Crítica cinematográfica de la película Distrito 9, un film dirigido por Neill Blomkamp y estrenado en 2009.
Por ICS
Distrito 9 no se parece en nada al resto de películas de Aliens vistas hasta hora, donde los extraterrestres invaden la tierra. De hecho, es todo lo opuesto, en lugar de invadir y destruir Washington vienen de refugiados a la tierra, concretamente a Johannesburgo, Sudáfrica.
La película nos muestra con un falso documental la situación de estos extraterrestres y como estos son internados en guetos en condiciones de miseria, generando conflictos por ello y creando un sistema de segregación entre especies.
Siendo esta la mayor diferencia con el resto de películas de su género, en Distrito 9 hay aliens, sí, pero la película es un retrato de la humanidad y de todo lo que se ha hecho a sí misma.
Empezando por la propia localización, Sudáfrica, cuya elección no ha sido casual, ya que su población negra sufrió un apartheid hasta hace no demasiado. Pero además de al pasado, lanza una mirada al presente, puesto que la propia Sudáfrica tiene a día de hoy un enorme problema de violencia contra los inmigrantes, siendo en muchos casos ejercida irónicamente por la misma población que sufrió el régimen del apartheid. Esto lo refleja la propia película presentándonos a los inmigrantes nigerianos conviviendo en la marginalidad con los extraterrestres.
El protagonista es Wikus, un tipo inútil, funcionario de la agencia gubernamental encargada de reprimir a los aliens de los guetos, cuyo puesto de trabajo lo ocupa por ser el yerno del jefe de la agencia.
Él, junto a las fuerzas armadas, tienen como propósito obligar a los habitantes a firmar su traslado a un campo de concentración, mostrando otra analogía, en este caso con la Alemania nazi o los mismos campos de concentración que Gran Bretaña creó en Sudáfrica durante las guerras contra los bóeres. Wikus desprecia a los aliens tal y como se muestra durante la redada en el gueto, criminalizando a todo aquel al que se encuentra o al punto de quemar con gusto una casa que sirve de nido de huevos.
El otro protagonista es Christopher, un extraterrestre que junto a un amigo y su hijo están refinando un combustible que les permita encender una nave que tienen escondida para retornar a la nave nodriza con la que llegaron y poder huir.
Hasta este punto la película emplea un formato de falso documental para agilizar la explicación del contexto, pero a partir de aquí la narración cambia a la de una película corriente. A partir de ese momento seguiremos la historia de Wikus y la temática real de la película, que es la deshumanización. Este proceso se muestra cuando el propio Wikus comienza a transformarse y a adquirir los rasgos físicos de los aliens. Un hecho que es aprovechado por su suegro para confinarle en un centro de investigación ilegal secreto, donde, al igual que otros tantos aliens, es torturado en pruebas médicas. Aquí vemos de nuevo otra analogía con la experimentación del Doctor Méngüele en los campos de concentración nazis.
En el centro de investigación, tratan de descubrir como emular la conexión química que tienen los extraterrestres con su tecnología, ya que esta solo puede ser activada por marcadores genéticos. Debido a su proceso de transición a alien, Wikus puede emplear sus armas, momento en el que se nos muestra un proceso de humanización del protagonista, quien anteriormente despreciaba a los aliens. Ahora se niega a matar a uno y solo lo termina haciendo obligado bajo tortura. Paradójicamente, a medida que la película avanza, cuando más se transforma en alien, más «humano» se convierte.
El viaje de Wikus pasa por un retorno al gueto para refugiarse del gobierno, experimentando de primera mano sus condiciones de vida, momento en el que se vuelve a encontrar con Christopher, con quien termina aliándose y quien le promete que puede volver a convertirlo en humano en la nave nodriza.
Tras robar armas a una banda criminal nigeriana, asaltan de nuevo las instalaciones para recuperar el combustible. Aquí Christopher descubrirá y quedará consternado por los experimentos, algo que le hará cambiar su intención de huir y finalmente optará por ayudar a los suyos.
Pese a que Wikus se muestra más empático con los aliens, su arco de humanización, al igual que su transformación en alien, aún no han finalizado y traiciona inicialmente a Christopher al comprobar que quiere posponer su curación para ir a buscar ayuda para los suyos. De todas maneras, Wikus se acaba sacrificando una vez que ya es medio alíen, entendiendo que sus aspiraciones a volver a ser como antes están por detrás de la salvación de una especie entera, combatiendo las tropas para que Christopher escape en un acto casi mesiánico. Wikus termina siendo salvado por los extraterrestres del Distrito 9 una vez que su transformación ha concluido. En la última escena se refleja la culminación de su transformación completa, creando una rosa de plástico echa de basura reciclada para su mujer.
El desarrollo de la película es muy entretenido de ver si omitimos conveniencias de guión tan grandes, como que Wikus escapa de un centro de máxima seguridad situado en el centro de Johannesburgo y llega al gueto como si nada cumpliendo con creces como película de aventuras en este aspecto.
Aunque hay otros aspectos que son insalvables, como cuando Wikus y Christopher son capaces, ellos dos solos, de vencer a todas las tropas del gobierno y asaltar una instalación. Esto lo justifican mediante la superioridad tecnológica de las armas de los aliens, pero teniendo en cuenta que parte de los habitantes del Distrito 9 disponen de este mismo armamento, resulta raro que no haya habido ninguna sublevación con un mínimo de éxito antes. Otro punto difícil de justificar es que entran y salen sin dificultad alguna del distrito, que está cercado por vallas y hombres armados.
Podemos afirmar que la acción roza el gore, pero está estéticamente logrado, y pese a haber pasado 14 años desde su estreno, los efectos especiales envejecen bastante bien. Incluida la escena en la que Wikus emplea un androide.
Lo que no me ha gustado nada es el tema de las bandas nigerianas. La película exculpa la violencia de los aliens porque la considera causa de la exclusión social a la que les obligan a vivir, pero con los nigerianos hace todo lo opuesto aun estando en la misma situación. Teniendo en cuenta que, como he comentado antes, la violencia contra los inmigrantes en Sudáfrica es un problema muy real a día de hoy.
Distrito 9 es una película valiente y que aprovecha un género muy explotado para poner la barbarie humana frente al espejo.
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