Divulgación | El precio del producto

Por Jacinto Domínguez @FloresDeAcero


1º parte: Principios básicos del capitalismo

2º parte: El valor del trabajo

3º parte: Diferencias económicas

 

Dinero

Hemos visto que lo que determina el valor no es la mercancía material en sí, sino la fuerza de trabajo empleada para generar esa mercancía (ya que sin fuerza de trabajo no habría ninguna mercancía material que consumir), un claro ejemplo es el oro, que su valor no viene determinado por su utilidad, sino por el esfuerzo que requiere su localización y posterior extracción, de esta manera se paga en realidad por la fuerza de trabajo, por lo que la mercancía con la que se comercia en realidad es el trabajo, y si el dinero es la forma con la que se representa dicho trabajo. Deberíamos poder decir que el VT es la suma de todos los trabajos realizados de forma eficiente, a la vez que la PT también lo es, solo que VT es la forma de valorarlo o medirlo. Pero como vemos en nuestro día a día, una mercancía tiene un valor por la requerida fuerza de trabajo para su creación, pero su precio lo determina la “ley de oferta y demanda”, por lo que una mercancía no tiene el precio que le corresponde por el equivalente de X%PT = X%VT, o sea vale su justo valor. El VT se distribuye en la PT de manera desigual, el oro tiene un valor X dentro del VT porque cuesta un trabajo X de la PT conseguirlo, o al menos eso pensamos o queremos pensar. Por lo que parece que el oro (como sucede con las piedras preciosas) marca una justicia en la balanza del mercado siendo T = Y’, pero resulta que los mineros no son bendecidos con esta balanza, y se quedan con la gran parte del valor del oro los dueños de las minas y comerciantes, ya que entre Y’ e Y hay una gran diferencia, suponemos que pondrán cómo excusa el “costoso” trabajo de encontrarlo, si es que quieren poner alguna.

Las grandes multinacionales, gracias a su acumulación de capital y posterior centralización de éste, han conseguido poder comprar una gran cantidad de fuerza de trabajo y poder venderla a un bajo coste

Continuemos hablando sobre cómo funciona la ley de la oferta y la demanda, y de cómo la utilizan para repartir el VT de la forma que más les interese y no de la forma más justa. Un capitalista compra una mercancía llamada fuerza de trabajo, esta fuerza de trabajo con la intención de venderla, y además, sacar una plusvalía de esta venta, por lo que debe vender esta mercancía a un precio superior del cual ha pagado. Pero tiene que venderla sí o sí, ya que compite con otros capitalistas, por lo que intentará que la mercancía que vende sea más atractiva para el consumidor. Esto no sólo lo intentara dando una mayor calidad al producto o invirtiendo en publicidad, sino también con un precio más asequible, por lo que intentará poner su precio por debajo de su valor social, y esto lo hará adquiriendo unos medios de producción que produzcan a menor coste y requieran menos trabajadores o/y pagando menos a sus trabajadores, ya que tiene que obtener una plusvalía y si baja el precio de la mercancía a la altura que ha pagado por ella no le serviría de nada. Las grandes multinacionales, gracias a su acumulación de capital y posterior centralización de éste, han conseguido poder comprar una gran cantidad de fuerza de trabajo, ergo mercancía, y poder venderla a un bajo coste ya que no necesitan añadir mucha plusvalía a cada venta ya que al vender en gran cantidad, la suma de todas ellas le dan un gran beneficio, y a su vez, poder competir con las otras empresas que comercian con la misma mercancía, vendiendo más barato y así que le compren más que a las otras, obligando a desaparecer a las que no tengan tanto capital acumulado y no puedan poner esos precios, y así adueñarse de los clientes y medios de éstas. Por lo que compran un porcentaje de la PT a un precio menor del que le correspondería justamente, y lo venden por su valor social, e incluso por debajo, y este valor social suele ser inferior al porcentaje de VT que le corresponde, pero el capitalista, al vender en gran cantidad, se ha hecho con un alto porcentaje del VT. Esto se hace principalmente con los productos básicos de consumo, los que más se consumen.

