Por Alba Puerto.
Tuve la oportunidad hace unas semanas de hablar en mi programa de radio, El sexo mandamiento, con la sexóloga María Esclapez; quien vino a hablar de su libro, Inteligencia sexual.
Hasta el momento había oído poco sobre el término, así que atendí a lo qué nos contó. Gracias a ella supe que tener inteligencia sexual no significa saber muchas posturas sino autoconocerte. Esto es comprometerte contigo misma y ser responsable de tu placer, saber para qué mantienes relaciones, qué pretendes con cada una de ellas. Inteligencia sexual es empoderamiento y educación, arrollar con mitos y “normalidades”; cultivar tu deseo, aceptarlo y empatizar con él.
“Si consideras que tu sexualidad no funciona como quieres es porque algo has estado haciendo mal, aunque no lo sepas. No pasa nada, lo raro es que desarrollaras una sexualidad positiva tal y como está el mundo”. Oírle decir esto me incitó a leer su libro. Cuando volvía en metro me di cuenta de lo cierto de estas palabras. Aunque no quieras educar a tu hijo en sexualidad, él lo estará haciendo: informándose de lo que le cuentan sus amigos o lo que ve en Internet. Sin saber que su sexualidad y su placer es su responsabilidad, aprendiendo de la sexualización del cine y del porno, que generalmente no representa relaciones saludables sino fantasías. Así que te recomiendo este libro si, como la mayoría, has tenido dudas o problemas en relación al sexo-básicamente porque la educación sexual que hemos recibido se reduce al tema de anticonceptivos y ETS-.
Esclapez enseña en su libro, por ejemplo, que el primer consenso que debe haber en una cama es para con uno mismo. Entendemos el consentimiento sexual con nuestro propio cuerpo como algo puntual, como cuando alguien que está a dieta se permite una vez al mes atiborrarse de chocolate. Cuando este consenso entre cuerpo y mente debe ser diario.
Uno de los primeros ejercicios que María propone para tener inteligencia sexual es preguntarnos qué pretendemos al follar, más allá del mero acto, y qué no queremos. Yo soy poco pudorosa así que podéis ver mi actividad, por si os sirve de orientación.
¿Qué quiero en mi vida sexual? | ¿Qué no quiero? |
Sentirme bien emocionalmente y ver con buenos ojos mi cuerpo | Sentirme mal con mi cuerpo cuando lo practico |
Cumplir fantasías, de vez en cuando | Silenciar pensamientos y sentimientos sexuales por miedo a lo que pensarán |
Cambiar mi forma de pensar conforme a las relaciones | Hacerlo cuando me siento mal para sentirme aún peor |
Deshinibirme y ser inteligente sexualmente | Pensar y hablar del sexo como algo sucio |
Ver el sexo como algo natural y sano | Dejar que traten mi cuerpo de malas maneras |
En otro de los capítulos, Esclapez nos pide que pensemos en una situación sexual en la que sintiéramos rabia, frustración o angustia. Yo no pude más que recordar mis primeras veces, mi primera relación o cuando me insultaron por mostrar deseo. Sentía angustia, por no saber cómo reaccionar, vergüenza al aceptarme como me definían; y miedo al desconocer que el tratamiento que recibía en esa relación no era normal. La escritora también nos pide que le demos sentido a esas sensaciones, “¿para qué las sientes?, ¿cuál es su utilidad?”. Esa pregunta estuvo chocando contra las paredes de mi mente como el logo del Windows en las antiguas pantallas de bloqueo. “Para arrepentirme, para darles la razón, para no disfrutar del sexo como algo sano, natural y excitante. Para sentirme mal conmigo misma, para no disfrutar”. Gracias a su libro, me di cuenta que ninguna de estas sensaciones son buenas, es decir, no nos hacen crecer y por tanto solo queda asimilar la parte más constructiva y dejar el resto. Aún así, María no quiere que eliminemos de raíz esas emociones negativas, nos pide que les demos otro significado, ya que pueden tener otra consecuencia según su influencia en nosotros. Y aquí viene la parte de interpretación de las emociones, donde más se me ha atragantado la lectura. Al parecer no hay que silenciar estas reacciones, eso conlleva más trabajo que aceptarlas. Y es que si no te escuchas a ti mismo, ¿quién lo va a hacer? Nadie, ya me lo confirmo yo. ¿Te sientes cómoda siendo ignorada? No, ¿verdad? Pues actúa en consecuencia. Aprende a respetarte, acéptate, procesa el problema y reconstrúyete. Sentirse mal por momentos de tu vida sexual pasada o presente no es malo, “no hay emociones negativas sino adaptativas” como dice Esclapez. Sentir emociones es sano, a veces hay que dejar actuar a las emociones negativas e ilógicas para avanzar.
Mi recomendación, tras leer Inteligencia sexual, es que intentes ser tu mejor versión. Eres la dueña de tus deseos, escúchalos y permítete cambiar en cualquier momento de idea o de actitud. Respeta tus decisiones, siempre y cuando estén reflexionadas y sean saludables. Empodérate a través de la educación sexual.
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