Economía política y política económica en una España sin plan

Por Alberto Vila

Por Economía Política se entiende a los estudios interdisciplinarios que se apoyan en la sociología, la antropología, el derecho y la ciencia política, para explicar cómo las instituciones y los entornos políticos influyen sobre la conducta de los llamados “mercados”. De aquí que la economía política estudie las relaciones que los individuos establecen entre sí para organizar la producción colectiva, particularmente aquellas relaciones, y sus tensiones, que se establecen entre los dueños de los medios de producción y entre quienes no los poseen. Esas tensiones son objeto de estudio interdisciplinar. Así, en la ciencia política, el término se refiere principalmente a las teorías liberales, marxistas o de otros tipos alternativos que se ocupan del estudio de las relaciones entre la economía, entendida como la administración de los recursos escasos, y el poder político que debe gestionarlos dentro de los estados. Precisamente allí, en las prioridades del uso de los recursos escasos, radica el conflicto en el que estamos cuando la derecha y ultraderecha española prefieren aplicarlos al beneficio corporativo y, por el contrario, la izquierda los dedica a la salvaguarda de los ciudadanos de este país llamado España. Por eso votaron en la Eurocámara, contra de la mutualización solidaria de la deuda en la que incurriremos para salvar a las personas del impacto económico de esta crisis pandémica. Recordemos que ese es el conflicto que rompió con la estructura de poder surgida de los originales Pactos de la Moncloa luego del 15M. Podemos expresó esa realidad. Desde entonces Podemos es el objetivo a destruir.

Para muchos, por tanto, la Transición se concibió como un plan de concentración económica que consolidase el statu quo de las camarillas que habían medrado en torno al franquismo. Dicho así, toda nuestra historia, desde la desaparición del sangriento dictador, es bastante menos patriótica de lo que nos han contado quienes redactaron aquel relato. La escandalosa conducta de la monarquía así lo atestigua. En ese proceso, todas las energías y creación de riqueza producidas en este país quedaron subordinadas a la evolución y supervivencia de ese puñado de corporaciones, que se fueron configurando y que constituyen buena parte del llamado IBEX35. El interés general, la calidad de vida de la ciudadanía española y sus expectativas, fueron sometidas a la evolución de los planes estratégicos de dichas corporaciones. Se estableció como dogma que España era lo que la cúpula de dichas corporaciones tenían como prioridades. Por tanto, ser español era responder a los planes establecidos por las empresas nacionales. De hecho, los gobiernos fueron respondiendo a dichos intereses. No hacerlo sería romper España. Todo funcionaba de acuerdo a tales condiciones hasta que, sobre 2008, el ladrillo y los productos tóxicos hicieron volar por los aires al modelo establecido. Así, en torno de aquél capitalismo desarrollado a la sombra de la llamada Guerra Fría, se forjó el papel de España como actor secundario en esa comedia bautizada como Unión Europea. En donde se puede apreciar que prevaleció la Europa de los Mercados en desmedro de la Europa de las Personas. Esta crisis sanitaria deja en evidencia tal subordinación.

Establezcamos ahora, que la Política Económica se ocupa de llevar a cabo las acciones y decisiones que las autoridades de cada país toman dentro del ámbito de su actividad económica. A través de dicha gestión, entonces, se pretende controlar la economía del país para proporcionar estabilidad,  crecimiento y progreso económico, según sean sus prioridades políticas, estableciendo las directrices para su buen funcionamiento. Así, a medida que un gobierno va estableciendo una determinada política económica, se encarga del control de los diferentes factores económicos importantes en la vida del país, como los presupuestos del estado o el mercado laboral. Por así decirlo, el Estado conduce la economía política de su territorio con las herramientas de la política económica para construir una economía de sus recursos destinada a las personas o a las corporaciones. No es igual, entonces, defender el crecimiento como objetivo, exclusivamente cuantitativo, que propiciar el progreso, que suma al crecimiento la calidad del desarrollo de las personas. Véase la gestión medioambiental de Madrid o Andalucía.

Este es el núcleo del conflicto que ha llevado a revisar el modelo de Política Económica creada desde la Transición. Pero, los ciudadanos han advertido que la ausencia de un plan nacional que los proteja y compense por sus esfuerzos ha venido para quedarse.

Los que rompen España son aquellos que siguen protegiendo el modelo que se ha basado en lucrarse de la Sanidad, la Educación, la Dependencia y la contratación pública, respondiendo al beneficio de las corporaciones, en lugar de atender a las necesidades generales de las personas. No es admisible que los beneficios de las corporaciones se radiquen en paraísos fiscales, eludiendo su participación responsable en la recuperación nacional luego de la actual crisis sanitaria.

Que no te engañen. De eso debe ir el Plan de Reconstrucción. Del defender a la España de las personas por encima del de las Corporaciones.

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