
La creciente militarización de la economía alemana se ve respaldada por las políticas del gobierno, que ha incrementado significativamente el presupuesto de defensa, alineándose con las demandas de la OTAN.
Por Javier Guijarro | 10/05/2025
El gigante armamentístico alemán Rheinmetall ha anunciado recientemente ganancias récord, impulsadas por un aumento sin precedentes en la demanda de armamento y equipos militares. Según los datos presentados el pasado 8 de mayo, la compañía con sede en Düsseldorf ha experimentado un crecimiento espectacular en el primer trimestre del año, con un incremento del 46% en su facturación, alcanzando los 2,3 mil millones de euros, y un aumento del 49% en su resultado operativo, que se situó en 199 millones de euros. En el segmento puramente militar, el crecimiento fue aún más pronunciado, con un alza del 73%. Estas cifras, que marcan un nuevo hito en la historia de la empresa, reflejan la preocupante deriva belicista que vive Alemania, que está experimentando una reconversión industrial orientada a la guerra.
Un negocio impulsado con dinero público
El director ejecutivo de Rheinmetall, Armin Papperger, no ocultó su entusiasmo al presentar estas cifras, destacando el ‘crecimiento vertiginoso’ de la empresa y su consolidación como un actor clave en el mercado global de defensa.
Según Papperger, la alta demanda de productos militares se debe ‘a las crecientes tensiones geopolíticas’. Este boom económico está estrechamente ligado al incremento de las partidas militares del gobierno alemán, que está transfiriendo grandes cantidades de dinero público hacia la industria militar privada.
La empresa no solo suministra armas y municiones, sino que también está vendiendo ‘fábricas enteras’ a clientes internacionales, lo que demuestra la magnitud de su expansión. Proyectos de gran envergadura en países como Estados Unidos, Reino Unido, Italia y Ucrania, así como cooperaciones estratégicas con otras empresas del sector, están consolidando a Rheinmetall como un ‘campeón global de la defensa’.
Reconversión industrial hacia la guerra
Uno de los aspectos más alarmantes de este auge es la reconversión industrial que Rheinmetall está llevando a cabo, reorientando parte de su producción civil hacia la fabricación de armamento. La empresa ha anunciado planes para transformar instalaciones de su filial Pierburg, ubicadas en Neuss (Renania del Norte-Westfalia) y Wedding (Berlín), que hasta ahora se dedicaban a la producción de componentes para la industria automotriz, en plantas destinadas a la fabricación de equipos militares. Según declaraciones de Papperger citadas por Reuters, esta reconversión podría extenderse a otras fábricas, lo que indica una apuesta clara por priorizar el negocio bélico frente a sectores civiles.
Esta reorientación no solo afecta a Rheinmetall, sino que refleja una tendencia más amplia en Alemania, donde la industria está siendo cada vez más moldeada por las necesidades del complejo militar-industrial. La creciente militarización de la economía alemana se ve respaldada por las políticas del gobierno, que ha incrementado significativamente el presupuesto de defensa, alineándose con las demandas de la OTAN. Este giro hacia la producción bélica plantea serias preguntas sobre las prioridades económicas y sociales del país, especialmente en un momento en que sectores como la sanidad, la educación o las infraestructuras civiles enfrentan recortes y falta de inversión.
Una deriva belicista preocupante
El discurso de Rheinmetall, respaldado por el gobierno alemán, está impregnado de una retórica que justifica la escalada militar como una necesidad para ‘defender los valores democráticos’ frente a supuestas amenazas externas. Papperger ha insistido en que Europa debe prepararse para una nueva era en la que la seguridad sea la prioridad, un mensaje que está en sintonía con las políticas belicistas promovidas por Berlín y sus aliados. Sin embargo, este enfoque no solo alimenta la carrera armamentística global, sino que también contribuye a normalizar la guerra como una solución a los conflictos internacionales, en detrimento de la diplomacia y la cooperación.
La sociedad civil no ha permanecido indiferente ante esta deriva. Organizaciones y movimientos antimilitaristas, como el ‘Bündnis Rheinmetall entwaffnen’ (Alianza para desarmar a Rheinmetall), están movilizando protestas contra la reconversión de la industria civil en militar y el papel de Rheinmetall en la escalada bélica. Este colectivo denuncia que el auge de la industria armamentística se produce a costa de desviar recursos de sectores esenciales y de perpetuar un ciclo de violencia global. Todo para engordar los bolsillos de la burguesía armamentística alemana.
Los récords de facturación de Rheinmetall son un síntoma de una transformación profunda en la economía y la política alemanas. La reconversión industrial hacia la producción bélica, impulsada con dinero público, refleja una deriva belicista que atenta contra los intereses y las condiciones materiales de la clase trabajadora. Mientras los accionistas de Rheinmetall celebran, el pueblo trabajador alemán sostiene sobre sus espaldas la economía de guerra. La resistencia popular ofrece un hilo de esperanza, pero revertir esta dinámica requerirá un esfuerzo colectivo para hacer frente al negocio de la muerte.
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