Ha trabajado en organizaciones como Igualdad Animal o Equalia. Ahora continúa con su activismo personal por los derechos de los animales, colaborando de distintas formas con asociaciones del entorno.
Si ya de por sí la caza es un acto de una crueldad incuestionable, ejercerlo en unas circunstancias como las actuales es mero sadismo.
Por María Villaluenga.
La temporada de caza comienza en torno al mes de octubre y finaliza alrededor de febrero. Son fechas aproximadas, ya que cada comunidad autónoma establece los periodos de caza menor y mayor.
Fuera de estos meses, las ganas de cazar deben de ser irreprimibles y se ha establecido la media veda, una temporada de caza extraordinaria, de un mes aproximadamente de duración. Ahora mismo está «en marcha», ya que comenzó a mediados de agosto (el día y la duración exacta, así como los cupos de las especies permitidas para cazar, también dependen de lo que considere la respectiva comunidad autónoma). Si ya de por sí es una actividad, por llamarlo de algún modo, que no debería producirse, este año es del todo intolerable e incomprensible.
Estamos viviendo el peor año en décadas respecto a incendios, alcanzando cifras históricas de superficie calcinada. En lo que va de año 2022, el fuego ha arrasado más de 222.000 hectáreas de territorio español, según el Sistema de Información Europeo de Incendios Forestales (EFFIS). Las comunidades autónomas más afectadas, a día de hoy, son Castilla y León, Galicia y Cataluña.
Los incendios han afectado gravemente, de forma transversal, tanto a miles de familias como a los animales que viven en los alrededores, animales silvestres que forman parte de la biodiversidad de nuestros montes y que son los más perjudicados por el fuego. El impacto sobre la fauna puede ser inmediato (mortalidad o emigración a otros espacios) o indirecto (desaparición de fuentes de alimento, pérdida de puestos de protección o nidificación y cambio de las relaciones tróficas entre especies).
Los mecanismos de recuperación después de un incendio no son ilimitados. Incluso, los fuegos recurrentes en un territorio pueden modificar la composición de las especies que lo habitan.
La flora y la fauna necesitan un tiempo para empezar a dar signos de recuperación, que suele estimarse entre 1 y 5 años.
Si ya de por sí la caza es un acto de una crueldad incuestionable, ejercerlo en unas circunstancias como las actuales es mero sadismo.
Las especies que están en la mirilla de los cazadores estos días son palomas torcaces, zuritas y bravías, urracas, cornejas, zorros, ánade real, codorniz, gaviota tórtola, reidora y patiamarilla, entre otras.
Al elevado número de víctimas se sumará, además, que muchas de ellas aún están en periodo de cría, como la paloma torcaz o la codorniz, cuyos polluelos aún son dependientes en ese periodo.
Esta matanza es incoherente y prescindible, sobre todo en este catastrófico verano de incendios. Por este motivo principalmente, la asociación Free Fox considera inadmisible que se mantenga inalterable este periodo de caza, por lo que piden una suspensión de la media veda y un cese absoluto de toda actividad cinegética, con el fin de que la fauna se recupere. Para ello, pusieron en marcha la petición Stop Media Veda de Caza antes de que comenzara, y seguirá en activo hasta que termine el periodo de caza. Mediante la petición, están recogiendo firmas dirigidas al Ministerio de Transición Ecológica, competente en este tema, para que no permita que se continúe con este acto destructivo.
Además de esta participación ciudadana, Free Fox llevó a cabo un acto informativo el pasado domingo 14 de agosto en la Plaza de Callao de Madrid. El objetivo era informar a los transeúntes de lo que significa la media veda, un mes de caza en el que se matará a miles de animales, y que lo más coherente es que se suspendiera para no dañar más nuestros ecosistemas.
En declaraciones de Alicia Roa, presidenta de Free Fox: «La media veda acaba a finales de septiembre y, casi sin respiro, a principios de octubre comienza la temporada general de caza, que durará hasta finales de enero. Si a esto le sumamos los controles de depredadores, las batidas especiales y la caza por daños, nos encontramos con que no hay un solo momento en el que no se ejerza presión sobre la fauna silvestre, ya menoscabada por los incendios, la falta de alimentos y la escasez de agua».
España ocupa los primeros puestos en cuanto a actividad cinegética. Asimismo, es el país de la Unión Europea con más hectáreas calcinadas por el fuego en lo que va de año. La suma de estos elementos supone un perjuicio para la fauna autóctona totalmente evitable. Acaba de empezar, aún no es tarde para suspender estas matanzas indiscriminadas en un monte arrasado y calcinado por las llamas. Es un sinsentido a la altura de la piromanía.
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