Economía circular e igualdad

Un diagnóstico previo parece algo obvio cuando se habla de diseñar una estrategia, pero no siempre se hacen o no se hacen de forma rigurosa, muchas veces se busca más el mero anuncio político o sumarse a una moda pero sin llegar a interiorizar los objetivos de las estrategias que se pretenden poner en marcha.

Por Mª Ángeles Castellanos, economista

No somos inmunes al cambio climático y existen límites ambientales que no se pueden ignorar, en este marco se plantean alternativas para hacer frente a estos retos.

Entre estas alternativas está la economía circular.

En la Web del Parlamento Europeo definen la economía circular como un modelo de producción y consumo que implica compartir, alquilar, reutilizar, reparar, renovar y reciclar materiales y productos existentes todas las veces que sea posible para crear un valor añadido. De esta forma, el ciclo de vida de los productos se extiende.

También señalan que este modelo contrasta con el modelo económico lineal tradicional, basado principalmente en el concepto “usar y tirar”, que requiere de grandes cantidades de materiales y energía baratos y de fácil acceso.

Pasar de una economía lineal a una circular, requiere de un proceso de transición progresivo y esta transición parece ser clave para las estrategias de desarrollo planteadas por distintas administraciones.

En este marco, el Servicio Público de Empleo (SEPE) través del Observatorio de las Ocupaciones, elaboró un estudio prospectivo de las actividades económicas relacionadas con la economía circular, en el que se abordan cuestiones como la situación y evolución del mercado de trabajo en estas actividades. El estudio también aborda las perspectivas de futuro, las innovaciones, las ocupaciones con mejores previsiones o las necesidades formativas de esta economía circular.

Este estudio se planteaba como objetivos identificar ocupaciones en las que va a haber necesidades de empleo, las competencias que necesitan estos empleos, así como el análisis de la oferta formativa para satisfacer las necesidades formativas que requieren estos empleos.

El estudio señala que la transición hacia la economía circular generará grandes oportunidades económicas y empresariales que propiciarán la creación de empleos, ocupaciones y líneas de negocio nuevos.

Por tanto, si existe un espacio desde el que avanzar en sostenibilidad y en creación de empleo es bastante interesante un estudio como el planteado por el SEPE.

En el informe “Situación y evolución de la economía circular en España” publicado por COTEC, se recoge que según estimaciones de la Comisión Europea si se aplica toda la normativa vigente en materia de residuos se crearán más de 400.000 empleos en la Unión Europea, de los cuales 52.000 le corresponderían a España. Sin duda, son cifras importantes.

También COTEC, señala en otro de sus informes que en ocasiones, las estrategias de economía circular se desarrollan sin un diagnóstico previo y se limitan a poner en marcha medidas adoptadas en otros entornos poniendo así en peligro su eficacia dado que no están adaptadas a la realidad propia de cada lugar.

Un diagnóstico previo parece algo obvio cuando se habla de diseñar una estrategia, pero no siempre se hacen o no se hacen de forma rigurosa, muchas veces se busca más el mero anuncio político o sumarse a una moda pero sin llegar a interiorizar los objetivos de las estrategias que se pretenden poner en marcha.

Y aún siendo serios los diagnósticos previos, la perspectiva de género no siempre está presente.

Según un análisis del Boston Consulting Group, tal y como están diseñadas hoy las estrategias de mitigación y adaptación al clima, estas podrían retrasar la consecución de igualdad de género entre 15 y 20 años.

En otras palabras, si no se aborda el impacto del cambio climático en las mujeres, la equidad de género en 2030 volverá a estar donde estaba en 2010.

Las políticas climáticas deben incorporar la perspectiva de género y deben partir de diagnósticos previos elaborados con esta perspectiva de género.

Hay un estudio realizado por RED2RED en 2020 para el Instituto de la Mujer titulado “Género y Cambio Climático. Un diagnóstico de situación” que muestra cómo las causas y efectos del cambio climático afectan de forma diferente a mujeres y hombres, y realiza un análisis con perspectiva de género de las políticas climáticas.

En las conclusiones del informe señalan que este fenómeno climático no es neutral al género viene demostrado por varios indicadores: las cifras de refugiadas climáticas, el incremento de la vulnerabilidad en las niñas, la provocación de mayores efectos en la feminización de la pobreza protagonizando las situaciones de pobreza energética, etc. Se demuestra también a la hora de analizar los distintos hábitos de consumo y de movilidad de mujeres y hombres que generan un diferente impacto sobre el medio ambiente. Y, además, se aprecian diferencias en la concienciación sobre la responsabilidad de luchar contra el cambio climático y, cómo no, en la posibilidad de alzar la voz y decidir acerca de las políticas que deben atender a este problema.

En la parte de recomendaciones hablan la de incorporar los derechos de las mujeres como prioridad horizontal en los fondos que financian la política medioambiental, así como el empoderamiento, el emprendimiento o cualquier otra medida de acción positiva, debe tenerse en cuenta la incorporación de la transversalidad de acción contra el cambio climático.

Como señala el estudio, el cambio climático no es neutral al género, y tampoco lo son las soluciones que se están adoptando para mitigarlo, y no lo son porque las mujeres están subrepresentadas en la economía verde, en la economía circular y por tanto, en la medida en la que son estas actividades las que se promocionan, las mujeres parten con desventaja.

Y podemos poner cifras a esta desventaja, volviendo al informe del SEPE, en el apartado en el que analizan el mercado de trabajo, se muestran datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), de afiliación a la Seguridad Social o de contratación en las actividades vinculadas a la economía circular, desagregando estos datos por sexo.

En el apartado de ocupación EPA el informe señala que hay 688.100 personas ocupadas en estas actividades de la economía circular de las cuales tan solo el 16% son mujeres.

Estiman que la tasa de paro en el sector es del 4,86% para los hombres y del 6,7% para las mujeres.

Los datos de afiliación a la Seguridad Social muestran también la subrepresentación de las mujeres en la economía circular, una actividad en la que solo representan el 20% de la afiliación.

Los datos de contratación no son mejores, apenas el 24% de los contratos los firmaron mujeres.

Es evidente la subrepresentación de las mujeres en las actividades vinculadas a la economía circular, pero además también son muy minoritarias si hablamos de formación en las cualificaciones profesionales relacionadas con esta economía.

Muchas de las actividades vinculadas con la transición climática requieren perfiles con formación en ámbitos científicos y tecnológicos, unos ámbitos en los que las mujeres tienen menos presencia.

En el estudio “Radiografía de la brecha de género en la formación STEAM” de la Unidad de Igualdad del Ministerio de Educación y Formación profesional señalan que en el curso 2019/20 la presencia de mujeres en la FP en las familias profesionales vinculadas al ámbito STEAM era del 10,18% y del 25,37% en el caso de las Universidades Públicas.

Por tanto, economía circular sí, pero con perspectiva de género, corrigiendo las desigualdades de partida a las que se enfrentan las mujeres para evitar que el desarrollo sostenible se convierta en un paso atrás en igualdad.

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