Dos países con más películas que Hollywood (y otros tantos de regalo)

Jose Aurelio Atenza

 

Todos alguna vez hemos salido del cine con una sensación de haber perdido el tiempo y el dinero. Durante muchos años, y no hace tanto de ello, se ha dicho aquello de que el cine español era una basura. Algo que sigue sosteniendo mucha gente, pero que películas como Celda 211 o La isla mínima terminaron, con un tiro a bocajarro, callando las bocas de los proselitistas a los que tanto les gusta reducir el trabajo de cientos de personas a una valoración preconcedida.

Otras tantas veces hemos huido del cine, o entrado en el mismo al preconcebir a una película con el término “americanada”. Quizás la mayor expresión de esta palabra sea la saga de Transformers, una serie de películas basadas en una obra anterior que tenía todo para triunfar, pero que luego en pantalla apenas dice nada, que son muchos efectos especiales pero nada más allá y aún así, consigue tantos millones que hace más y más entregas. Y es que el cine estadounidense ha sido y sigue siendo el único que llega al gran público.

¿Pero y si os contásemos que actualmente Hollywood es la tercera industria cinematográfica del mundo? Pero antes de ir al grano, conozcamos las grandes industrias por continentes.

Oceanía

En 1993, un grupo de jóvenes comienza a recorrer una breve travesía en el desierto cinematográfico que era Nueva Zelanda. Un año antes, Peter Jackson rompe con el silencio internacional de las antípodas con Braindead: Tu madre se ha comido a mi perro, una película de zombies con escaso presupuesto que revoluciona el cine gore y humorístico en todo el mundo (Como curiosidad hay que mencionar que “Fernando” el perro que da sentido a nombre de la película en castellano debe su nombre a Fernando Trueba). Nueve años después rodaría la saga que más Oscars tiene en la historia de estos premios: El señor de los anillos.

Cartel promocional de “El Retorno del Rey”

Tras el gran éxito de Jackson con una de las mayores superproducciones de la historia, el resto de esa “generación del 93” se agrupa en una misma empresa, Weta Workshop, que si bien sigue produciendo los filmes de los directores neozelandeses, se especializan en la elaboración los mejores efectos especiales del mundo actualmente: siendo responsables de sagas y filmes como Las Crónicas de Narnia, El hobbit, Los Vengadores: Infinity War, Master and Commander o Avatar.

Latinoamérica

Al contrario que en el caso de Hollywood, la hegemonía cinematográfica de Tijuana para abajo no está tan concentrada en un sólo país y en una sola ciudad. Si pensamos en cine latinoamericano reciente, lo más probable sea pensar en Roma, la película mexicana que este año triunfó en los Oscars a falta del premio a mejor película, pero mucho más allá del reconocimiento de unos norteamericanos pijos ofrecen de vez en cuando a los vecinos que desprecian, el cine en toda América Latina tiene una gran regularidad y un peso que, si no cruza fronteras con tanta facilidad, cuando lo hace pone patas arriba todos los círculos de aficionados al séptimo arte. Dos películas que han sido paradigma de esta situación son la brasileña Ciudad de Dios que narra la historia real de un niño nacido en las favelas que terminará convirtiéndose en el primer fotoperiodista en documentar esa realidad; y la venezolana El libertador que narra la historia de Simón Bolívar y los primeros pasos de independecia del continente.

Escena clave para la trama de “Ciudad de Dios” en la que los narcotraficantes de las favelas posan a cámara

Si bien es verdad que en algunos países actualmente no hay una gran apuesta por el cine nacional como es el caso de Ecuador, Puerto Rico, o Paraguay, donde ni siquiera existe un Instituto de cine Nacional ni un reconocimiento de este arte en las leyes promulgadas por el Ministerio de Cultura, esta situación es diametralmente opuesta en otros países vecinos como Argentina, que supone una de las mayores producciones del continente, Uruguay, o Chile, que tras la quiebra de su empresa nacional de cine en los años 60, actualmente goza de un “boom” de cantidad y calidad que puede llevar al país a liderar los números y el rumbo del continente.

