Las torturas infringidas a Eduardo Serra le dejaron graves secuelas, a pesar de lo cual fue internado en la Cárcel Modelo de Valencia, donde padeció diez largos meses, en los que desarrolló un cáncer, con pocas expectativas de vida, por lo que luchó para lograr la libertad condicional, para morir rodeado de su familia.
Por Angelo Nero
El 23 de enero de 1977 comenzó la Semana Negra de Madrid, con el asesinato, por parte de un grupo de ultraderechistas, del joven Arturo Ruíz. Al día siguiente, los GRAPO, como respuesta -según afirman en un comunicado- secuestran al presidente del Consejo Supremo de Justicia Militar, el teniente general Emilio Villaescusa Quilis. Esa misma mañana, en una protesta por el asesinato de Arturo, un policía dispara a bocajarro un bote de humo a la cara de la estudiante María Luz Nájera Julián, causándole la muerte. Por la noche de ese mismo día, 24 de enero, otro comando ultraderechista irrumpe en un despacho laboralista de Atocha, y asesina a cinco personas, tres abogados, Enrique Valdelvira, Javier Sauquillo y Luis Javier Benavides, el estudiante Serafín Holgado y el administrativo Ángel Rodríguez, todos ellos miembros del Partido Comunista de España (PCE) y de CCOO.
Mientras eso sucedía en Madrid, esa noche, en Valencia, Eduardo Serra Lloret, un joven militante del PCE (m-l) de Xátiva, moría por las secuelas de la tortura brutal a la que le había sometido el Jefe de la Brigada Político Social, Benjamín Solsona Cortés, un falangista conocido como El Galletas. El joven había sido detenido a finales de 1975, en los estertores de la dictadura, acusado de colaborar con el FRAP, y durante paso por la Jefatura Superior de Policía de Valencia pasó por las manos de Solsona, que ya se había ganado una siniestra fama entre los estudiantes, el 23 de abril de 1973, durante un estado de excepción, una treintena de universitarios fueron detenidos y conducidos a las dependencias de la BPS, donde fueron sometidos a atroces torturas por los hombres del Galletas, la mayoría pertenecían a la estructura universitaria del Partit Comunista del País Valencià, que quedó prácticamente desmantelada.
Las torturas infringidas a Eduardo Serra le dejaron graves secuelas, a pesar de lo cual fue internado en la Cárcel Modelo de Valencia, donde padeció diez largos meses, en los que desarrolló un cáncer, con pocas expectativas de vida, por lo que luchó para lograr la libertad condicional, para morir rodeado de su familia. Sólo sobrevivió un mes fuera de los muros de la prisión, y el 24 de enero de 1977 falleció. Fue una víctima más de aquella Semana Negra, y de esa Transición Sangrienta que se llevó la vida de muchos jóvenes antifascistas como él, cuyos nombres no han sido recordados como se merecen.
El día 25 de enero, en Xátiva, se celebró el entierro de Eduardo Serra, en medio de una desproporcionada presencia policial, que impidió la exhibición de banderas republicanas en su féretro.
Benjamín Solsona pasó por la Jefatura Superior de Bilbao, de 1980 a 1982, después pasó a la Jefatura Superior de la Policía de Baleares, hasta 1988, y se jubiló, ya durante el gobierno del PSOE, como Jefe Superior de Policía en Canarias. En 2014 una decena de sus víctimas se sumó a la Querella Argentina, y la jueza Servini ordenó la detención de Solsona, a efectos de su extradicción a Argentina para tomarle declaración como imputado, junto a otros acusados en la causa, entre ellos a Rodolfo Martín Villa y a José Utrera Molina, ex secretario general del Movimiento. La justicia española impidió su extradición.
Juan José López Hernando, una de las víctimas de Benjamín Solsona, narró así las torturas a las que fue sometido: “El 23 de abril de 1971, durante el Estado de Excepción en que se suspendió parcialmente el Fuero de lo Españoles, fui detenido en Valencia por la Brigada Político Social, la policía política del franquismo, acusado de asociación ilícita –pertenecer al Partido Comunista de España- y propaganda ilegal –difundir escritos contra la Dictadura de Franco-, permanecí incomunicado 19 días en comisaría, siendo interrogado, sufriendo golpes en la cabeza y el cuerpo, patadas, empujones y amenazas hacia mi y mi familia de los policías Benjamín Solsona, Jacinto López Acosta, Manuel Ballesteros, Ángel Castellanos y otros. Ingresé en la cárcel modelo de Valencia el 11 de Mayo de 1971, denunciando ese día ante el Juez de Instrucción y el Abogado Fiscal que mi declaración policial se produjo por los malos tratos de la policía. Presenté denuncia contra los policías que me torturaron ante el Juzgado de 1ª Instancia nº 3 de Valencia. Permanecí en la Cárcel Modelo de Valencia hasta el 6 de julio de 1971, al salir en libertad provisional.”
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