Si nos seguimos preguntando, si se venden estas mercancías por debajo de su valor real, a dónde va a parar el porcentaje del valor total que falta. Bien, como hemos visto, las empresas juegan con la ley de oferta y demanda, es decir, con lo que están dispuestas a pagar por un producto. En la actualidad, los países más industrializados, invierten gran cantidad de presupuesto en I+D+I, para desarrollar nuevas tecnologías, como los móviles de última generación, hamburguesas “deliciosas”, ropa deportiva que dé un mejor rendimiento… etc. Estos productos tienen un precio elevado, aunque su desarrollo requiera una gran inversión su precio está por encima de su compensación por ella, su precio inicial es tal porque las clases altas están dispuestas a pagar esos precios para hacerse con productos, ya sea para que revelen su posición social, porque les guste estar a la última, porque los necesiten para su trabajo o para lo que sea, también lo está parte de la clase baja para “subir” de status y porque sucumben al consumismo que se impone en la sociedad. Una vez que todos los compradores dispuesto a pagar ese elevado precio ya lo han adquirido, el precio baja para estar a disposición de un mayor número de consumidores, lo irán bajando paulatinamente, es decir, cuando todos los que estén dispuesto a comprarlo a ese precio ya lo hayan comprado, lo bajan de precio, cuando los que estaban dispuestos a comprarlo a ese precio inferior, lo vuelven a bajar, y así hasta que lo ha comprado todo el mundo que quiere ese producto dentro de un margen de precio donde el capitalista obtengan beneficio, de aquí podemos explicar la existencia de ‘rebajas’, que pueden rebajar el precio en gran cantidad y aún así darles beneficios. Entendemos que los productos en el que T>Y’ son contrarrestados por los aquí mencionados T<Y’. Como ejemplo de productos que van bajando el precio paulatinamente y que salen al mercado con un precio por encima de su justo valor, pondremos a los móviles, que van sacando nuevos modelos cada pequeño periodo de tiempo, los antiguos van costando cada vez menos, y los nuevos salen al mercado de inicio a un precio muy elevado, también un buen ejemplo sería la ropa, que va bajando su precio cuando pasa de temporada. Sería absurdo justificar su disminución de precio con que cuesta menos trabajo su producción, ya que requieren o han requerido la misma fuerza de trabajo y se han consumido en ellos los mismos materiales.

Los valores otorgados por la población están influenciados en gran medida por los mass media y la presión que hace la publicidad en los valores de la sociedad, creando necesidades de consumo

Hasta ahora hemos visto que el precio no equivale a su valor, sino a lo que está dispuesto a pagarse, los productos de los cuales la gente está dispuesta a pagar más, se ponen a un precio por encima del esfuerzo que requiere su creación, adueñándose de un mayor porcentaje del VT. Si una persona tiene un porcentaje del VT, o sea Y, para gastar y está dispuesta a gastarse, por ejemplo ½ Y en un solo producto, tiene que repartir la otra ½ de su porcentaje Y en las demás productos que vaya a consumir, si los vendedores de estas mercancías menor valoradas por los consumidores quieren vender y seguir compitiendo, deben adecuar los precios de sus mercancías a los valores de los consumidores, haciendo que algunos productos se paguen por encima de su valor y otros por debajo. A los capitalistas que venden productos con un precio inferior al de su valor esto no les preocupa, ellos pagan menos aún por conseguirlos, su beneficio no corre peligro. A esto hay que añadir que estos valores otorgados por la población, en realidad están influenciados en gran medida por los mass media y la presión que hace la publicidad en los valores de la sociedad, creando necesidades de consumo para mantener a flote el sistema.

El ejemplo claro que cualquier obrero sufre por la ley de la oferta y la demanda y la competencia sistemática sería cuando un capitalista tiene una demanda de un puesto de trabajo, hay varios trabajadores que ofertan su fuerza de trabajo, el capitalista ofrecerá un sueldo lo más bajo posible para que le dé la mayor cantidad de beneficio posible, y lo suficientemente alto para que el trabajador pueda subsistir y acepte vender su fuerza de trabajo. Si un trabajador está dispuesto a cobrar poco por su mercancía (no hay que culpar a ese obrero, la necesidad le lleva a ese punto), los demás trabajadores se verán obligados a bajar el precio de su fuerza de trabajo para no salirse del mercado y poder venderla. Por eso al capitalista siempre le beneficiará la existencia del ejercito industrial de reserva (parados, trabajadores que no sean de jornada completa o trabajadores en situación precaria), para que aprieten a los trabajadores y se vean obligados a aceptar trabajos precarios y no reivindicar sus derechos. Por lo que el capitalista se beneficia de la “Ley de oferta y demanda” tanto al comprar fuerza de trabajo como al venderla. Por lo que se benefician de las situaciones de paroxismo, porque hay mucha oferta de trabajadores compitiendo entre sí para vender su fuerza de trabajo, además que en las situaciones de crisis es cuando se hace más evidente la centralización de capital, haciendo desaparecer a muchas empresas y aumentando la grandes aún más eliminando los puestos de trabajo de las que desaparecen o, al menos en los mejores casos, en gran cantidad cuando estas últimas son absorbidas, por eso no les interesa que el Estado creara puestos de trabajo, ya que esto haría que la población no estuviera dispuesta a trabajar a cualquier precio ya que tienen la facilidad de encontrar un trabajo para satisfacer sus necesidades y sólo aceptarían trabajo bien remunerados y con buenas condiciones, es decir, no podrían beneficiarse de la necesidad del proletariado. Por lo que si el Estado, en un estado capitalista, creara puestos de trabajo y/o una renta básica, evitaría que los capitalistas se aprovecharan de las penurias de los más humildes para enriquecerse aún más.

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