El fascismo ya estuvo aquí

“Venceréis, pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta, pero no convenceréis porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta en esta lucha, razón y derecho.”

Por Angelo Nero

Tengo que reconocer, a priori, una cierta debilidad por el universo cinematográfico de Alejandro Amenábar, al que descubrí a través de sus impactantes cortos “Himenóptero” y “Luna”, a principios de los noventa, mostrando un talento incipiente que se confirmaría con títulos tan inquietantes como “Tesis” (1996), convertida en película de culto, y “Abre los ojos” (1997), que revelarían, además, a un extraordinario compositor musical, ya que, además de crear las bandas sonoras de buena parte de su filmografía, compuso, ya a finales de siglo, las BSO de “La lengua de las mariposas” y de “Nadie conoce a nadie”. Amenábar dio importantes vueltas de tuerca en su carrera, la primera con su debut internacional con “The others” (2001), protagonizada por una de las divas de Hollywood, Nicole Kidman, con gran éxito de crítica y público, y solo tres años después, logrando el Oscar con la emotiva historia de Ramón Sampedro, “Mar Adentro” (2004), con la que se reactivó en el estado el debate sobre la eutanasia, todavía sin cerrar. Por cierto, también en estas dos cintas era notable su trabajo como compositor. Tuvimos que esperar cinco años para ver su siguiente película, un ambicioso drama histórico con Rachel Weisz como protagonista, una gran producción rodada en Malta, “Ágora” (2009), que, a pesar de conseguir siete premios Goya, no logró el respaldo unánime de la crítica ni un éxito comercial como el de sus anteriores trabajos.

Amenábar puso aquí el foco en el fanatismo religioso, tan de actualidad entonces, y creo que ese ejercicio intelectual de reflexionar sobre la intolerancia a través de la figura de Hipatia de Alejandría no fue bien entendido entonces, y que sus detractores deberían ver el film otra vez después de pasar por las salas para disfrutar (y sufrir) de su última creación “Mientras dure la guerra” (2019), otra crítica feroz, como aquella, contra el integrismo, ya sea religioso o político. Señalar que, también contra las críticas de la mayoría, también gusté de su penúltima película, “Regression” (2015), una buena historia de suspense, aunque algo enrevesada, con un plantel internacional encabezado por Emma Watson y Ethan Hawke. Señalable también aquí la cuidada banda sonora, encargada uno de los compositores más prolíficos del cine español, Roque Baños, con casi un centenar de títulos en su filmografía musical.

Dicho esto, también tengo que reconocer que acudí al cine para ver la última película del director nacido en Santiago de Chile, muy sensibilizado con el tema de la Memoria Histórica –solo dos días después de verla escucharía a Chato Galante: «Dicen que tratamos de reabrir heridas. No, señor: lo que queremos es curarlas», en un acto de apoyo a la Querella Argentina-, y, sobretodo, con la fuerte irrupción de la extrema derecha en el parlamento, acompañado con grandes dosis de negación o revisionismo de la historia, de odio a las minorías, a las inmigrantes, a las feministas, y de rechazo a los derechos culturales, lingüísticos y políticos de las naciones que forman el estado.

No pudo llegar en un momento más propicio a nuestras pantallas “Mientras dure la guerra”, para recordarnos que el fascismo ya estuvo aquí, como se gestó y comenzó a dar sus primeros pasos, dejando en el camino, literalmente, un reguero de muertos –muchos de ellos todavía enterrados en las cunetas-, y sumiendo al país en lo que el poeta ourensano Celso Emilio Ferreiro describió tan acertadamente en sus versos como “longa noite de pedra”. No es esta, aunque sus detractores la señalen así, otra película de la guerra civil, aunque esté ambientada en sus inicios, y uno de sus protagonistas sea Francisco Franco, un militar gris y apocopado que no se decide a liderar la rebelión, magníficamente interpretado por el actor gallego Santi Prego (fundador de la compañía Ollomol y con una extensa carrera en cine, teatro y televisión).

