Por Carlos Martínez
Bulos siempre ha habido y siempre habrá. Siempre hay un “mentiroso cero” que se inventa o crea el bulo amparado por el anonimato, lo que es inevitable. Lo que sí debe ser objeto de análisis y discusión son las causas del porqué en determinados momentos, el bulo se expande cual coronavirus y en otras ocasiones, ese mismo bulo no se propaga.
Los bulos son un insulto a la inteligencia, pueden ser desmontados con una simple búsqueda en la Internet. Si se propagan y difunden es porque el receptor comulga con la ideología subyacente en el bulo y se lo quiere creer, sin importarle si es verdad o mentira. ¿Quién no recuerda el diálogo de la película Johnny Guitar de Nicholas Ray, en el que Sterling Hayden le dice a Joan Crawford: «Miénteme. Dime que me has esperado todos estos años«. A lo que ella responde: «Te he estado esperando todos estos años«?
No hay más fascistas por los bulos, sino que al vivir en una sociedad cada vez más derechizada crecen los bulos. Es la constatación de que la ultraderecha está ganando la batalla ideológica. La primera causa de este retroceso es que, desde la caída del socialismo soviético, se ha impuesto la ideología única capitalista que propugna como sus valores más importantes el individualismo y la competitividad. Esa ideología ha cimentado el modelo económico liberal, que desde principio de los ochenta del siglo pasado hasta el año 2008, ha supuesto una relativa prosperidad de EEUU y sus estados satélites. Cuando el sistema económico ha quebrado, tanto en el 2008 a consecuencia de una crisis cíclica del capitalismo como en el 2020 a causa del coronavirus, y abandonada en occidente la aspiración al socialismo, la única ideología que ha quedado como alternativa y crítica con el liberalismo ha sido el neofascismo. Vox es el partido que ha logrado sumar a muchos descontentos y perjudicados del sistema capitalista. No es que sean socialistas, sino que persiguen es retroceder a un capitalismo autárquico y nacionalista, al estilo del régimen franquista.
Además, me interesa destacar el papel de los medios públicos de comunicación para entender esta deriva reaccionaria. En el caso de España, desde que se restauró el régimen institucional burgués en el 78, los medios de titularidad pública tenían espacios que eran muy bien valorados por los sectores de población más a la izquierda. Recuerdo los programas en Radio 3, con Carlos Tena, Ferreras, Poblet… Programas en la televisión como La Clave, la Bola de Cristal… Abundaban los espacios con contenido cultural. Ya sabemos cómo despidieron a Carlos Tena de RTVE durante el mandato de González, pero el hecho es que tuvimos programas de los que disfrutamos durante esa época en la que había un monopolio televisivo.
Luego llegaron las televisiones privadas y posteriormente Internet. Cualquiera diría que con estos nuevos medios más dedicados al entretenimiento más vulgar, en las televisiones habría más espacio para la cultura y a una información más plural y objetiva. Pero no, todo lo contrario.
RTVE es una entidad cuyos contenidos son lamentables. En el ámbito informativo no se diferencia apenas de Antena3 o las televisiones de Berlusconi. No han dudado en lanzar bulos, falsedades e información sesgada para apoyar la intervención en Libia o para desprestigiar a Venezuela, Rusia o China. Arabia Saudita, Israel son regímenes mimados por los informativos públicos. Entiendo a los redactores jefe del grupo prisa quieran agradar a Amber Capital, el principal accionista de ese emporio, pero alguien me debería explicar el por qué unos periodistas de un ente público parece que estén a sueldo de cualquier multinacional norteamericana.
Por supuesto que la información económica de RTVE no pone en duda los dogmas del pensamiento único neoliberal. Además, faltan programas culturales y los que hay no interesan. Pero es que en el ámbito del entretenimiento, los espectadores del espectro de las izquierdas, prefieren La Sexta o de las televisiones de pago como Movistar del Grupo Telefónica. El Intermedio, Late Motiv, La Resistencia, Loco Mundo, deberían ser programas de la televisión pública. Si empresas privadas producen los anteriores contenidos es porque hay audiencia y, en consecuencia, beneficios.
Los bulos franquistas no deben ser combatidos desde medidas autoritarias de índole penal o administrativa, serían medidas de tipo boomerang que se volverían contra la propia izquierda, sino desde la recuperación de los principios y la firmeza ideológica de la izquierda. Para ello, contar con unos medios públicos independientes, de calidad y avanzados es imprescindible.
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