El despertar de la conciencia

Por Iria Bouzas

A principios del mes de agosto una niña de 12 años fue sorprendida por la Guardia Civil mientras hacía una pintada en una caravana de un circo.

El mensaje que quería dejar escrito y que quedó inacabado por la aparición de los agentes era el siguiente: “Los animales no son vuestros esclavos”.

La niña estaba acompañada de un grupo de personas adultas que se dieron a la fuga y entre los que no se encontraban sus padres. Al acudir estos al lugar de los hechos se declararon totalmente sorprendidos por la actitud de la menor, la cual, en los últimos tiempos, se ha convertido al veganismo sin que nadie de su familia haya podido influenciarla en esta dirección.

Han salido ya muchísimos críticos enfurecidos a cargar contra los colectivos animalistas acusándolos de estar adoctrinando con sus postulados a niños indefensos.

Dejando a un lado el hecho que las pintadas están consideradas como una forma de vandalismo contra la propiedad privada, esta noticia sugiere un debate de lo más interesante.

¿A qué edad se despierta la conciencia?, ¿tiene derecho un niño a construirse un sistema ético propio diferente al de sus tutores?, ¿dónde termina el límite de la influencia de los adultos y dónde empieza la propia convicción personal del menor?

La corrección política en la que vivimos inmersos nos puede llevar a pensar que los niños, como personas todavía sin un criterio definido, son seres más vulnerables a las influencias de los adultos y por ende deberían quedarse viendo dibujos animados y jugando a videojuegos,  al margen de cualquier debate o posicionamiento ideológico.

Mi duda existencial, el motivo por el que este planteamiento me rechina es la hipocresía que la sociedad mantiene a este respeto.

Si sostenemos que una niña de 12 años, como la del caso que nos ocupa, todavía no puede tener criterio para reivindicar el animalismo, ¿por qué no sostenemos que esa misma niña no debería estar frente al televisor consumiendo un anuncio tras otro?

¿No es bueno que se le hable a un niño de ideología pero es fantástico bombardearle con necesidades creadas que le empujen a consumir?

El adoctrinamiento es algo infame en adultos pero muchísimo más en niños. Pero tampoco podemos ser tan ilusos de creer que un niño no pueda tener ideología propia hasta los 18 años en los que pueda votar. Es evidente que esta, se va a empezar a gestar mucho antes de ese momento y esto debe ser tan respetado como en el caso de cualquiera que sea mayor de edad.

Mucho se ha debatido, se debate y se debatirá sobre los cambios que necesita nuestro sistema educativo y algo en lo que la mayoría de los expertos coinciden es en la necesidad que existe de educar a los niños y jóvenes en el pensamiento crítico.

Si la conclusión lógica a la que podemos llegar en este tema  es que no existe una forma de evitar que los menores sean influenciados por los adultos y su entorno (salvo que pretendamos aislarlos totalmente de la sociedad), entonces la única forma de proporcionarles una herramienta útil antes la avalancha de condicionamientos, influencias y presiones ideológicas a la que están y estarán sometidos en el futuro es ayudarles a desarrollar la capacidad de cuestionar toda la información que les llega, poder analizarla desde la crítica y ser capaces de descartar aquello que no les encaje.

A partir de ahí, los adultos también deberemos educarnos en respetar las opiniones e ideas de los menores como un día quisimos que respetasen las nuestras.

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