Editorial Nueva Revolución: Elecciones madrileñas

 

Nunca antes hemos votado tanto, para decidir tan poco. Tras una sorpresiva maniobra, más propia de una tarde de dominó que del ajedrez político, los ojos que Ciudadanos había puesto sobre el poder en Murcia, finalmente han terminado, sin excepción, centrados en el juego de tronos madrileño. Por otra parte, nada extraño, es todo un clásico de la política española. Superado por tanto, el tradicional hastío inicial y centrados ya en las piezas que a esta hora se distribuyen sobre el tablero, la primera reflexión que me viene a la mente, es la increíble capacidad de las democracias burguesas para transformar, sibilinamente, pero ante nuestra atenta mirada, la representación parlamentaria en un mero espectáculo de popularidad.

Pablo Iglesias, Isabel Díaz Ayuso, Mónica García, Iñigo Errejón, Rocío Monasterio, Santiago Abascal, Irene Lozano, Toni Cantó, incluso Kamala Harris en versión española, por ahora sin capacidad para intentar erradicar a otros pueblos fuera de la península. Las caras que participaran en las elecciones madrileñas el 4 de mayo son muchas, pero las alternativas son en realidad escasas.

Comunismo o barbarie dice el lema de campaña del Partido Popular madrileño, capitalismo cuqui o la amenaza ultra, dicta la realidad. Durante cuatro años el Madrid de Manuela Carmena no fue otra cosa que un curioso viaje iniciado el mayo del 68 en Francia y terminado abruptamente en una plaza de la capital española, aunque muchos se nieguen todavía a verlo. La izquierda acomodada, la revuelta pija, el anticomunismo disfrazado, todo ello supuso la traición definitiva a las clases trabajadoras y sus justas reivindicaciones.

Desconocen en Vallecas o Carabanchel la diferencia entre la pobreza y el paro verde o morado, desconocen, si es que existen ya, las alternativas electorales a la barbarie. En unas elecciones en las que Pablo Iglesias pretende salvar a su propio partido y Toni Cantó hace lo mismo con su cartera, me siento incapaz de asegurarles que exista una solución en las urnas para la clase trabajadora. Si deciden votar, háganlo a aquellos que su corazón sitúe más a la izquierda, si deciden no hacerlo, será comprensible. Sea como sea, organícense, luchen y desalojen más pronto que tarde a la criminal derecha madrileña y a la inepta de Ayuso. Todos se lo agradeceremos.

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