Por André Abeledo
En los tiempos difíciles es donde los pueblos y los individuos demuestran su grandeza o su mediocridad, es ahora cuando nos toca a todas y todos ser gigantes.
Nuestro mayor activo en esta crisis y también nuestra mayor motivación es la familia. También los buenos amigos, pero será la familia nuestro motor a la hora de luchar y resistir. Y también nuestro colchón en caso de caída a nivel económico, emocional o de salud.
Si lo peor está aún por venir, debemos demostrar que somos capaces como sociedad de dar lo mejor de cada uno de nosotros, ahora y en el futuro.
Esta pandemia nos va a dejar muchas lecciones, pero una de las principales es la necesidad de reforzar la sanidad pública. La sanidad tiene que ser 100% pública, universal, gratuita y de calidad.
Tras reunir toda la información que he podido, de analizarla y ver qué medidas se han ido adoptando a nivel Estatal y mundial me doy cuenta de que se avecinan tiempos muy difíciles. Será una pandemia que golpeará duro a la humanidad, que vendrá acompañada de una brutal crisis económica, sistémica y de valores.
Desgraciadamente habrá un antes y un después de esta pandemia del coronavirus, ya nada va a ser igual. Nuestra vida no será la misma, ni el mundo volverá a ser el mismo. No serán 15 días, ni un mes, ni un año…esto lo cambiará todo y nos cambiará a todos.
Una vez más la realidad supera a la ficción. Quien nos iba a decir que viviríamos una cuarentena mundial, una pandemia que pone contra las cuerdas al sistema capitalista y va a suponer un antes y un después en nuestras vidas que hará que nada vuelva a ser igual.
Personalmente mantendré la cuarentena el tiempo que sea necesario, respetaré las medidas de seguridad, lo haré por responsabilidad cívica y social. Pero sobre todo por amor a mí familia, a mis hijos, a mis padres, no tengo derecho a ponerlos en peligro.
Pienso que nunca nos dicen toda la verdad, casi siempre nos mienten, nos tratan como a niños y eso es lo que más me asusta de esta pandemia, del nuevo covid-19.
Para muchos de nosotros es difícil de entender que en pleno siglo XXI la humanidad este contra las cuerdas por un virus. No caigamos en el error de pensar que esto es una película.
Aprovechemos la cuarentena para replantear nuestras vidas y también al propio sistema.
Como la mayoría me siento aburrido pero consciente de la necesidad de ser un poco como un niño. Y empezar a construir una rutina que me permita ocupar el tiempo. Procuro jugar con mis hijos y en ocasiones hasta con mi propia mente, para evitar que la cuarentena se convierta en una condena.
En general la ciudadanía está siendo ejemplar, disciplinada y solidaria.
También por eso debemos exigir mano de hierro con las personas degeneradas e irresponsables que ponen en peligro la eficacia de la cuarentena con su comportamiento.
Cuando todo un pueblo disciplinado se encuentra en pleno combate contra la pandemia, no debemos tolerar a personajes estúpidos, a auténticos imbéciles que se creen más listos que los verdaderos patriotas y ponen en peligro la salud de todas y todos con sus comportamientos irresponsables.
Esas personas merecen además del desprecio de todos, un castigo ejemplar.
Cuando trabajadoras y trabajadores de la salud, de los cuerpos de seguridad, en supermercados, en farmacias, en los equipos de limpieza, militares y un largo etcétera de héroes anónimos se están jugando la salud y hasta la vida, no es tolerable que grupos de gentuza degenerada se pase la cuarentena por el forro.
Mantengamos la disciplina, usemos el sentido común y recordemos siempre que nacimos para vencer y no para ser vencidos.
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