Editorial Nueva Revolución: Fascismo y capitalismo, no pasarán

Cuatro balas. Eso es lo que ha recibido Pablo Iglesias en plena campaña electoral. Seguimos desconociendo la autoría de gran macabro mensaje, la desconocemos y probablemente  aunque investigue la Guardia Civil, aunque lleguemos a saber algún nombre, algo pasará… Como en la Operación Panzer. Da igual, amenazar o incluso llegar a pegar palizas a gente de izquierdas la mayor parte de las ocasiones sale gratis. No nos equivoquemos,  Franco lo dejó todo atado y bien atado. Seguimos “gozando” de un país en el que el fascismo está en todas las instituciones: en la policía, pero también en los juzgados. Estamos solos ante esto y solo organizados y de una forma firme podremos poner fin a esa sombra fascista que nos sigue amenazando, a esa sombra fascista que sigue impregnando cada uno de nuestros pasos. Y es que por mucho que intentemos fingir que vivimos en democracia, en la mayoría de las ocasiones no es así. Todos sabemos de que pie cojea esta supuesta democracia, todos sabemos que no es lo mismo una pequeña actuación de unos titiriteros o de unos chavales en un bar de Altsasu, eso siempre será considerado terrorismo, mientras tanto la ultraderecha puede amenazarnos, la ultraderecha pues poner nuestros nombres en carteles, la ultraderecha puede perseguirnos en redes sociales y nunca pasará nada. Y si pasa, algún juez se encargará de que el castigo sea leve. Ya basta, ya basta de fingir, ya basta de este sainete trágico. Tenemos que poner fin a esto.

No, no es lo mismo el fascismo que el comunismo. No es lo mismo ahora y no ha sido lo mismo nunca. El comunismo ayudó a derrotar en la Segunda Guerra Mundial a esa locura en la que nos había inmiscuido el capitalismo en crisis. Y es que debemos tener esto siempre claro: el sistema capitalista siempre utilizará a sus matones cuando los beneficios empiecen a menguar, cuando las clases trabajadoras empiecen a rebelarse hartos de soportar condiciones insufribles y esto es lo que está sucediendo. Desde 2008 los cimientos de Europa se tambalean, pero también los del mundo. Hemos visto a Trump, hemos visto a Bolsonaro, pero también sufrimos aquel Amanecer Dorado en Grecia, que no se acabó por las negociaciones de Europa. No, Europa solo quería vender islas, apretar a los griegos y hacerles llegar a una realidad tan trágica, en la que una esvástica volviera a significar esperanza. Fue la población organizada la que salió a las calles, fue la acción directa la que puso freno al fascismo. Y eso ha pasado siempre, siempre.   En Suecia, fue también la izquierda organizada, esos a los que aquí llaman ultras, los que expulsaron al movimiento neonazi de sus calles. Y no, me da igual lo que diga Ana Rosa, Inda, Ferreras o cualquier otro, socialismo y comunismo no son lo mismo. Solo un ignorante podría atreverse a decir eso. La bandera comunista ondeando en Berlín, supuso libertad. Las tropas comunistas, las tropas de la unión soviética, liberaron a los campos de concentración que el fascismo había creado. Mientras las empresas europeas, también estadounidenses, del mundo capitalista en general, y alguno de esos líderes, como Churchill, aplaudían en surgir del fascismo, cuando a lo que temían verdaderamente era al proletariado organizado. Ahora de nuevo nos encontramos en el estado español esos mismos mensajes, esas amenazas, esos nombres de gente de izquierdas puestos en la diana.

Y lo siento, pero no lo vamos a permitir. No hace falta que te caiga bien Pablo Iglesias, no hace falta que le des tu voto, pero necesitamos mostrar solidaridad con aquellos que se sienten amenazados, porque es lo único que tenemos, es la única forma de ponerle fin al fascismo. Y lo vamos a hacer. No lo duden. Pese a todas nuestras diferencias, pese a nuestras críticas, porque no es malo ser crítico dentro de la izquierda, pese a todo ello, estamos codo a codo con Pablo y con cualquier otro que se sienta amenazado. Pero solo pedimos una cosa, que ellos estén con nosotros codo con codo, cuando tenemos que desarrollar medidas sociales que pongan fin a la precariedad, al paro, a las estafas de las grandes multinacionales, a los desahucios, al hambre… Debemos ponerle fin a eso, porque si no le ponemos fin a eso, será imposible ponerle fin al fascismo. Se alimentan de la miseria, se alimentan de un engranaje político dispuesto a medida para ellos. Controlan gran parte de los medios de comunicación, controlan gran parte de la gran burguesía y se nutren del miedo. Así que no les tengamos miedo, seamos valientes. Volvamos a tejer una red de solidaridad, acción directa, pero también una red política capaz de arrebatarles todo eso que ellos tienen. Necesitamos tomar el poder, necesitamos cambiar este sistema y demostrar  que el socialismo es la única vía para ponerle fin al fascismo, ¡No pasarán!

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