«Nunca jamás lo habría hecho en una lápida cualquiera, pero al ser la lápida de un dictador…», reconoció el artista.
Javier F. Ferrero
La Audiencia Provincial de Madrid juzgó este viernes al escultor gallego que pintó en octubre de 2018 una paloma en la tumba del dictador Francisco Franco en el Valle de los Caídos, hechos por los que se enfrenta a una petición fiscal de un año de cárcel.
El representante del Ministerio Fiscal le imputa un delito contra la libertad de conciencia y reclama que indemnice a Patrimonio Nacional del Real Sitio de San Lorenzo de El Escorial en la cantidad de 833,41 euros «por los daños y perjuicios causados».
Tenreiro ha defendido este viernes ante el juez que el motivo de su acción fue protestar por la presencia de los restos del dictador en un mausoleo «dedicado a los caídos de la Guerra Civil».
La tumba de Franco en dicho emplazamiento suponía un «anacronismo absoluto», según las palabras del artista. «Nunca jamás lo habría hecho en una lápida cualquiera, pero al ser la lápida de un dictador, creo que está justificado», ha dicho durante el juicio oral. También ha declarado, a preguntas de la Fiscalía, que «jamás» tuvo intención de interrumpir la misa que comenzaba minutos después de su acción.
«He ido a colegio de curas toda mi vida y tengo respeto por la Iglesia», ha añadido. «Me enteré de que había misa cuando vi a los curas; no lo sabía antes», ha apostillado. «Si yo hubiera querido interrumpir una misa, me hubiera sentado en un banco y la habría interrumpido».
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