Europa

El cine nace en Europa, y este hecho marca una serie de pautas que aún repercuten en todo el mundo, pero mucho más en el viejo continente. La principal diferencia sistemática del cine europeo con el norteamericano es que si este último es una obra colectiva en la que el productor a veces manda más que el director o el equipo técnico puede influir en un cambio de perspectiva, el cine europeo se concibe con el sistema de la música clásica: la ópera es la obra de su compositor y la película es la obra de su director.

Prácticamente todos los países europeos tienen una gran producción y escuelas de cine. Los países más prematuros en esto fueron los de siempre Francia, Alemania, Reino Unido. Un caso no tan inmediato, pero que supuso una revolución en el cine mundial es Italia que con autores como Fellini, Pasolini o Bertolucci cambiaron las reglas de estructura y argumento de distintas maneras. Desde mostrar llevar el cine al neorealismo en cintas como Roma, ciudad abierta, hasta aunar el realismo mágico latinoamericano a la narrativa en éxitos de taquilla y crítica como El último emperador.

La siguiente gran revolución del cine europeo vino de países menos conocidos, los nórdicos. En 1995 los directores daneses Lars von Trier y Thomas Vinterberg redactan un manifiesto estético llamado Dogma por el cual defienden rehuir de los efectos especiales llevando al cine a sus estructuras originales de historia, actuación y tema. Si bien el manifiesto terminó cayendo en 2005 y ambos directores entraron en un nuevo modelo de cine en el que se permitieron cierta hibridización, cuya mayor expresión fue la trilogía de la depresión de Von Trier: Anticristo, Melancholia, y Nymphomaniac. El resto de países norteuropeos no volvieron a filmar igual.

 

Sintetización fotográfica de la trilogía de la depresión.

Asia

El contiene asiático es extremadamente plural, desde el punto en el que existe una división irresoluble sobre si considerar al cine de Mongolia como europeo o asiático. En otro sentido latitudinal, casos como los de Corea del Sur, China o Japón siguen suponiendo una influencia cultural innegable en todo el mundo, o el caso de Irán que en medio de la complicada situación geopolítica que corre al país, ha conseguido realizar películas como Las tortugas también vuelan que han cambiado ciertos paradigmas en el cine europeo. Sin embargo ninguno de estos países suponen rival para la mayor industria de cine a nivel mundial, que es India.

Restauración a color de una escena de “El más grande de los mogoles”, uno de los mayores éxitos de cine indio

Desde 1970 el gobierno y las empresas privadas consolidan en Bombay un enorme gusto por la narración audiovisual, cubriendo múltiples géneros siendo los más exitosos el cine épico, los romances y los dramas sociales. Si bien el cine indio no es fácil de ver desde una perspectiva occidental, por el choque cultural de las actuaciones y las canciones, pero aún más por que la media de duración de una película en la India es de tres horas con un descanso a la mitad. Actualmente Bollywood produce más de mil películas al año, con éxitos internacionales como La vida de Pi o Slumdog Millonaire, una media con la que ha conseguido superar en casi cincuenta años todos los números hechos por Hollywood fuera de las taquillas.

África

Si bien en el continente africano no se dan las mejores condiciones para financiar grandes superproducciones y muchos países tienen por desgracia conflictos internos que impiden la vida más allá de un sentido estricto de subsitencia, el cine se ha abierto paso de una manera asombrosa en un lugar inesperado: Nigeria.

Actualmente el país africano es la segunda potencia mundial en producción de películas, superando a Hollywood en tan sólo 13 años. La Corporación del Cine Nigeriano defiende la falta de presupuesto como una de las grandes razones de tal éxito, ya que no es ninguna noticia que la voluntad de hacer cine y la tenencia de los medios supera muchas veces la escasez de financiación. Si bien el cine nigeriano tampoco es algo fácil desde una persepctiva occidental, dada la mala calidad de ciertos elementos, si el espectador está suficientemente curtido en cine para que esas escaseces no lo aparten del argumento, se puede encontrar con grandes filmes tales como Half of a Yellow Sun, que recorre la historia contemporánea de África mediante un drama social y romántico de tres personajes contextualizado guerra civil nigeriana de 1967-1970. Otro enorme ejemplo es el de End of the Wicked una película de terror en género Z rodada con cámaras de baja calidad en el boom de la venta de aparatos de vídeo europeos desactualizados en los mercadillos callejeros.

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