El Funesto 11-S

Como en el Chile del 73, millones de obnubilados, a través de unos medios que difunden el fascismo como algo inocuo, caen en la trampa de la extrema derecha creyéndose sus mentiras

 

Por Jesús Ausín

Había aparecido colgado de una de las vigas del chiquero. Todo apuntaba a un suicidio. Aunque Juan Ramón, no tenía motivos aparentes. Eso decía su gozosa esposa mientras lloraba lágrimas de cocodrilo, que Juanra no tenía problemas, ni económicos ni de pareja. Que como todos los matrimonios discutían, a veces, pero que se llevaban bien. Sin embargo, durante los últimos años de su vida conyugal, no era extraño que ella apareciera frecuentemente con gafas de sol, que se diera, también frecuentemente, fortuitos golpes en la cara contra puertas de armario abiertas de repente o contra esquinas de la casa en la oscuridad de la noche. Y eso, era la comidilla de todos los vecinos. Como lo fue, a partir de que enterraron a Juan Ramón, que su mujer, Mari Carmen, no volviera a soltar ni una lágrima en su recuerdo, que se quitara el luto y que de noche, se colara en su casa un vecino treintañero, huérfano desde los veintitrés.

 

En el pueblo corrían rumores sobre la verdadera causa de la muerte de Juan Ramón. Porque Juanra, tenía pocos amigos (o ninguno) y era lo que en el pueblo se conoce como un hijo puta con pintas que es una definición que se utiliza única y exclusivamente para los malos de verdad. Para aquellos que viven y disfrutan de hacer el mal y que se reconfortan con la desgracia del vecino. Si además tienes dinero suficiente para comprar abogados y jueces, más pintas la piel.

 

El Pérfido, como le conocían en el pueblo, había tenido conflictos con casi todos los vecinos. Porque en su maldad era capaz, desde falsear una denuncia contra quienes, una vez jubilados, se subían al tractor para arar el huerto en el que plantaban patatas y verduras para el autoconsumo, hasta dejar el braván en la entrada de un camino para evitar que otro vecino llegara a su finca. El Pérfido era incapaz de prestar ayuda a nadie, aunque quien necesitara el socorro estuviera en situación de peligro. Pasó de largo cuando Zacarías se encontraba paralizado por el miedo encima de su tractor escorado peligrosamente en la ribera de una tierra con tres metros de desnivel (menos mal que Indalecio pasó un minuto más tarde y tiró un cable desde arriba, atado a su tractor, evitando que el de Zacarías volcara cuando este pisó muy despacio el acelerador) y le dijo a Canciano, cuando tuvo que dejar de trabajar durante casi un año al caerse desde lo alto de la galera mientras recogían la leña de encina para todo el invierno, que no le iba a hacer el favor de arar y sembrar las tierras que lindaban con las suyas, a cambio de una parte de la cosecha. Y que lo más que podía hacer por él, era sembrar sus tierras a cambio de la cosecha y de que le pagara por ello. Si Canciano, su mujer y sus tres hijos se morían de hambre, lo que tenía que hacer es venderle las fincas a él e irse del pueblo.

 

Pero con todo, el caso más sonado de maldad fue cuando sus conciudadanos quisieron comprar de forma mancomunada un par de parcelas de diez celemines entre las dos, en las afueras del casco urbano que estaban rodeadas por pequeñas franjas de tierra municipal (en total entre lo municipal y lo particular eran cinco hectáreas), dónde pensaban construir una piscina municipal, una nueva escuela porque la otra se les había quedado pequeña, un centro cívico y un nuevo ambulatorio para el médico y la enfermera. Mientras el ayuntamiento negociaba con los dueños públicamente, Juan Ramón lo hacía en secreto. Y así ofreció un poco más de dinero que los vecinos y cuando estos igualaron su oferta, él pudo pujar ofreciendo un poco más, sin que nadie supiera que era él el que estaba encareciendo el terreno. Al final, se quedó con las dos fincas que no eran aledañas entre sí y que estaban justo en medio del terreno municipal. 

