El éxito de la vacunación en Israel y el fracaso de Palestina

Foto:  JAAFAR ASHTIYEH / AFP

Por Angelo Nero

“Los refugiados y refugiadas de Palestina se enfrentan a una pandemia en campamentos hacinados como en Líbano o Jordania, donde la distancia social es un lujo, sin agua potable en Gaza para lavarse las manos, con falta de infraestructuras en Siria a causa de nueve años en guerra,  y con la falta de libertad de movimientos para acceder a ciertos servicios en Cisjordania”, dice un reciente llamamiento de la UNRWA, la Agencia de la ONU para refugiados palestinos.

El 4 de marzo la Autoridad Nacional Palestina declaró un nuevo estado de emergencia de treinta días, como viene haciendo desde marzo de 2020 cada mes, pero ni el cierre de comercios y escuelas ha conseguido detener el avance de la pandemia. La situación en los Territorios Ocupados es crítica, un año después de la irrupción del coronavirus, los hospitales palestinos, ya de por sí precarios, están colapsados, las ucis al límite de su capacidad, y las vacunas no llegan, mientras el mundo aplaude a Israel, que ya presume de haber inmunizado a más de la mitad de la población hebrea, mientras sigue negando la vacunación a la palestina.

Y muy lejos de aliviar la presión sobre la población árabe, “las fuerzas de ocupación israelíes siguen matando, hiriendo y mutilando a los civiles palestinos”, tal como ha denunciado Riyad Mansour, ministro y observador permanente de Palestina ante la ONU. Mientras, continúa la campaña de anexión y asentamiento colonial, con la constante demolición de viviendas palestinas, y solo en febrero de 2021, la entidad sionista demolió o confiscó 153 propiedades, dejando sin techo a más de 300 personas, entre ellas 172 niños, llegando incluso a destruir refugios, instalaciones de agua y saneamiento, y a confiscar ayuda humanitaria europea, como recientemente en la aldea beduina de Humsa al Bqai’a. El número de viviendas destruidas por el ejército israelí en el pasado año, durante el cual la población palestina fue azotada por las restricciones económicas derivadas de la pandemia, fue de 850.

Con unos medios de comunicación que solo ponen el foco de atención en la exitosa campaña de vacunación israelí, o en sus recientes elecciones del pasado 23 de marzo, de donde ha salido la configuración de la Knéset más virada hacia la extrema derecha de su historia, Israel sigue con sus siniestros planes de depuración étnica, desplazando a los árabes de la mayor parte del territorio posible, para sustituirlos por colonos, en su mayoría judíos ultraortodoxos, fragmentando pueblos y barrios palestinos, algo que alcanza su mayor gravedad en Jerusalén, dónde intentan reafirmar la soberanía israelí.

Dentro de las fronteras de la entidad sionista viven 1.700.000 árabes, 2.700.000 en Cisjordania y otros dos millones en Gaza, pero el plan de vacunación en Israel solo alcanza a los nueve millones de hebreos, lo que pone una vez más el carácter segregacionista del sionismo.

Paz por territorios, era el lema de los acuerdos de Oslo de 1993, sin embargo, el resultado ha sido la paz de los cementerios, donde los muertos los ponen los palestinos. Uno de los negociadores de Oslo fue Saeb Erekat, Secretario General de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), desde 2015, falleció en el noviembre pasado, y poco antes de su muerte declaró: “La colonización, la ocupación y el apartheid han ganado”.

A todo esto hay que sumar la preocupante situación de las cárceles israelíes, sólo en 2020 se detuvieron y encarcelaron a 4.600 palestinos, entre ellos a más de 500 niños. Se estima que desde 1967 han pasado por las prisiones de Israel más de un millón de palestinos, y  actualmente permanecen en prisión cerca de 5.500 palestinos, medio centenar de ellos llevan más de veinte años encarcelados.

La Autoridad Nacional Palestina comenzó a vacunar a la población de Cisjordania a finales de marzo, gracias al programa Covax, patrocinado por la Organización Mundial de la Salud, recibiendo 64.000 vacunas, mientras que Gaza, administrada por Hamas, recibió 21.300, una cantidad realmente insuficiente para su población.

Hasta ahora la ANP solo había recibido 10.000 dosis de la Sputnik V, donadas por Rusia, y había enviado 2.000 a Gaza, donde, además, habían sido bloqueadas por el ejército israelí, que continua con el bloqueo militar a la Franja, donde se calcula que puede haber hasta un 40% de su población contagiada. Por su parte, Israel, ese país modélico, al que siguen felicitando los medios de comunicación occidentales, solo dio a la ANP 2.000 vacunas de Moderna, para que fuera administrada a su personal sanitario.

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