Las redes sociales nunca han sido amigas de la democracia. Esta afirmación podría ser sustraída de Zygmunt Bauman cuando expresó la inquietud que sentía al ver cómo, en la era de la modernidad liquida, las redes sociales actuaban como terreno idóneo de cultivo para el nacimiento de nuevas formas de control totalitario. Franco, Hitler, o Mussolini estarían alucinando si vieran la cantidad de cosas que hoy en día se puede hacer desde nuestras redes sociales. Facebook, Twitter, Instagram, WhatsApp…brindan la mano a todas aquellas personas que deseen censurar y aniquilar la opinión y el razonamiento de las personas que se desvían del nuevo pensamiento único.
Y es que, en el siglo XXI, la idea de mantener un debate serio (entiéndase por aquel en el que se establecen unos mínimos de razonamientos y evidencias) por las redes sociales aparece como una ilusión imposible. En la nueva era de la globalización comunicativa, el discurso y su retórica ya no tiene cabida entre nuestras nuevas formas de comunicación. El discurso argumentativo que otora existió se ha venido suplantando por la facilidad de unas afirmaciones que dicen ser discursos pero que únicamente están atestadas de argumentación falaz.
Si es que aún existe ese discurso. En cierto sentido, era usual utilizar las redes sociales como una herramienta comunicativa dónde compartir pensamientos, ideas o conocimientos, pero cada día, se vuelve más una idea utópica que una realidad alcanzable a medio-largo plazo. En su lugar, se ha dado cabida a multitud de imágenes vacías cuyo único propósito es entretener al espectador en su sillón, en la estación de tren, o en la sala de espera de un hospital. Lo que podría parecer una herramienta perfecta para comunicar ideas y pensamientos se ha convertido en el enemigo público número uno del pensamiento. En su lugar, se debaten las mayores tonterías del universo. Miles de tweets (con sus correspondientes RT’s y FAV’s) en torno a si la tortilla debe o no debe contener cebolla, o los menos honorosos debates en torno al quehacer cotidiano de ciertos famosetes denominados influencers.
Si durante la modernidad el contacto físico había sido la forma predominante de comunicación, en la posmodernidad lo será el contacto virtual
Podríamos afirmar, sin riesgo a cometer equivocación, que el neoliberalismo se ha aprovechado de manera sobresaliente del uso de las nuevas herramientas de comunicación. En vez de incentivar el debate, el acercamiento humano a posiciones ideológicas diferentes, se ha optado por la eliminación del pensamiento, y en caso de haber, se le condena al ostracismo intelectual.
Junto a esta nueva lógica de la comunicación, nace el espectro del nuevo neo-totalitarismo encubierto del progresismo liberal y socialista del siglo XXI. Esta nueva forma de pensar, muy acorde a los posicionamientos de la posmodernidad, que sostiene la hiperintegridad del individuo por encima de la discusión entre iguales. El nuevo neofascista se caracteriza por hacerse pasar por una persona de ideología progresista, que dice defender al oprimido frente al opresor pero que, sin embargo, rehúye de cualquier forma de crítica y autocritica. Identificar al neofascista es una tarea muy sencilla: solamente hace falta mantener un debate ideológico con esa persona, y en cuestión de minutos te habrá eliminado de sus redes sociales como un dictador lo hace con sus disidentes.
Las nuevas redes sociales generan cierta realidad. Cada nueva forma de comunicación lleva consigo la creación de nuevos marcos cognitivos de referencia, de nuevas formas de administrar el tiempo, nuevos métodos de conexión entre humanos. Es una realidad más, en la que estamos la mayor parte de nuestro tiempo insertos. El nuevo totalitarista te mata en su realidad. Para él, ya no existes. No tienes forma de comunicarte. No tienes forma de dar tus argumentos, ni el “derecho” a ser escuchado y reclamado. Directamente, esa opción queda eliminada de tu universo de posibilidades.
Los movimientos sociales revolucionarios deben ser precavidos en cuanto al nacimiento de un nuevo fenómeno que amenaza con eliminar todo pensamiento crítico y subversivo.
Por si no fuera poco, el acercamiento físico entre humanos se encuentra en grave peligro de extinción. Recordando la figura del filosofo mencionado al principio, Bauman sostiene que en la era de la posmodernidad las relaciones humanas atraviesan una fase de trasformación. Si durante la modernidad el contacto físico había sido la forma predominante de comunicación, en la posmodernidad el contacto virtual será la nueva forma predominante de comunicación entre seres humanos. Aunque su afirmación va cargada en forma de distopía, parece ser que cada vez pasamos más tiempo comunicándonos por redes sociales que cara a cara. Al menos, así lo afirma RTVE.
En este contexto, donde la única realidad es la virtual, el neofascista te elimina de la vida. Ya no es capaz de argumentar nada contigo, o bien no desea hacerlo. He aquí otro de los problemas. Si el estar cara a cara de obligaba a mantener una cierta disciplina corporal y metal, al eliminar el acercamiento físico, se elimina la disciplina incorporada a ella. Ya no estás obligado a contestar con cierta cortesía a la otra persona, simplemente pasas de ella por pereza. Desde el otro lado de la pantalla se elimina, además, todo aquello que nos hace humanos. El lenguaje corporal, tan característico del comportamiento psicológico, queda totalmente eliminado. De la misma manera que lo hace todas las formas de disciplina y educación elementales para la vida en sociedad.
Bauman expresó la inquietud que sentía al ver cómo las redes sociales actuaban como terreno idóneo de cultivo para el nacimiento de nuevas formas de control totalitario.
Por tanto, las condiciones materiales y sociales para el surgimiento de un nuevo totalitarismo que elimina el pensamiento se están llevando a cabo. Los movimientos sociales de carácter revolucionarios deben estar precavidos en cuanto al nacimiento de un nuevo fenómeno que amenaza con eliminar todo vestigio de forma de pensamiento crítico y subversivo. Entre sus filas, se pueden encontrar oportunistas revestidos de progresistas que son mas franquistas que el propio Franco. En tanto, es el momento idóneo de repensar modelos y alternativas reales de hacer llegar a las masas el conocimiento, porque el futuro así lo requiere.
no todas las redes sociales son malas. lo son aquellas que usan algoritmos de filtrado, aquellas que están enfocadas en crear ruido antes que comunicación, y encima lucrarse con los datos de las personas. Ahí va facebook, instagram, twitter y whatsapp, pero OJO, si hay redes buenas, investiga sobre las redes libres y sobre el fenómeno que ocurre en los servidores mastodon. –> https://es.wikipedia.org/wiki/Mastodon_(red_social)
Hola a tod@s.
La solución está en demostrar las razones que tenemos, pero sobre todo en un análisis más profundo, con el mayor número de datos posibles, -entiendanse los datos como situaciones sociales reales, no números- a partir de los cuales podemos constatar nuestras razones y desde luego recordar los msles de esos fascismos
Recordarles que fueron los responsables de la segunda guerra mundial con 60 millones de muertos, y la separación de Europa en dos bloques