El gasoducto Nord Stream II, ejemplo de interposición de los intereses de los burócratas de la UE

La Comisión europea, órgano de la burocracia de la UE, tiene intereses propios muy directos para ser contraria a que Rusia consiga poner en marcha el gaseoducto con Alemania.

Dr. Fernando G. Jaén Coll

Sobre la empresa clave del proyecto, la rusa Gazprom, escribí un artículo en el año 2009, con motivo de la publicación del libro GAZPROM, L’arme de la Russie, de los periodistas Valery Paniouchkine y Mikhaïl Zygar (ACTES SUD, 2008. Francia. Editor original: Zakharov, Moscú, 2008), que puede verse en https://rebelion.org/gazprom-el-arma-de-rusia/. Ahora el estímulo a escribir el presente artículo proviene del excelente libro de Eloïse Hervé du Penhoat, Lúnion européenne au défi du gazoduc Nord Stream 2 (l’Harmattan, 2021). Informe que da la información necesaria para formarse opinión, sobre todo con una fundamentación documental importante.

Gazprom, que suministra gas a la UE a través del gaseoducto que atraviesa Bielorrusia y Polonia, conocido como Yamal-Europa; del Nord Stream 1, inaugurado a finales de 2011, y a través de Ucrania (45% del gas importado por la UE), anunció la firma de la carta de intención de Nord Stream 2 el 18 de junio de 2015, durante el Fórum Económico Internacional, junto las empresas E.ON (de Alemania), Dutch Shell (de Holanda) y OMV (de Austria). El gaseoducto habría de unir  la ciudad de Viborg (Rusia) con la de Greifswald (Alemania), a través de una conducción por el mar Báltico que suministrase cada año 55 mil millones de metros cúbicos de gas, que vendría a duplicar la capacidad del ya existente Nord Stream 1 (véase VELÁZQUEZ LEÓN, Sonia. El Nord Stream 2, la política energética rusa frente a Europa y las alternativas ara la UE. Documento de Opinión IEEE 135/2021, https://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_opinion/2021/DIEEEO135_2021_SONVEL_Nord.pdf (consultado 20/12/2021)). El peso de las importaciones de la UE a Rusia es el 40% del gas, 30% de petróleo y el 25% del carbón, con Finlandia o Lituania importadores del 90% de su energía de Rusia.

El libro de Eloïse Hervé du Penhoat permite al lector evaluar por sí mismo la “rusofobia” que ha practicado y practica la Comisión europea, que tiene una doble vertiente causal: de un lado, alinearse con los intereses de los Estados Unidos, que se concretan en dos asuntos: cercar a Rusia y, por ende, defender un gobierno de Ucrania que no simpatice con Rusia (con la guinda de los intereses personales de Biden allí: su hijo Hunter Biden pasó a formar parte de una compañía de gas ucraniana) y abrir las puertas a las exportaciones de gas natural licuado de los EE.UU. fruto del “fracking” (técnica de fractura hidráulica), que se obtiene a precio superior al que puede suministrar Rusia por lo que no es competitivo y tiene que poner una barrera política de provecho económico. El abastecimiento a los ciudadanos de los países de la UE y el precio que pagarán, importa poco, como salta a la vista en la actualidad con el precio de la electricidad.

Además de las empresas firmantes, cuyos interese se encuadran en la realización del proyecto bajo la dirección de Gazprom, socio mayoritario (con el 50%) de la empresa formada y de las que la autora no nos señala más que alguna declaración puntual, los actores principales son Rusia, Alemania, la burocracia de la UE (bajo la batuta de la Comisión europea), Estados Unidos y Ucrania; esta última sobre todo como objeto instrumentalizado de los EE. UU. y de la burocracia de la UE. Pongamos en el morral de “otros” los intereses particulares de Suecia, Dinamarca, Austria, Polonia y alguno menos destacado).

