El error de Descartes

Por Susana Gómez Nuño

En el siglo XVII, René Descartes plantea, con su famosa frase “Pienso, luego existo”, la dualidad entre cuerpo y mente (emoción y razón), desarticulando ambos conceptos en aras de encontrar la verdad mediante la razón, considerada única certeza. Ya en el siglo XX, el famoso neurólogo Antonio Damasio nos presenta un estudio científico basado en su experiencia clínica con pacientes con daño cerebral que determina una relación complementaria entre emociones y razón.

Es decir, el acto de pensar implicaría tanto al cuerpo como a la mente, contradiciendo, así, la teoría cartesiana y el racionalismo, que dejaban de lado el estudio de la emoción, considerada más primitiva e inferior a la razón.

Uno de los puntos claves del estudio de Damasio es la hipótesis del marcador somático, la cual abre la puerta a un contexto biológico donde la razón pasaría por el filtro de las emociones. Estos marcadores vendrían definidos por nuestras experiencias pasadas que nos ayudarían a tomar la decisión adecuada en función a ellas.

Obligados a adaptarnos deprisa a las nuevas corrientes, las experiencias se reducen, y por tanto, disminuyen, también, las posibilidades de respuesta exitosa

No obstante, debemos ser conscientes de que el paradigma hipertextual, instalado en la sociedad líquida actual, puede favorecer el individualismo en los tiempos cambiantes y rápidos en los que nos movemos y que no dejan establecer unas rutinas y unos hábitos que nos podrían ayudar a tomar decisiones basadas en experiencias pasadas. Nos vemos, pues, obligados a adaptarnos deprisa a las nuevas corrientes. Las experiencias son, así, menores y, por tanto, nuestros marcadores somáticos tienen menos margen para optar por la decisión correcta, es decir, al reducirse las experiencias se reducen también las posibilidades de respuesta exitosa.

El hipertexto nos permite emular el funcionamiento del pensamiento y la memoria humanos

Del estudio de Damasio se desprende que no podemos prescindir de las emociones, ya que estas influyen en el pensamiento racional y afectan a la toma de decisiones, de forma que la ausencia de emoción repercute negativamente al tomar una decisión. Este autor establece, además, una analogía “en cómo almacenamos los recuerdos y cómo se memorizan en una computadora.” En este punto, encontramos, también, una similitud con el hipertexto, en tanto este nos permite emular el funcionamiento del pensamiento y la memoria humanos.

Por otro lado, Damasio afirma que el cerebro es más que la suma de las partes, lo que coincide con el postulado principal de la teoría de sistemas –el todo es más que la suma de las partes– de la que se nutre el principio de complejidad formulado por Morin y que conforma uno de los elementos clave del paradigma hipertextual.

El error de Descartes proviene de la disociación entre cuerpo y mente, ya que se ha demostrado que razón y emoción van de la mano

Podemos concluir que el error de Descartes proviene de la disociación entre cuerpo y mente, que Damasio rebate en su estudio, en el que demuestra que razón y emoción no solo están relacionadas, sino que su asociación es indispensable para una correcta toma de decisiones. El neurólogo portugués alude a la emergencia de una conciencia elemental, que evolucionará hacia una mente más compleja posibilitada para pensar y, posteriormente, utilizar el lenguaje para comunicar y organizar mejor el pensamiento.

La falsedad de la frase “Pienso, luego existo” de Descartes se hace obvia, en tanto se defiende la integración entre cuerpo y mente, los cuales interactúan, a su vez, con un ambiente físico y social. Se deduce, pues, que primero fue el ser y luego el pensar. Por consiguiente, sería más conveniente decir: “Existo, luego pienso”.

Se el primero en comentar

Dejar un Comentario

Tu dirección de correo no será publicada.




 

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.