Europa en general, es que llegó la hora de administrar la escasez. Como ya afirmó el presidente francés Emmanuel Macron hace algunos meses, asistimos al fin de la era de la abundancia en Europa. La crisis derivada, primero, del Brexit, profundizada por la pandemia y agravada por la guerra de Ucrania hace que sea prácticamente imposible para un gobierno mantenerse en el cargo con índices de popularidad altos durante un tiempo considerable.

Los sindicatos británicos se encuentran en su momento de mayor actividad y conflictividad desde, por lo menos, las crisis de 1984 y 1985, durante las multitudinarias protestas de los mineros contra el gobierno de Margaret Thatcher. En Reino Unido, ya ni siquiera existe el periodo de “luna de miel”, con el cual se le otorgaba cierto “plazo de gracia” a los nuevos gobiernos. Sunak no contó con eso, al igual que Truss, sino que su partido se encuentra en una situación de impopularidad difícil de remontar. Si las elecciones fueran hoy, como piden los laboristas, los conservadores perderían por una diferencia cercana a los 20 puntos.

La crisis de representación que vive el Reino Unido no es tan diferente a la del resto de Europa, pero tiene sus particularidades, que la hacen aún más grave e inestable. Tras la muerte de la Reina Isabel II, la Commonwealth parece tener los días contados e, incluso, la existencia misma del Reino Unido como tal también. En octubre de 2023, Escocia celebrará un referéndum para elegir sobre su independencia. La titular del partido Sinn Féin, Mary Lou McDonald, actual líder de la oposición en Irlanda, se muestra segura respecto de un próximo referéndum para la reunificación irlandesa y su consecuente salida del Reino Unido.

Sin embargo, los problemas que tiene el país, por ahora, son bastante más urgentes y tienen que ver con lo económico. El invierno que ya está a la vuelta de la esquina hace pensar que se vienen tiempos cada vez mas turbulentos y complejos para Gran Bretaña, y la resolución de los problemas que aquejan a sus ciudadanos y ciudadanas es más que incierta.

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