 

Sorprendió a todos, en el momento que el alcalde, en Concejo Municipal, les anunció quién era el especulador que les había quitado las tierras. Aunque no cuando a continuación les dijo que se las había ofrecido por un millón de pesetas más de lo que había pagado por ellas. Todos expusieron su malestar pero no les resultaba extraño porque la fortuna del Pérfido procedía, en su mayor parte, de hacer negocios sucios o de aprovecharse de la bondad de la gente. Puesto que el proyecto de la escuela era inaplazable, aceptaron comprarle las tierras al Pérfido. Entre tanto, podían empezar las obras ya que la firma se haría inminente. Cuando el edificio de la escuela estaba ya acabado, aún no habían firmado la venta y Juanra seguía dando largas al pueblo. Hasta que un día llegaron a sus solares unos albañiles que construyeron un par de edificios, donde el Pérfido metió una veintena de cabras (el máximo que le permitía la ley) y seis cerdas de crianza. El pueblo tuvo que abandonar la escuela porque los olores de las cabras hacían insoportable estar cerca de ellas. Fue entonces cuando en el colmo de la maldad, Juan Ramón le hizo una oferta al alcalde: cincuenta mil pesetas por las cuatro hectáreas municipales y diez mil más en concepto de indemnización por el edificio de la escuela no ocupada.

 

Tres años más tarde, el cadáver del Pérfido colgaba ahorcado de una de las vigas del Aprisco de las cabras.

 

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El funesto 11-S

 

Hace unos días, se conmemoraba el funesto 11-S. No, no estoy mentando el ataque a las Torres Gemelas, sino algo mucho más siniestro que fue el comienzo de una involución política mundial y que ocurrió el 11 de septiembre de 1973 en Chile. Y planteo que fue el comienzo de la espiral neofascista que nos ha llevado justo a esta coyuntura en la que nos encontramos sobreviviendo porque, creo que es la primera vez, desde la Segunda Guerra Mundial, que el gobierno del Imperio, ayudado por sus acólitos, puso en marcha una peligrosa maquinaria para subvertir la democracia y para revertir el resultado de unas elecciones con impunidad absoluta.

Que Nixon era un personaje de moral obscena e indecente, lo supimos un año después del golpe de Pinochet, cuando dimitió, en agosto de 1974, para evitar una destitución en un proceso que los americanos llaman impeachment.  Un proceso tan excepcional e inusual que hasta entonces, sólo había afectado a Andrew Johnson, en 1868 como presidente “usaniano”. Junto al indecente y tramposo Nixon estaba su Secretario de Estado, Henry Kissingger, un cínico y facineroso, autor intelecto del Golpe de Estado chileno que llevó a la muerte a 3.800 personas además de otras 38.000 que fueron secuestradas y torturadas. Para celebrar las muertes, las desapariciones, las torturas y la violencia extrema del golpe, la Academia Sueca le concedió el Nobel de la paz ese mismo año.

El peligro del que quisieron salvar al mundo estos golpistas sátrapas (por acción, omisión o incitación) era un gobierno socialista (un muchito más a la izquierda de lo que ahora la prensa del régimen español llama sociocomunistas) cuyo delito era la nacionalización de las reservas de cobre chilenas en poder de empresas norteamericanas como Kennecott o Anaconda que, tras el justiprecio y después de restar los impuestos impagados por su más que dadivosa rentabilidad (4.000 millones de dólares desde 1956 a 1973), acabaron debiéndole dinero a los chilenos. O una Reforma Agraria (iniciada en 1960) y de la que Allende únicamente promulgó la ley 16.640 cuya finalidad era acabar cuanto antes con el latifundismo y dotar de tierras a los campesinos.

