La participación de las familias en el sistema educativo se ha considerado tradicionalmente un pilar fundamental en las leyes sobre educación en España. La Constitución reconoce este derecho en el artículo 27: «Los profesores, los padres y, en su caso, los alumnos intervendrán en el control y gestión de todos los centros sostenidos por la Administración con fondos públicos, en los términos que la ley establezca». Lo que la ley ha establecido es que esta participación se realice a través de las asociaciones de madres y padres y del consejo escolar. Aunque las asociaciones permiten a las familias participar en la vida del centro, es en el consejo escolar, como órgano colegiado, donde se supone que realmente pueden tomar parte en las decisiones más importantes.
Se ha hablado mucho de que la aprobación de la LOMCE (también llamada ley Wert) deterioró el funcionamiento de este órgano. Por ejemplo, en este documento del sindicato CCOO se denuncia que el consejo escolar se ha vaciado de contenido. Otro ejemplo es este artículo de eldiario.es que va más allá, hasta el punto de sentenciar: «colegios e institutos dejarán de tener un funcionamiento democrático».
No tengo ninguna intención de defender la LOMCE, pero es muy importante el rigor informando a los ciudadanos de un asunto tan importante como el deterioro de sus derechos. En realidad la LOMCE no es la ley responsable de que las familias no tengan una voz real en los centros educativos. El problema viene de muchos años atrás, y radica no en las funciones del consejo escolar, sino en su composición. Fue en la Ley Orgánica del Derecho a la Educación, de 1985, que sigue en vigor en muchos de sus artículos, donde se fijó la composición de los consejos escolares, y no ha cambiado desde entonces. Los consejos escolares están formados, desde que estos existen, por un tercio de representantes del profesorado, un tercio de representantes de familias y otro tercio formado por la dirección, la jefatura de estudios y la administración educativa. Es decir, que el profesorado, además de contar con el tercio de los votos de sus representantes, dispone de la mayoría de votos en otro de los tercios. Además, en caso de empate en una votación, el voto de la dirección decide.
Queda claro que el consejo escolar siempre ha sido un órgano consultivo. Las decisiones, en realidad, se tomaban en el claustro. Su votación en el consejo escolar era un mero trámite.
La elección de la dirección de los centros estaba afectada por este mismo sistema, por lo que es una falacia que antes de la LOMCE la elección de las direcciones fuese más democrática. Con la actual normativa es la Administración la que decide sobre la dirección, pero es que anteriormente lo decidía el claustro (aunque formalmente la decisión la tomaba el consejo escolar, venía ya determinada). En realidad, el claustro también es un órgano de la administración, por lo que no se ha cambiado tanto. Quien ha perdido poder de decisión es el profesorado, no las familias. Las familias nunca lo han tenido.
En definitiva, para reivindicar el derecho constitucional de la participación de las familias en la educación no hay que tratar de derogar la LOMCE, es necesario cambiar la composición del consejo escolar, que la LOMCE nunca reguló. Una vez cambiada esta, podríamos ya entrar a discutir el tipo de decisiones que deben corresponder al consejo escolar.
Y si a ésto le sumamos que hay muchas ampas gestionadas por juntas directivas que las tienen secuestradas y que se quejan diciendo que «los padres y madres no participan» y precisamente ésto lo dicen continuamente y se lo dicen a esos pocos padres que damos un paso adelante y nos acercamos para echar una mano o proponer hacer más visible la figura del Ampa haciendo publicidad y entonces ésta nos responde que no hagamos nada en nombre del Ampa y nos ningunean si proponemos hacer grupos de trabajo para que todo aquel que pueda aportar sus conocimientos en una u otra cosa se sume al grupo que más le cuadre.
Y que hacemos los padres que ya hemos pasado por varios centros públicos de un mismo barrio, porque por encima de todo creemos en la «Educación Pública», que hay una Red perfectamente organizada e infranqueable que utilizan la figura del Ampa cómo chiringuito privado, donde sólo entra el que quiera dedicarse a las fiestas de carnaval o de navidad y bailarles el agua porque para gestionar la página web o contestar los correos que lleguen de los padres o simplemente pedir que nos expliquen las normas o mejor dicho los estatutos, nos ningunean y provocan una situación perfectamente orquestada para que parezca que es que somos padres conflictivos que no debemos estar ahí.