La Comisión europea tiene el protagonismo del oponente, atribuyendo a Rusia intereses perversos, más por los miedos interesados que por cualquier realidad, particularmente derivados del poder que ejercería en el suministro energético a la UE, aumentando su dependencia de Rusia; claro está que no todos los países lo ven de la misma manera, habiéndose creado un frente que respalda a la Comisión para ampararse de lo que son temores directos sobre dichos países, como es el caso de Polonia, que ve peligrar la importancia del gas ruso que transita por su país a través del gaseoducto Yamal-Europa. La amenaza provendría de la capacidad de sustitución del nuevo por el viejo. En términos parecidos, aunque mucho más complejos, encontramos a Ucrania, jugador de segunda, que juega un importante papel para Estados Unidos y, por derivación, para Europa, usado a modo de territorio “occidental” en la mismísima frontera con Rusia, que permite amenazar a esta militarmente, al servicio indudable de losEstados Unidos. Claro está que Ucrania ha gozado de privilegios concedidos por Rusia en precio y en tolerancia a las sustracciones y a los aprovechamientos ucranianos, pero eso acabó. La Comisión europea hace suyos los miedos de Ucrania de que podría verse desbancad  en el tránsito de gas desde Rusia a Europa si llega aponerse en marcha el nuevo gaseoducto.

La Comisión europea, órgano de la burocracia de la UE tiene intereses propios muy directos para ser contraria a que Rusia consiga poner en marcha el gaseoducto con Alemania, pues amenazaría su poder conseguido con la excusa de defender una política energética común por encima de los estados miembros. El libro de Eloïse Hervé  de Penhoat lo hace evidente cada vez que muestra los puntillosos obstáculos jurídicos puestos por la Comisión europea al proyecto Nord Stream 2 y a la empresa que lo desarrolla, incluso enfrentada al Consejo europeo y a la propia Alemania. El esfuerzo, la paciencia de la empresa del proyecto frente al hostigamiento injustificado de la Comisión, ponen al lector completamente del lado opuesto a los deseos de esta, quedando en evidencia la pretensión de ser ella la interlocutora de Rusia en lugar de Alemania o cualquiera de los otros países involucrados en el tránsito de las tuberías por sus aguas jurisdiccionales.Las consecuencias del retraso en la puesta en funcionamiento del gaseoducto Nord Stream 2, lo pagan los ciudadanos de la UE en el precio actual.

Podemos esquematizar los intereses de Estados Unidos en tres puntos: 1) Mantener a Rusia bajo presión financiera (el gas es fuente de financiación primordial de Rusia), intentando doblegar el liderazgo de su presidente Putin. El retraso en la puesta en marcha del proyecto, la falta de ingresos consecuente, el descrédito como líder del proyecto empresarial que involucra a otras grandes empresas y las amenazas cumplidas de penalizaciones a quienes colaboren y utilicen inversiones o la moneda estadounidense, todo ello cercena el poder de Rusia frente a los Estados Unidos. Que la excusa sea una Ucrania libre de las garras del comunismo (inexistente en términos de poder) o simplemente libre de la amenaza rusa, o cualquier otra expresión, es lo de menos. 2) Exportar el gas natural licuado de Estados Unidos obtenido de los yacimientos de esquistos bituminosos, resultando más caro de obtención que el ruso, como recoge la autora mencionando un artículo conjunto de Sadek Boussena, antiguo ministro de la Energía en Argelia e investigador en la Universidad de Grenoble y Catherine Locatelli, investigadora en el CNRS de Francia, “los dos autores estiman que Gazprom es capaz de proveer gas natural a un coste marginal de 3,80 dólares por MMBtu en la frontera alemana. Esta tarifa amenazaría las exportaciones americanas de GNL, cuyo coste marginal se situaría entre siete y ocho dólares por MMBtu.” (p. 52. MMBtu, abreviación cuyo significado, tomado del glosario de la autora,indica que es una unidad de medida de energía anglosajona, que representa la cantidad de energía necesaria para elevar la temperatura de una libra inglesa de agua 1º F a la presión constante de la atmósfera) Y 3) Estados Unidos impondría así su papel de garante y protector de la UE, aunque, obviamente, a beneficio de los Estados Unidos.

Alemania aparenta un interés completamente apolítico, insistiendo en el carácter comercial del proyecto y su beneficio para Alemania, que garantizaría el aprovisionamiento de la UE. NO se le escapa al lector, el papel de “distribuidor” que adquiriría Alemania al ser el receptor primero del gas en tierra de la UE.

Una vez más se demuestra que hay intereses distintos, contrapuestos en los diversos países de la UE y que pretender marchar todos a una, como conviene a una burocracia que se ha ido consolidando y que pretende imponer a todos la política, en este caso energética, que resta soberanía a los Estados, poniendo obstáculos, incluso regulando a medida de su conveniencia en tiempo mínimo, cuando no es eso lo habitual suyo, sólo sirve para entorpecer proyectos que benefician a los ciudadanos.

Dr. Fernando G. Jaén Coll. Profesor del Departamento de Economía y Empresa de la UVIC-UCC.

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