El protagonista central de la historia es Miguel de Unamuno, el controvertido escritor de la Generación del 98, rector de la Universidad de Salamanca cuando se produce el golpe militar, que él, contra el sentir mayoritario de los intelectuales españoles, aplaude en un principio, descontento con una República que no cumplió con sus expectativas. Unamuno, socialista en sus orígenes, fue nombrado por primera vez rector de Salamanca en 1901, con 36 años, y destituido por sus críticas a la monarquía de Alfonso XIII y a la dictadura de Primo de Rivera, por lo que fue desterrado a Fuerteventura. Curiosamente, a su regreso a Salamanca, es él quien proclama la República desde el balcón del ayuntamiento, donde había sido elegido como concejal por la Conjunción Republicano-Socialista, fue restituido como rector, y más tarde elegido diputado independiente en la misma coalición, cargo que ejerce desde 1931 a 1933.

Desengañado con la República, Unamuno se convirtió en uno de los mayores críticos del gobierno de Manuel Azaña, que lo destituyó como rector por su apoyo a los sublevados, a los que el escritor bilbaíno declaró como representantes de la defensa de la civilización occidental. Restituido en el cargo de rector por la Junta de Defensa Nacional, instalada en Burgos, en el inicio de la guerra civil, Unamuno tuvo que enfrentarse a las fuertes contradicciones políticas, pero sobre todo filosóficas y morales, cuando comenzó a constatar el cariz fascista de los alzados, conforme iban desapareciendo sus amigos, como el alcalde de Salamanca, Casto Prieto Carrasco o el diputado socialista José Andrés Manso, fusilados en la carretera de Valladolid en las primeras semanas del golpe.

A pesar de ser testigo de los primeros movimientos de los bárbaros, como la declaración de bando de guerra en la Plaza Mayor, no será hasta que la represión caiga sobre sus compañeros de tertulia, el pastor anglicano Atilano Coco (interpretado por el camaleónico Luís Zahera), y el rector de la Universidad de Granada y antiguo alumno suyo, Salvador Vila, cuando el autor de “El sentimiento trágico de la vida”, tome conciencia de la deriva totalitaria y asesina del movimiento nacional. Esta constancia le hará enfrentarse al fundador de la legión, José Millán-Astray (increíble también el papel de Eduard Fernández), en el Paraninfo de su universidad, el 12 de octubre de 1936, cuando se arrepintió de su apoyo al alzamiento con su famoso alegato:

“Venceréis, pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta, pero no convenceréis porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta en esta lucha, razón y derecho.”

La impresionante caracterización y la exquisita interpretación de Karra Elejalde, en su papel de Unamuno, le da una fuerte impronta a este film que narra los últimos meses del intelectual, autor de novelas imprescindibles como “Niebla” o “La tía Julia”. A través de la historia de Unamuno asistimos a las retorcidas conjuras de los rebeldes, al frente de los cuales se colocará Franco, que verá en el alargamiento de la guerra y en la implantación del terror, su manera de imponerse y perpetuarse, lamentablemente más allá de su muerte, pues ya quedó claro que dejó todo “atado y bien atado”. Ciertamente, una de las cosas más notables de esta cinta, son las recreaciones de las sombrías reuniones de los sublevados, todavía bajo la bandera republicana, las intrigas de los generales de la Junta de Defensa Nacional, con cierto aire de comedia, si la historia no fuera tan dramática.

Conocer nuestro pasado, no tan lejano, para entender nuestro presente, las raíces de ese fascismo ahora reverdecido en otras ramas, que asoman vigorosas en un parlamento dónde proliferan las voces de la intolerancia y la xenofobia, y el ánimo de, cómo buenos discípulos de Millán-Astray, de extirpar “el cáncer separatista”. La historia nos da lecciones tan ejemplarizantes como las de Unamuno, y Amenábar nos la vuelve a recordar para señalarnos que, como en la fábula de Monterroso, el dinosaurio sigue aquí.

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