Pero no podían dar un golpe de estado sin más. Para que todo pareciera legal y sobre todo tuviera impunidad debían buscar una justificación. Y aunque nunca haya justificación alguna para romper abruptamente y con sangre un gobierno democrático, siempre utilizan la misma: salvar la democracia y el desastre económico.  Desde el mismo día 3 de noviembre de 1970, fecha en la que Allende tomó posesión (y antes porque estuvieron enredando para que no ganara las elecciones) la CIA, con ayuda de varios diplomáticos de gobiernos extranjeros como los propios de USA, Australia, el Brasil del golpista Arrastazu, o la Argentina del derechista Lastiri, comenzaron a colaborar con la Agencia Metomentodo y Golpista americana en una estrategia que consistía en llevar a la miseria a la población chilena y a la ruina del estado. Para ello, no dudaron en la no renovación de los préstamos bancarios concedidos a Chile, cancelar pedidos de materias dedicadas a la exportación, el retraso en las entregas de accesorios, la presión sobre las compañías chilenas de ahorro y préstamo y el retiro de ayuda técnica por parte de las compañías americanas, así como que estas abandonaran Chile. Y desde dentro de Chile, la derecha reaccionaria (más bien derecha fascista como el amigo de González,  Pinochet), además de preparar el golpe militar, desde los barrios ricos, como el Sector Oriente de Santiago se convocaban caceroladas a las 9 de la noche, y manifestaciones como la marcha de las cacerolas vacías, convocada por mujeres de la derecha que el 2 de diciembre de 1972 marcharon por el centro de Santiago quejándose de la falta de alimentos y de no poder adquirirlos. Estas caceroladas y manifestaciones se repitieron por todo el país y acabaron integrando a los pobres, que eran los que de verdad sufrían las consecuencias de la estrategia de la ruina diseñada por la CIA, llegando a ser portada de todos los periódicos y medios de comunicación anti Allende.

Gracias a la gran Nieves Concostrina que resumía en este episodio de su “Acontece que no es poco” (El otro 11-S que no recordamos) el asalto al poder del genocida Pinochet, recordé que la estrategia usada por la CIA en el golpe chileno se ha repetido desde entonces en otras ocasiones con el mismo resultado y que se parece muy mucho a lo que estamos sufriendo en este país desde que el Insufrible ser maligno, señor de la guerra de Irak, apareció en la escena política para convertir al partido franquista montado por Fraga Iribarne en un partido neofascista cuyo único fin es estar permanentemente en el poder. Todos sabemos, incluso los jueces que a pesar de ser de los suyos, han acabado determinando la corrupción sistémica de esta formación, a que se dedican cuando gobiernan. Y cuando no, hacen lo imposible por expulsar a quién esté, usando para ello las mismas tácticas que la CIA diseñó para acabar con el Gobierno de Allende. Y eso que esta coalición entre el partido que sostiene el Régimen enviciado del 78, el PSOE de González y su acólito Sánchez Castejón, con quienes íbamos a asaltar los cielos y nos hemos quedado mirando al sol, se parece al Gobierno de Allende como “Un día en la Ópera” de Groucho Marx a  “El Capital” de Karl Marx.

Desde 1973, hemos tenido claro que un gobierno es legitimo única y exclusivamente si es de la cuerda del Imperio. Toda democracia es susceptible de ser truncada si va contra los intereses económicos de los del egoliberalismo. Todo gobernante será eliminado políticamente si supone un peligro para el hijoputismo que llaman liberalismo y que no es otra cosa que neofascismo. Cualquier política que huela a comunismo será masacrada.

¿Podemos inferir que la estafa eléctrica actual en España, se vale de una subida mundial de precios del gas, como estrategia de desgaste contra este gobierno? Sólo este titular del brazo propagandístico del PP, que dirige Marhuenda nos hace pensar que efectivamente es así: “Iberdrola y Endesa se desangran en más de 17.000 millones desde que el Gobierno empezó a tomar medidas”. Unas eléctricas, cuyas acciones han tenido una rentabilidad del 60 % en los últimos tres años y que llevan generando miles de millones de euros en beneficios (más de 5.000 en el último año) y que esperan llegar a los 7.000 millones en 2027. No sólo están utilizando los precios para crear pobreza, sino que además están intentando hacer pasar como víctimas a los responsables del expolio.

Lo peor de todo es que, como en el Chile del 73, millones de obnubilados, a través de unos medios de comunicación partidistas que promocionan y difunden el fascismo como algo inocuo, caen en la trampa de la extrema derecha creyéndose sus mentiras y siendo cómplices del fracaso democrático y lo que es peor, del desastre social, económico y ecológico.

Los pobres siguen prefiriendo a quienes son responsables de que cada día sean más pobres y que además, están matando y esquilmando los recursos del planeta a velocidad de crucero. Nos han convencido de que lo individual está por encima de lo social y de que la libertad no es tener derechos y deberes, sino hacer lo que a uno le sale del escroto siempre que te lo puedas permitir. Y claro, ninguno creemos estar en el montón de los que no pueden permitírselo.

 

Salud, feminismo, decrecimiento, conciencia ecológica, república y más escuelas públicas y laicas.

 

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