Y cuando vemos que precisamente los padres que hay en la Junta directiva y en el consejo escolar se van turnando entre ellos año tras año, por lo que al cabo de 8 años compruebas que han estado siempre los mismos y que los niños triunfadores del centro han sido sus hijos porque han comprado a alguna tutora corrupta con puesto fijo pero mala docente que forma parte del consejo escolar y han llegado a la conclusión de que lo mejor es segregar en el centro educativo, bien en grupos dentro del aula o bien metiéndolos en un aula a todos los conflictivos, para que no retrasen el avance de los que tienen menos dificultades, hacen ésto en vez de llamar a todos los padres y madres del Centro, informarles de las necesidades y acudir a manifestarse diariamente ante la Consejería de Educación, para que pongan más apoyo.
No, es más cómodo para todos que se segregue y así nadie tiene que molestarse en nada más, los míos están siendo bien atendidos, no doy problemas a la Dirección del Centro ni a las instituciones que están por encima de mi Ampa y ya está.
Las Ampas se han convertido en clubes privados que ni de lejos intentan promover la participación (ojo! que hay algunas que son un ejemplo de funcionamiento y que no sé porqué no se extrapola al resto de colegios públicos su forma de actuar), es más prefieren que haya pocos socios porque un Ampa pequeña es más fácil de manipular y si para conseguir ese objetivo hay que hacer bulling a ese par de padres despistados que se han acercado, pues se les hace y también a sus hijos.
Pues todo ésto pasa y esos padres que no admitimos esta situación nos encontramos solos y estigmatizados. Para esta situación no hay amparo ni ayuda. Pues así pasa que los padres más espabilados se han quedado con la gestión del Ampa, el consejo escolar y han montado una Red para que los recortes en la escuela pública no salpique a sus hijos y a los de las personas que usan como esbirros.
Quiero añadir porque los que me rodean siempre nos lo reprochan, que sé que las Ampas (bueno las Juntas Directivas de las Ampas) porque yo pertenezco al Ampa pero no soy nadie, hacen cosas, claro que hacen cosas, muchas cosas, seguramente muchas más de las que conozco yo ni el resto de padres y madres y ese es otro problema porque no lo publican, porque no se lo cuentan a los socios.
En fin una auténtica mafia, que existe por la grandísima ignorancia del resto de los padres y el miedo a que la tomen con sus hijos y ojo que esta gente que está en estas instituciones que se denominan públicas, encima van de progres. Estamos llegando a unos niveles de falta de ética muy preocupantes y nadie lo vé o nadie lo quiere ver.
Ésto sé que puede hacer daño a quien tenga algún cargo de responsabilidad en la Educación, pero es que parte del problema que estamos viviendo socialmente y políticamente es por culpa de las grandísimas carencias en la Escuela Pública y yo debería quedarme calladita en casa y no abrir la boca porque encima me llueven críticas por todas partes, pero es que me da mucha rabia ya que es la educación de mi hijo y de sus compañeros, del entorno donde él va a vivir, de la gente con la que va a tener que tratar…
Espero que se haga algún día una auditoría del funcionamiento de las Ampas en los Centros Públicos (colegios e institutos) y se comprueben Actas de Asambleas convocadas al año, cantidad de socios que han acudido a ellas, nombres de los representantes de las Juntas, temas tratados, medidas tomadas y porcentaje de socios que las han votado, renovación de miembros de Juntas y porcentaje de socios que los han votado y comprobación de si efectivamente dichos representantes se han renovado o se han cambiado entre ellos el puesto de representación y por supuestísimo y lo más importante de todo comprobar métodos utilizados de comunicación e información con los socios y si se han usado todos los necesarios para que llegue la información.
Espero que algún día, que no sea muy lejano se haga esta comprobación y empiece de verdad a funcionar la participación activa de TODOS los padres o la gran mayoría, en los centros educativos donde van sus hijos y van a pasar varios años, por que se genere un verdadero movimiento que les involucre y les anime a participar.